?frica merece un cine m¨¢s potente

?ltimamente tengo la sensaci¨®n de que veo demasiadas pel¨ªculas que te informan en los t¨ªtulos de cr¨¦dito de que est¨¢n basadas en hechos y personajes reales. Es encomiable tanta vocaci¨®n realista pero casi preferir¨ªa que todo perteneciera a la imaginaci¨®n de los autores. Aunque solo sirviera para no establecer comparaciones entre lo que nos cuentan y lo que verdaderamente ocurri¨®. Mi concepto del cine est¨¢ m¨¢s asociado a la enso?aci¨®n inteligente que a la reproducci¨®n de la siempre confusa realidad. Tengo prevenciones hacia el exultante g¨¦nero del biopic y la premisa que se resume en ¡°les vamos a contar exactamente lo que ocurri¨®¡±.

Un reino unido habla del ?frica negra y est¨¢ basada en una historia con protagonistas reales. El pa¨ªs es el actual Botsuana y retrata algo ins¨®lito que ocurri¨® hace 60 a?os. Fue el enamoramiento entre el futuro rey y una ciudadana inglesa y blanca, la determinaci¨®n de ambos para casarse sabiendo que esa boda ser¨¢ rechazada por la familia de ambos, por el indignado pueblo del monarca y por el sibilino Gobierno de su graciosa majestad, que intentar¨¢ con sus poderosos medios condenarles al permanente exilio. No solo por razones raciales sino tambi¨¦n geopol¨ªticas (el apartheid est¨¢ apunto de instalarse en la vecina Sud¨¢frica) y tambi¨¦n econ¨®micas, como siempre, ya que en ese Botsuana ancestralmente pobre han descubierto que se pueden extraer golosos diamantes. La directora Amma Asante es sumamente correcta narrando este problem¨¢tico amor y sus derivaciones pero no existe nada en su pel¨ªcula que te sorprenda o alborote tus fibras sensibles. El tono es moderadamente convencional y una m¨²sica melosa y abusivamente utilizada pretende en vano que sueltes lagrimitas ante la dura supervivencia de este matrimonio ejemplar. No es una pel¨ªcula molesta ni irritante pero tampoco conmovedora. En mi caso, aclaro. Hago memoria sobre el cine rodado en el ?frica negra, retratando las innumerables barbaries que sus moradores han padecido y siguen sufriendo, y descubro apesadumbrado que el arte cinematogr¨¢fico no ha estado a la altura de esas tragedias hist¨®ricas. Bueno, en algunos casos tragedias con final feliz, en el escenario de Sud¨¢frica. No me gusta la facilona y almibarada Invictus, adaptaci¨®n indigna del excelente libro de John Carlin, perpetrada por un Clint Eastwood que comenzaba su imparable decadencia. Ni tampoco la muy celebrada Grita libertad que plasmaba la matanza de Soweto. Si me inspiraba terror, repulsi¨®n y piedad Hotel Rwanda, dirigida por el actor Don Cheadle, en la que los hutus degollaron en macabro tiempo r¨¦cord al 75% de la poblaci¨®n tutsi de Ruanda. Tambi¨¦n la notable y muy dura El jardinero fiel, sobre los experimentos de las farmac¨¦uticas utilizando como cobayas a los m¨¢s indefensos en el ?frica negra.

Las pel¨ªculas rodadas en esos escenarios que recuerdo con m¨¢s gozo no hablan de los problemas de su gente. Las dirigieron cuatro directores grandiosos del cine norteamericano (o del cine a secas) y describen las aventuras de occidentales en el continente negro. Se llamaban Howard Hawks, John Ford, John Huston y Sidney Pollack. Hatari es una explosi¨®n de vitalidad, riesgo, alegr¨ªa. Nunca entender¨¦ como el macho alfa Clark Gable pod¨ªa dudar en Mogambo entre quedarse con la sosa Grace Kelly o con esa hembra impresionante llamada Ava Gardner. Era muy gracioso el idilio entre el borracho y la puritana en La reina de ?frica. Y es dif¨ªcil que no se te humedezcan los ojos recordando la dolorida, elegiaca y melanc¨®lica voz de Meryl Streep susurrando monotem¨¢ticamente: ¡°Yo ten¨ªa una granja en ?frica...¡±. Ocurr¨ªa en esa obra maestra titulada Memorias de ?frica.