Contra la dictadura del bienestar
Resiliencia, 'mindfulness', 'wellness' o sanaci¨®n son palabras a las que nos hemos visto cada vez m¨¢s expuestos en los ¨²ltimos a?os
Resiliencia, mindfulness, wellness o sanaci¨®n son palabras a las que nos hemos visto cada vez m¨¢s expuestos en los ¨²ltimos a?os. Su presencia parece decirnos que adquirir buen tono muscular no basta y que hoy en d¨ªa la misi¨®n imperiosa es alcanzar un nivel de felicidad aceptable. La pregunta obvia que surge es si este estado de plenitud es medible, y de serlo, para qu¨¦ fines se emplear¨ªan los datos obtenidos. Esta es precisamente la preocupaci¨®n central del ensayo La industria de la felicidad, de reciente aparici¨®n en la editorial Malpaso. Su autor, el acad¨¦mico brit¨¢nico William Davies, repasa la historia del inter¨¦s por medir la intensidad del bienestar psicof¨ªsico desde el asombro que le caus¨® comprobar que la ciencia conductual y la neurociencia se presentaban como una explicaci¨®n veros¨ªmil de la crisis financiera mundial. En su estudio, Davies hace un recorrido por las aportaciones de los pensadores Bentham, Jevons, Seyle y Frederick W. Taylor ¨Ca quien se podr¨ªa considerar el primer consultor de empresas de la historia¨C, pues fueron ellos quienes situaron la concepci¨®n de un hedonismo calculador en el centro del mercado a trav¨¦s del estudio psicol¨®gico del trabajo en las primeras d¨¦cadas del siglo XX. Siguiendo esta pista, Davies explora tambi¨¦n otra de sus principales inquietudes: la sensaci¨®n de que el sistema neoliberal est¨¢ culpando al individuo por no ser feliz, al mismo tiempo que se elude analizar el contexto en el que esta infelicidad sucede. De esta culpabilizaci¨®n surgen, en opini¨®n del autor, las exhortaciones medi¨¢ticas que nos instan a salir de nuestra zona de confort, a arriesgarnos y a hacer realidad nuestros sue?os, como si todo ello fuese ¨²nica responsabilidad del individuo.
En sinton¨ªa con las ideas de Davies est¨¢n las de la soci¨®loga Eva Illouz, que ha estudiando en profundidad las emociones en el capitalismo, y en particular el amor rom¨¢ntico. llouz, en ensayos como El consumo de la utop¨ªa rom¨¢ntica (Katz, 2009), reconoce que las leyes de la oferta y la demanda han penetrado en el campo de los afectos para quedarse: las relaciones econ¨®micas han adquirido un car¨¢cter profundamente emocional y las rom¨¢nticas se definen con frecuencia empleando modelos econ¨®micos y pol¨ªticos de negociaci¨®n e intercambio.
Otro autor cercano a estas premisas es Terry Eagleton, quien en su ensayo Esperanza sin optimismo (Taurus, 2016)critica la banalidad del pensamiento positivo y el modo en que ¨¦ste ha contribuido a eludir las preguntas esenciales acerca del progreso moral y social que podemos esperar sin hacernos falsas ilusiones.
En 2012, la periodista estadounidense Barbara Ehrenreich public¨® Sonrie o muere (Turner), otro alegato contra el omnipresente pensamiento positivo en sector laboral y en el de la salud ¨Csu propia experiencia como enferma de c¨¢ncer de mama le facilit¨® su trabajo de campo en este aspecto¨C. Ehrenreich coincide totalmente con Davies en cuanto a los usos de este pensamiento positivo como "forma de control social del empleado en el centro de trabajo, un aguijonazo para que sus resultados alcancen niveles cada vez m¨¢s altos." Su estupor hacia los mensajes que invitan a considerar un despido laboral o un c¨¢ncer como una "oportunidad para crecer" es otro de los motores de este ensayo, en el que tambi¨¦n recibe algunos palos la industria que comercializa productos como ositos de peluche, sudaderas, gorras y tazas de caf¨¦ con mensajes que invitan a las afectadas por el c¨¢ncer de mama a mostrarse optimistas.
Al libro de Ehrenreich le ha surgido un ep¨ªgono espa?ol en versi¨®n novela gr¨¢fica: Que no, que no me muero (Modernito Books, 2015), firmado por la escritora Mar¨ªa Hern¨¢ndez Mart¨ª y el ilustrador Javi de Castro. En sus p¨¢ginas, la protagonista y narradora, Lupe, da cuenta de su experiencia tras serle detectado un c¨¢ncer de mama que la condujo por un laberinto de pruebas y tratamientos m¨¦dicos, siempre animada por un elenco de profesionales de la salud, familiares y amigos que le instaban a mostrarse permanentemente optimista. En una de las solapas del vol¨²men, la autora presenta su declaraci¨®n de intenciones: "En este libro se cuenta c¨®mo en estos ¨²ltimos a?os he tenido much¨ªsimas oportunidades para desplegar una paciencia maravillosa, zen, elegant¨ªsima, de esa que te ilumina de inteligencia y te embellece y sirve de inspiraci¨®n a los dem¨¢s. Y c¨®mo las he desaprovechado todas."
Para esos momentos en los que el sujeto contempor¨¢neo se ha de sostener en situaciones muy cambiantes en las que cuenta solamente consigo mismo, las ayudas que se le ofrecen vienen con frecuencia en formato de libros de autoayuda y superaci¨®n; este recurso biblioterap¨¦utico es el que analiza la argentina Vanina Papalini en su estudio Garant¨ªas de felicidad (Adriana Hidalgo, 2015). Papalini sostiene que el cuerpo genera s¨ªntomas relativos a la sociedad a la que pertenece, y que en el momento actual, el contraste con los frecuentes discursos sociales que versan sobre el placer y las dif¨ªciles condiciones de vida de muchos individos crea una brecha que a su vez sirve de nicho de mercado para estos libros, que ejercen una verdadera labor terap¨¦utica para generar algo de "felicismo" en el individuo, como lo llama el periodista To?o Fraguas, y contra el que se posiciona en su libro ?Existe la felicidad? (Plaza & Jan¨¦s, 2015). "Lo que me mueve a escribir es el hecho de que la felicidad se haya convertido en un negocio", afirma Fraguas. Su misi¨®n es desenmascarar charlatanes que le sacan partido econ¨®mico a nuestras debilidades, incluidos los creadores de objetos cotidianos como tazas, libretas o trapos de cocina con lemas positivos que se tornan casi en ¨®rdenes, se?alados tambi¨¦n por el dedo implacable de Barbara Ehrenreich.
Lo que se desprende de estos textos no es un canto al malhumor y a la queja destructiva, sino una reflexi¨®n hacia c¨®mo las instituciones deciden lo que significa ser felices en cada periodo hist¨®rico. Por eso, tras estas lecturas, quiz¨¢ nos lo pensemos dos veces antes de proporcionar datos sobre nuestros h¨¢bitos alimentarios y de sue?o en la aplicaci¨®n Salud de nuestros tel¨¦fonos.
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