¡®D¨®mina¡¯: una novela con sexo, ¡®caravaggios¡¯ y alg¨²n ruso
L. S. Hilton vuelve con 'D¨®mina', la segunda parte de una trilog¨ªa que funde arte, erotismo y muerte
Judith Rashleigh est¨¢ creando un baile de manos en una ba?era llena, el vaho crea una nube con olor a aceite de almendras. Sus dedos enlazados a los dedos de un muerto. Un chapoteo tan inocente como macabro. Un asesinato sin pompa y borla, y contado as¨ª, sin pompa y borla. Es la bienvenida de Judith a una nueva parte de su vida.
D¨®mina (Roca Editorial, 2017) es el segundo libro de una trilog¨ªa que comenz¨® el pasado a?o con Maestra y que terminar¨¢ la primavera del a?o que viene con unas p¨¢ginas que est¨¢n escribi¨¦ndose ahora, todav¨ªa sin nombre. Este 8 de junio sali¨® a la venta en Espa?a este nuevo t¨ªtulo y su autora, L. S. Hilton, que atiende a EL PA?S por tel¨¦fono, estar¨¢ este viernes 9 de junio y ma?ana en la Feria del Libro de Madrid.?
Judith se ha mudado a Venecia, y se ha mudado el disfraz, otra vez. Ahora tiene un pasaporte a nombre de Elizabeth Teerlic y ha abierto una galer¨ªa de arte en esa ciudad vertebrada por el agua, a veces inh¨®spita, con mucha fachada para turistas. ¡°Venecia puede ser perfectamente una met¨¢fora de Judith, un lugar lleno de ilusiones y secretos¡±, arguye Hilton. Una ciudad perfecta para el sexo y la muerte.
All¨ª, con la vida que ella misma se ha confeccionado a medida, no termina de encontrarse. Elizabeth Teerlic no termina de encajarle: ¡°Al principio del libro hay una frase de Freud, el final del deseo es la muerte. ?Qu¨¦ pasa cuando conseguimos lo que queremos?¡±. A Judith, darse cuenta de que se hab¨ªa equivocado, que no era eso lo que quer¨ªa.
Lo sabe cuando ella misma, ese yo que ha querido enterrar, aparece de repente, apartando a una galerista demasiado convencional. Mientras que Elizabeth Teerlic es la parte creada, Judith Rashleigh es el instinto, el motor: ¡°Puede tener que ver con esa parte del personaje que evoluciona, que le permite seguir, levantarse, sentir m¨¢s¡±. En esta nueva versi¨®n del personaje hay un espacio ¨Cno muy grande, pero espacio al fin y al cabo- para las emociones: ¡°Refleja un extra?o sentimiento de lealtad, de protecci¨®n por sus amigos, y tambi¨¦n una conexi¨®n poco com¨²n con otro de los personajes¡±. Un ruso multimillonario con el que perpetra una de las sesiones de sexo m¨¢s completas del libro.
Polic¨ªas corruptos, tr¨¢fico de armas vestido como compraventa de arte, una cadena de mafiosos rusos que intentan ocultar pasado y dinero con una nueva e impoluta imagen social, financieros homosexuales, bajos fondos y cuartos oscuros, un recorrido por Europa, fiestas, droga, asesinatos, poder¡ y encaj¨¢ndolo todo, comida y bebida que fijan no solo la naturaleza de los personajes, sino del entorno. Y Caravaggio.
Hilton (Liverpool, 1974), que se licenci¨® en Oxford y estudi¨® despu¨¦s Historia del Arte en Par¨ªs y Florencia, es ¡°personalmente y profesionalmente¡± una mujer atada al arte. En Maestra fue Artemisia Gentileschi, en D¨®mina, Caravaggio. ¡°Siempre he querido transmitir mi pasi¨®n por el arte, hacer ver que no es elitista, ni esnob, que puede ser provocativo, sexi, enganchar¡¡±. Hilton recuerda que la ¨²ltima vez que estuvo en Madrid pas¨® a ver los caravaggios del Museo Thyssen Bornemisza: ¡°Hab¨ªa una excursi¨®n de un colegio, y los ni?os estaban all¨ª, aburridos¡ Pens¨¦ que era una pena. Creo que de alguna forma no se hace lo suficiente por acercar a la gente al arte, porque interact¨²en con ¨¦l¡±.
?Sony, Netflix, HBO?
A Maestra, la primera parte de la trilog¨ªa, le queda poco para convertirse en una pel¨ªcula y una serie de televisi¨®n. El film, cuyos derechos de autor compr¨® Sony el pasado a?o, est¨¢ previsto para el oto?o; y para la serie suenan Netflix y la HBO. "Estoy emocionada con este reto. Suenan adem¨¢s nombres de actores conocidos para estos proyectos".
En el libro, las sombras del pintor barroco que defini¨® el claroscuro encajan con una trama que se nutre de la penumbra de la protagonista: ¡°Caravaggio fue un revolucionario en la t¨¦cnica, y tambi¨¦n en la composici¨®n humana de sus cuadros. Quiso (y lo hizo) colocar a gente com¨²n en esos lienzos, ponerlos en lugares reconocibles¡±. Prostitutas o mendigos que pon¨ªa a posar para im¨¢genes religiosas. ¡°No es un pintor f¨¢cil de observar, es m¨¢s bien perturbador¡ Pero hay belleza en esa oscuridad¡±.
La misma que arrastra Judith, y que se acent¨²a cuando, al final, tiene que volver a casa. ¡°No quiere volver a ese ambiente dom¨¦stico, siente que de alguna manera es peligrosa, est¨¢ turbada y se da cuenta de que nunca tendr¨¢ relaciones normales como tienen otras personas¡±, explica Hilton. Tiene, sin embargo, todos los elementos para convertirse en algo parecido a una antihero¨ªna: libre, descarnada, voraz, y muy real. Tambi¨¦n muy sola. Hilton reconoce que hay algo de s¨ª misma en esa sensaci¨®n: ¡°A veces me encuentro envidiando cosas que no tengo, como un marido, hijos, estar en casa¡ No lo quiero, pero a veces me siento triste porque s¨¦ que no lo tendr¨¦. No es un mal sentimiento, es lo que es¡±. Ahora, a esa sensaci¨®n la pisa la de la salida de esta segunda parte, y el torbellino de la tercera, para la que Judith Rashleig ya ha buscado un nuevo nombre en su pasaporte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.