Un raro maestro de la iron¨ªa
Unas jornadas en la Universitat Internacional de Catalunya rinden tributo a los cinco a?os de su muerte al escritor Carlos Pujol
A Carlos Pujol ha sido f¨¢cil olvidarlo pero ser¨¢ dif¨ªcil seguir haci¨¦ndolo, cuando lectores sin costra y con la curiosidad alerta acudan de nuevas y como sin querer a sus libros. Cinco a?os despu¨¦s de su muerte todav¨ªa casi nada ha cambiado, pero cambiar¨¢, tarde o temprano cambiar¨¢ esa boba indiferencia hacia la literatura de un hombre de letras en el sentido integral de la palabra, con vocaciones tard¨ªas y sucesivas por la novela y la poes¨ªa y una dedicaci¨®n constante al ensayo cultural y la traducci¨®n literaria. De casi todo este Carlos Pujol ingente e invisible se han acordado estos d¨ªas (muri¨® el 16 de enero de 2012) un grupo de escritores, cr¨ªticos y editores en Barcelona, felices de conmemorar su ausencia con m¨¢s de una risa y todav¨ªa estupefactos ante las vetas de un escritor discreto por definici¨®n e ironista por elecci¨®n. A nadie se le ha ido de la cabeza la sonrisa de la mirada hundida detr¨¢s de las gafas, pero menos aun su autoiron¨ªa mate ni su imperturbable disciplicencia ante la literatura (global) de los ¨²ltimos setenta u ochenta a?os, europea, local, universal, pese a haber contribuido durante tant¨ªsimos a?os a su invasiva proliferaci¨®n desde la editorial Planeta y, en particular, desde el jurado del premio.
Alguien record¨® tambi¨¦n la incombustible sorna de algunos de sus grandes aforismos ¡ª¡°la falta de ¨¦xito es una bendici¨®n de la que uno est¨¢ siempre inconsolable¡±¡ª, mientras otros acud¨ªan al renovado asombro de su prosa de ensayista brit¨¢nico y calor franc¨¦s. Domingo R¨®denas se acord¨® de sus frescas novelas radiantes de melancol¨ªa, desde la primera italiana publicada a sus cuarenta y tantos a?os (hab¨ªa nacido en 1936), y Pozuelo evoc¨® otro formidable libro de saber sin abrumar, Para leer a Saint-Simon, aunque aun ignoremos qu¨¦ dec¨ªan las cartas que recibi¨® Carlos Pujol de algunos de sus lectores de 1979, y entre ellos nada menos que Juan Gil-Albert, Jes¨²s Aguirre y Juan Benet: un exquisito exexiliado, un exquisito editor y un exquisito escritor que al a?o siguiente ser¨ªa finalista del Planeta con El aire de un crimen (y con Pujol en el jurado). Para entonces acababa de dejar la Universidad de Barcelona, por voluntad propia, como le gustaba puntualizar, pero no hab¨ªa abandonado la traducci¨®n como tiran¨ªa gratificante, sea de su leid¨ªsimo Balzac, sean los sonetos de Shakespeare, sea Verlaine o Emily Dickinson.
Pero las cartas habr¨¢n de estar por alg¨²n rinc¨®n del archivo que custodia la muy cat¨®lica Universitat Internacional de Catalunya, como cat¨®lico fue Pujol, y donde se celebraron las jornadas. Por fortuna all¨ª no coincidieron ni en el d¨ªa ni en la sala Andr¨¦s Trapiello y Pere Gimferrer, pero a ambos los coincide la devoci¨®n por el mismo Pujol. A Gimferrer le parece que su ¡°intercambio ¡ªpersonal, profesional e intelectual¡ª roz¨® la perfecci¨®n¡±, aunque no siempre pensasen lo mismo (sin duda), mientras que Pujol sigue perfectamente vivo (porque ah¨ª no ha muerto todav¨ªa) en los diarios de Andr¨¦s Trapiello, por donde sale incansable y felizmente, incluido el ¨²ltimo, S¨®lo hechos, que evoca las palabras y los d¨ªas de 2006. Del poeta habl¨® Trapiello, del poeta cl¨¢sico y siempre enmascarado para salir desnudo con Gian Lorenzo (a sus cincuenta a?os) y dejarse mimetizar desde entonces con Los aventureros, o con Robert Browning o inmerso en unos espl¨¦ndidos Desvar¨ªos de la edad. Quiz¨¢ son los mismos desvar¨ªos que destilaron toda la oscura e incluso m¨®rbida experiencia de la vida literaria en dos pliegos invisibles de notas que crecieron con nuevas p¨¢ginas en Cuadernos de escritura, de la mano de Manuel Borr¨¢s y la editorial PreTextos en 2008.
Y como si nadie saliese del desvar¨ªo, todav¨ªa otro de los participantes, el editor de La Veleta y juez Miguel ?ngel del Arco, confabulaba con Trapiello para inventar alg¨²n nuevo libro de Carlos Pujol. De momento, al menos, est¨¢ viva en las librer¨ªas la reedici¨®n de su primera novela (y la que m¨¢s quiso siempre), La sombra del tiempo, con pr¨®logo de Gimferrer, estudio de Teresa Vall¨¨s y carta de Francisco Rico, y no, no se la va a llevar la sombra del viento.
Babelia
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