El canto de la cotorra
Lejos del 'artist-run space' y del modelo alternativo, The Green Parrot propone otra manera de trabajar con el arte contempor¨¢neo
The Green Parrot es uno de los mejores proyectos que ha generado el campo de las pr¨¢cticas art¨ªsticas de los ¨²ltimos a?os. Naci¨® en 2014 de la mano de los comisarios Jo?o Laia (Lisboa, 1981) y Rosa Lle¨® (Barcelona, 1980), en el primer piso de un inmueble del barrio de Ciutat Vella, en Barcelona, huyendo de cualquier de los modelos locales conocidos e introduciendo una forma de gestionar al estilo anglosaj¨®n. El prop¨®sito inicial era simple: hacer un programa de exposiciones con artistas que a ambos comisarios interesaban. Hab¨ªan tenido experiencias tan precarias tanto en Espa?a como en Portugal que pensaron en organizar algo por su cuenta. Pronto aquel piso con nombre de cotorra verde, tan propia del paisaje urbano de la ciudad, se convirti¨® en una mini-instituci¨®n.
La programaci¨®n inclu¨ªa cuatro exposiciones al a?o y muchas actividades bajo los formatos Readers, Cabinet, Editions y Colony. Ambos comisarios conoc¨ªan bien c¨®mo funciona el ecosistema de museos, centros, galer¨ªas y ferias, y trabajaron conjuntamente generando un lugar espec¨ªfico. El gran m¨¦rito de The Green Parrot ha sido crear un lugar propio y un nuevo modelo que acababa con el mito del espacio ¡°alternativo¡±. No tardaron en recibir el aplauso nacional e internacional. Dos a?os m¨¢s tarde, cuando tuvieron que dejar el espacio y despu¨¦s de que Laia dejara el proyecto, Rosa Lle¨® tir¨® de declaraci¨®n de intenciones: probar si puede adaptarse unas condiciones concretas, a trav¨¦s de otras econom¨ªas y otras maneras de hacer, ligadas a la generosidad y la relaci¨®n estrecha con los artistas, con el p¨²blico y con el discurso cr¨ªtico. The Green Parrot, convertido ya en proyecto sat¨¦lite, no tard¨® en ocupar una de las residencias art¨ªsticas que ofrece la Fundaci¨®n T¨¤pies dentro del programa Planta 1:1.
No han tardado en darle forma a un proyecto conjunto, al hilo de la exposici¨®n de Allan Sekula en las salas del museo con una propuesta del colectivo de artistas brasile?os OPAVIVAR?! Llevan d¨ªas recorriendo la Barceloneta y recogiendo frases de reivindicaci¨®n social que han estampado en pareos que responden al nombre de Canga?o. El proyecto parte de las manifestaciones que tuvieron lugar en Brasil en 2013, donde los artistas recogieron algunos de sus esl¨®ganes en pareos y toallas de playa utilizando el humor y las apropiaciones cr¨ªticas que son caracter¨ªstica del colectivo. Tambi¨¦n han trabajado con el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de la ciudad para crear una serie de postales distribuidas por el espacio p¨²blico. Es otro tipo de proyecto muy distinto a lo que haci?amos en Ciutat Vella, pero que servira? para valorar que? camino puede seguir The Green Parrot a partir de ahora. Sobre ello habla Rosa Lle¨®.
Si hace balance de estos tres a?os, ?qu¨¦ ve?
Despue?s de un an?o sin espacio miro atra?s y recuerdo dos an?os agotadores pero muy divertidos en los que aprendi? muchi?simo. Todos los artistas que expusieron fueron extremadamente generosos y entendieron bien el proyecto, como algo en que se poni?a en juego otro tipo de economi?a, precario pero hecho desde los afectos. La parte ma?s dura fue llevar el di?a a di?a pra?cticamente sola, porque un espacio no es so?lo comisariar expos sino que implica muchas cosas: desde buscar financiacio?n hasta cambiar la bombilla del fluorescente de turno, limpiar, recibir y charlar con la gente... Se convirtio? en mi casa. Esta parte que implica el cuidado del lugar desaparecio? cuando entramos en la Fundaci¨®n Ta?pies, y fue un cierto alivio, pero aun asi? hecho mucho de menos la cercani?a e independencia que teni?a.
?En que? se diferenciaba The Green Parrot de otros espacios de la ciudad?
