No hay ¨¦xito sin moscas
El hombre es el centro del universo; de hecho, est¨¢ condenado a serlo
- Y por ¨²ltimo, a fin de garantizar la reproducci¨®n de la especie, la naturaleza invent¨® el ¨®vulo, los espermatozoides y la suspensi¨®n moment¨¢nea de la sensatez.
- En ocasiones, el ego no le permite a uno verse a s¨ª mismo.
- Por supuesto que el hombre es el centro del universo. De hecho, est¨¢ condenado a serlo puesto que s¨®lo dispone de un punto desde el que efectuar sus observaciones. Debido a este peque?o detalle, todo lo existente queda a su alrededor.
- Tener raz¨®n equivale a llevar sobre los hombros un saco de piedras. Los listos son aquellos que de vez en cuando se equivocan para que alg¨²n ingenuo cargue con el bulto.
- Algunos elogios causan moretones.
- El dominio profundo del idioma es condici¨®n indispensable del hombre libre. Algunos, quiz¨¢ muchos, no lo saben. A¨²n peor, no lo entienden.
- No hay ¨¦xito sin moscas.
- El extremismo no es m¨¢s que una de las denominaciones que suelen aplicarse a los jardines de infancia para adultos.
- Ruego al ¨²ltimo ser humano en sucumbir al apocalipsis que aplauda segundos antes de ser aniquilado. Que al menos le quede al planeta una prueba de que en la historia de nuestra especie no se escond¨ªa ninguna animadversi¨®n contra ¨¦l; de que fuimos, s¨ª, terribles, pero no desagradecidos.
- ?Cu¨¢nto le gusta a la felicidad domiciliarse en lo in¨²til!
- Tan pronto como llego a un lugar para m¨ª desconocido, fijo mi atenci¨®n en el rostro de las mujeres. Si las veo sonre¨ªr, respiro aliviado pues ya s¨¦ que he puesto los pies en zona habitable.
- Me fui a vivir lejos y eso es todo lo que puedo hacer por ustedes.
- Al ser humano no le hace falta tener grandes colmillos o un aguij¨®n venenoso. El mismo servicio le prestan sus f¨¦rreas convicciones.
- El totalitarismo es por principio un caso extremo de mala educaci¨®n.
- ?A partir de cu¨¢ntos lectores deja un libro de ser literatura?
- De verdad, qu¨¦ cosa m¨¢s antiest¨¦tica tener los agujeros de la nariz en el centro de la cara; pero es que, carecer de ellos junto a tantos individuos agujereados, a¨²n ser¨ªa peor; no s¨¦, menos feo pero m¨¢s monstruoso.
- Cu¨¢ntas veces en la vida uno no sabe nada, pero nada de nada, y ni siquiera es el m¨¢s tonto de la reuni¨®n.
- Dif¨ªcil tarea lograr que nuestros adolescentes admiren a Plat¨®n, a Cervantes, a William Shakespeare. Yo los entiendo. ?Qu¨¦ se puede esperar de unos hombres que no andaban en bicicleta ni conoc¨ªan el manejo del tel¨¦fono?
- Conociendo el coraz¨®n de los hombres y la naturaleza de los negocios, no tengo la menor duda de que, si nos aliment¨¢ramos de piedras, el fraude consistir¨ªa en vendernos fruta camuflada bajo una capa de cemento.
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