Juan Goytisolo estuvo y estar¨¢
El escritor nos acerc¨® en los momentos infernales del franquismo
Estuvo mucho tiempo lejos (en Par¨ªs, Marrakech) de "la madrastra", que era el nombre que daban a Espa?a los hijos golpeados por las distintas inquisiciones a lo largo del tiempo, pero jam¨¢s renunci¨® a hacer uso de su palabra disidente en los cada d¨ªa m¨¢s frecuentes viajes a Madrid o Barcelona, para sumarse a los que han peleado en las distintas ¨¦pocas por un mundo mejor, defendiendo la necesidad de la memoria colectiva sin tab¨²es, tanto en Espa?a como en los Balcanes en a?os posteriores a su guerra.
Desde Duelo en el para¨ªso (1955), Juan Goytisolo aplica y yuxtapone su experiencia personal, hasta el punto de situar a sus personajes de entonces (ni?os vascos refugiados en una finca pr¨®xima a Gerona) en el tiempo de la tambi¨¦n infancia del novelista, los meses que pre?ceden a la toma de Barcelona por el franquismo. Juan Goytisolo va a relatar el asesinato de un ni?o acusado de traici¨®n por otros que aplican la violencia, reproduciendo el drama estremecedoramente real de los adultos, ensanchando las posibilidades del ya cl¨¢sico tema a trav¨¦s de una experiencia casi biogr¨¢fica, pero d¨¢ndole un sentido simb¨®lico atemporal.
A partir de aqu¨ª, sus ensayos y novelas han innovado en una forma de conocimiento que situaba la literatura espa?ola en un ¨¢mbito de modernidad perfectamente compatible con la mejor escrita en Europa a partir de la posguerra mundial, articulando los mitos espa?oles (La Celestina, el Quijote, Don Juli¨¢n) con la lectura original de textos incisivos, (el Libro de Buen amor, La Lozana andaluza) todav¨ªa pendientes de una interpretaci¨®n lib¨¦rrima, como hizo con Larra o Blanco White. A ello se incorpor¨® en su narrativa, ensanchando los l¨ªmites de la literatura de creaci¨®n hac¨ªa un texto mixto, mud¨¦jar, como fue su gran novela Makbara. Ninguna de sus creaciones estaba exenta de humor, humor rico e inteligente, lejos del chiste patrio en que a veces convertimos la incursi¨®n humor¨ªstica.
Entre sus centenares de art¨ªculos y ensayos breves recuerdo el titulado Vamos a menos acerca de las miserias de la vida literaria. Pocos d¨ªas despu¨¦s, desde una de las ferias del Libro de Guadalajara (M¨¦xico), Goytisolo lament¨® la autocensura de los intelectuales espa?oles que, cito, "no dicen lo que piensan", a veces por un ¨¦xito f¨¢cil o por motivos de venta directa a patronos medi¨¢ticos. Parecido juicio sostuvo George Steiner, de visita entonces en Madrid, con los intelectuales europeos: "Hoy los llamados intelectuales est¨¢n en manos de sus amos, de sus editoriales, que a su vez dependen de grandes bancos... Es muy dif¨ªcil sucumbir al ¨¦xito medi¨¢tico... Y el ¨¦xito medi¨¢tico corrompe el intelecto".
Con actitud esc¨¦ptica ("hispanoesc¨¦ptico", autodefin¨ªa su trabajo) al integrar en su propuesta de debate, antes de la masacre de las emigraciones masivas sin otro destino que la muerte, la realidad de la inmigraci¨®n contempor¨¢nea que ascend¨ªa por el Mediterr¨¢neo de sur a norte ampliando el concepto de Europa, reactualizando nuestro pasado m¨¢s innovador en un presente que nos adjudicaba por imperativos geogr¨¢ficos el papel de guardi¨¢n o puerta o frontera del continente europeo en la orilla mediterr¨¢nea. En sus trabajos filmados ¡ªla serie Alquibla¡ª, entre otros, criticaba el peligro del islamismo extremo, y a los estados moderados como Arabia Saud¨ª al difundir por el mundo una versi¨®n fundamentalista del islam, pregunt¨¢ndose si suscitar¨ªa una emulaci¨®n en el horror entre todas las redes mafiosas, grupos y grup¨²sculos capaces de procurarse armas letales para chantajear y destruir otras ciudades y s¨ªmbolos de nuestra fr¨¢gil y definitivamente vulnerable Aldea Global. Adivinaba lo que habr¨ªa de pasar.
Una cierta tendencia de adensamiento y adentramiento en la espesura de la palabra lo ha acompa?ado en este trayecto en sus ¨²ltimas novelas, cada vez m¨¢s po¨¦ticas, como Tel¨®n de boca (2003). Juan Goytisolo particip¨® en uno de los congresos de m¨ªstica a prop¨®sito de su mejor amigo Jos¨¦ ?ngel Valente. Su ponencia, Palmera y mandr¨¢gora razonaba en los siguientes t¨¦rminos: Si la teolog¨ªa de Ir¨¢n es una teolog¨ªa de la Luz, como escribe bellamente Henri Corbin, ello obedece a una conjunci¨®n real o armon¨ªa previa existente entre los dos t¨¦rminos: la luz que se vierte sobre la altiplanicie, luz solas de los d¨ªas y estelar de las noches, es una materia en su estado m¨¢s sutil, perfectamente sublimado: la materia inmaterial de los m¨ªsticos, en la que la imaginaci¨®n metaf¨ªsica puede modelar sus sue?os.
En Las virtudes del p¨¢jaro solitario, (1988) el hilo conductor recoge numerosas elipsis, f¨®rmula muy goytisoliana en la que las palabras cumplen funciones de ausencias de lugares, valores ligados territorialmente a lo sagrado. Hab¨ªa practicado un tipo de escritura en la que aparece la confusi¨®n de espacios, temas y personajes y donde se produce la ascensi¨®n hacia el mundo medianero, camino del otro mundo uno. As¨ª sucede en La Cuarentena (1991) . Goytisolo relaciona escritura y m¨ªstica, ahonda en el v¨ªnculo entre escritura y deseo de comunicaci¨®n con lo divino e infinito, al mismo tiempo que consigue una lengua equivalente, n¨®mada, capaz de nombrar el vac¨ªo y constatar la uni¨®n por encima de tiempos y de espacios.
Juan Goytisolo nos acerc¨® en los momentos infernales del franquismo su sombra y, en los ¨²ltimos tiempos, en las heladas de la historia, su palabra nos alumbra como una hoguera alerta.
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