?ngel Stanich: El gran ermita?o rompe su silencio

Jam¨¢s en tres a?os, desde que comenz¨® su intensa e interesante carrera musical, ha concedido una sola entrevista. De todas partes ¡ªm¨¢nagers, promotores y discogr¨¢fica¡ª, se recibe la misma respuesta: ¡°No le gusta hablar. Es as¨ª¡±. Un aura de misterio acompa?a a ?ngel Stanich (Santander, 1987), al que los festivales y las salas de conciertos venden como ¡°el gran enigma¡± mientras todo tipo de oyentes se acercan a sus canciones, repletas de personajes rotos, desorientados y descre¨ªdos, movidos por la curiosidad de su aire solitario y bohemio. Es como si Stanich, antes que m¨²sico, fuera ermita?o. Un tipo que desconf¨ªa del mundo.

Sentado en una cafeter¨ªa de Lavapi¨¦s, el barrio donde vive con una amiga, es todo lo contrario a este secretismo. Sonr¨ªe y bromea sobre s¨ª mismo con franqueza cuando se le recuerda que es la primera vez que accede a charlar con un periodista. Y, entre su abultada mata de pelo y su frondosa barba, se distinguen unos ojos casta?os de mirada t¨ªmida y c¨¢lida. Stanich asegura que piensa que no tiene apenas nada que decir sobre su obra, pero termina por repasar su imparable carrera que le ha llevado a ser uno de los compositores m¨¢s fascinantes y personales del ¨²ltimo lustro en el rock espa?ol, comparado con Quique Gonz¨¢lez o Xoel L¨®pez.

Reconoce que no pensaba dedicarse a la m¨²sica. Tras abandonar Santander, estudi¨® Periodismo en Valladolid, donde empez¨® a tocar en algunos garitos y particip¨® en el Open Mic Pucela, una iniciativa que se celebra en un bar de la ciudad con un escenario a micro abierto, coordinada por Javier Vielba, cantante de Arizona Baby y Corizonas y alter ego de El Meister (que toca esta noche en la sala El Sol). Vielba qued¨® tan fascinado por aquel veintea?ero que decidi¨® producirle sus primeras canciones, grabadas en un par de tardes. Fueron las composiciones que dieron forma a Camino ¨¢cido, un ¨¢lbum de debut del que Sony adquiri¨® los derechos para publicarlo en 2014. ¡°Cuando escucho el disco no reconozco mi voz. A veces no entiendo algunas palabras¡±, confiesa. Durante la conversaci¨®n, su voz suena templada y educada, al contrario que ese timbre afilado y agudo, por momentos chirriante como un mercanc¨ªas en plena tensi¨®n, que se hace canalla al cantar La noche del coyote o Metralleta Joe, un peque?o himno entre sus fans.

Desde que se lanz¨® a presentar Camino ¨¢cido acompa?ado solo con una guitarra, su p¨²blico no ha dejado de crecer. Empez¨® bar a bar, luego fue telonero de Los Corizonas, saliendo sin previo aviso en los escenarios y encandilando a los presentes por su fiereza, pas¨® por salas m¨¢s grandes con su propia banda y acab¨® en festivales como el Sonorama Ribera y SOS 4.8. Este s¨¢bado 21 de enero cierra su actividad imparable con un concierto en sala But de Madrid. Por el camino decenas de actuaciones por toda Espa?a y el EP Cuatro truenos cayeron. Pero no hay descanso.

Cuenta que ya est¨¢ trabajando en m¨¢s canciones, incluso se anima a compartir a trav¨¦s del m¨®vil una de ellas, Galicia calidade, que, con su elegante l¨ªnea mel¨®dica recordando a Wilco, cerrar¨¢ su nuevo disco, previsto para esta primavera y en el que vuelve a contar con la ayuda de Vielba. Habla de Grateful Dead, a los que viene escuchando compulsivamente y asocia con esta nueva composici¨®n, pero tambi¨¦n de otros que le remueven como Bob Dylan, Neil Young o Bruce Springsteen. Es con la m¨²sica cuando el callado Stanich m¨¢s se suelta, como si su mejor forma de comunicarse con el mundo fuera a trav¨¦s de las canciones. Tal vez lo sea. El que todos ven como un ermita?o vuelve a romper con su imagen e invita a este redactor a o¨ªr sus nuevas composiciones otro d¨ªa, tranquilamente, en Lavapi¨¦s. ¡°Puede ser un buen plan¡±, sentencia sonriendo.