La corrida (Miura) del deshonor
Un fracaso sin paliativos de la ganader¨ªa sevillana -con dos toros devueltos a los corrales- cerr¨® el largo ciclo madrile?o
Miura / Rafaelillo, D¨¢vila, Pinar
Toros de Miura -segundo y quinto, devueltos-, desiguales de presentaci¨®n, muy flojos, muy mansos, descastados y deslucidos; chicos los tres primeros. Primer sobrero, de Buenavista, soso y noble; el segundo, de El Ventorrillo, cumplidor en varas, noble y con clase en el tercio final.
Rafaelillo: media estocada y dos descabellos (silencio); media trasera (ovaci¨®n).
D¨¢vila Miura: pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio); pinchazo y casi entera (divisi¨®n de opiniones).
Rub¨¦n Pinar: dos pinchazos y estocada (silencio); estocada y cinco descabellos (silencio).
Plaza de Las Ventas. Trig¨¦sima segunda corrida de feria. 11 de junio. Casi lleno (22.490 espectadores).
El primer toro ten¨ªa cara de chaval¨ªn; el segundo, era un compa?ero del cole, y el tercero, escurrido de carnes. Pero eso no fue lo peor. El segundo fue devuelto a los corrales porque a su cara de ni?o le a?ad¨ªa una evidente invalidez, lo que ya parec¨ªa una broma. Y el animal se march¨® solo a los corrales, convencido, sin duda, de que hab¨ªa terminado el recreo. Los tres ¨²ltimos parec¨ªan los padres de los primeros; a¨²n as¨ª, qued¨® claro que la ausencia de fuerzas no era cuesti¨®n de tama?o, sino de familia. Esa y no otra fue la raz¨®n de que tambi¨¦n acabara en los corrales el quinto, y a punto estuvo de seguir los pasos el sexto. Pero el reloj ya pasaba de las nueve y no era cuesti¨®n de prolongar el hast¨ªo.
Y hubo m¨¢s: ning¨²n miura mereci¨® la pena en ning¨²n tercio; muy mansos en los caballos, con la cara siempre por las nubes, desganados en banderillas, y sosos, descastados y deslucidos en la muleta.
En fin, que vaya cierre de feria, menudo colof¨®n y deshonor para ganader¨ªa tan se?era; un fracaso sin paliativos que no admite disculpa alguna. Imperdonable que salieran tres toros anovillados, y un negro borr¨®n en la historia de la centenaria ganader¨ªa por el p¨¦simo juego de la corrida.
Con tal material, es presumible que el festejo fuera desabrido y pl¨²mbeo, a pesar de la buena voluntad de los toreros.
Una cerrada ovaci¨®n son¨® al final del pase¨ªllo en honor de D¨¢vila Miura. Merecid¨ªsima. El gesto de matar la corrida de su familia en situaci¨®n de torero retirado que no se viste de luces desde los Sanfermines del a?o pasado es una heroicidad que el p¨²blico le reconoci¨®. Al final, no lidi¨® ning¨²n miura, pues su lote fue el devuelto, pero demostr¨® que la experiencia es un grado y permanece en sus mu?ecas el sabor a?ejo del toreo. Se le not¨®, claro est¨¢, la falta de rodaje, lo que no impidi¨® que trazara varias tandas de estimables redondos a su noble primero, con el que dio la impresi¨®n de no sentirse c¨®modo ni relajado. El mejor toro de la tarde -cumpli¨® en varas, acudi¨® en banderillas y derroch¨® clase en la muleta- fue el quinto. Muy lucido el comienzo por bajo, rubricado con un gran pase de pecho; varias tandas muy toreras con la mano derecha, faltas de ce?imiento, quiz¨¢; un manojo de bellos naturales; otra tanda con la mano derecha sin la ayuda del estoque y unos inspirados ayudados por alto pusieron el colof¨®n a una labor criticada incompresible e injustamente por parte del p¨²blico, en la que el torero -es verdad- no lleg¨® a romperse como se esperaba.
Rafaelillo se llev¨® un susto gordo cuando el cuarto le lanz¨® un derrote a su menudo cuerpo y le produjo puntazos corridos de car¨¢cter leve en el muslo izquierdo y la axila derecha. Era un buey con malas pulgas. Y con el primero -tan soso y descastado como noble- se sinti¨® a gusto, como si estuviera firmando un armisticio, de tan cari?oso como era, aunque el calor de la amistad no lleg¨® a los tendidos.
El m¨¢s perjudicado, Rub¨¦n Pinar. Un lote imposible. Decidido y esforzado. Merece otra oportunidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.