El proyecto de espacio teni?a sentido en Barcelona en un momento muy concreto en que las instituciones estaban a la deriva, las galeri?as no arriesgaban como lo hacen ahora algunas, y existi?a la necesidad de ver propuestas comisariadas que trascendieran la emergencia. Pensamos un modelo en que artistas de otras ciudades exponi?an al lado de artistas locales, artistas de media carrera que haci?a an?os que habi?an pasado por lugares como la Sala d¡¯Art Jove pero que tampoco teni?an visibilidad. Daniel Steegmann haci?a muchi?simo tiempo que no exponi?a de forma individual en Barcelona, Eva Fa?bregas no teni?a un trabajo conocido porque vivi?a fuera, con Teresa Solar Abboud pensamos en alguien de Madrid... Se diferencio? de lugares como Halfhouse porque nunca fue un espacio artist-run, sino un espacio llevado por dos comisarios. Teni?a ma?s que ver con la gestio?n de una institucio?n, pensando en todo conceptualmente.
?De qu¨¦ proyectos est¨¢ cerca?
El primer proyecto que empezo? de forma similar cuando estudiaba en Londres fue FormContent. Lo segui? de cerca porque una de las comisarias estudiaba conmigo. Empezaron literalmente con un local debajo de un puente pero fueron hacie?ndose conocidos y se trasladaron a un espacio grande en Dalston, consiguieron financiacio?n pu?blica, todo bastante ra?pido. Kunsthalle Lissabon tambie?n lo es. Ahora mismo veo similitudes en lugares como Fluent, en Santander.
?Estaba m¨¢s cerca de una galer¨ªa o de un espacio independiente?
El espacio nunca fue concebido como galeri?a comercial sino a semejanza de propuestas como las mencionadas anteriormente. Lo que pasa es que al no haber muchos precedentes en Barcelona de un lugar asi?, sin a?nimo de lucro pero con un programa cuidado de exposiciones, mucha gente no lo entendio?. Las dos partes que si? son abiertamente comerciales de The Green Parrot son, por un lado la li?nea de ediciones limitadas que producimos con cada exposicio?n y que nos sirve para financiar el proyecto. Es una parte importante y que nos ha funcionado bastante bien hasta ahora. Por otro lado, hemos participado en diversas ocasiones en ferias, con artistas de otras galeri?as, y alli? s¨ª hemos funcionado de manera comercial.
H¨¢blenos de la propuesta de OPAVIVAR?!
Hace tiempo un comisario brasilen?o me contaba c¨®mo haci?a las visitas de estudio con los artistas en la playa de Ri?o de Janeiro. Desde entonces, siempre tuve en mente hacer algo en la playa de Barcelona. Conoci? el trabajo de OPAVIVARA? en una Bienal de S?o Paulo y pense? que seri?a genial traer algunos de sus proyectos aqui?. Salvando las distancias, tanto Ri?o como Barcelona son ciudades muy turi?sticas, que tuvieron unos juegos oli?mpicos y se especulo? muchi?simo con el suelo. Los dos proyectos que proponen son traducciones de proyectos anteriores. Cangac?o es una accio?n en la playa con una coleccio?n de pareos que tienen impresos mensajes ligados al barrio de la Barceloneta. Para Jo amo manters han trabajado con el Sindicato de vendedores ambulantes para producir unas postales de manteros realizando su trabajo, que sera?n distribuidas en el espacio pu?blico. Ambas son acciones efi?meras, casi imperceptibles, que no tienen temporalidad concreta ni coreografi?a sino que se funden con la vida del barrio. Es una manera diferente e interesante de trabajar en el espacio pu?blico, casi sin esperar nada. Simplemente sucede.
?Y cu¨¢l es el di¨¢logo con el trabajo de Allan Sekula?
Le propuse a Carles Guerra, director de la Fundaci¨®n T¨¤pies, llevarlo a cabo coincidiendo con la exposicio?n de Allan Sekula, alguien quien trabaja desde otro lugar totalmente distinto pero sobre temas no muy alejados que tienen que ver con el impacto del neoliberalismo en la vida de las personas. El punto de confluencia fue el barrio de La Barceloneta, un barrio donde confluye una economi?a turi?stica como la lucha social de otros colectivos como los estibadores o los pescadores. Hemos preparado proyecciones de peli?culas relacionadas con el mar como espacio olvidado, una ruta en barco por el puerto comercial narrada por un estibador, una cena popular hecha de pescados que ya no se cocinan pero que son de proximidad, adema?s de los dos proyectos de OPAVIVARA?.
?Cree que Barcelona tiene un contexto excesivamente local?
Creo que Barcelona ha dado un giro a mejor en los u?ltimos an?os. Las instituciones se han puesto las pilas y han aparecido otras propuestas como BARproject, Espai Colona o Fireplace que han dado un soplo de aire fresco. Estando en el espacio de The Green Parrot me di cuenta de la cantidad de artistas y comisarios extranjeros que pasan por Barcelona. Lo que ocurre es que muchas veces somos perezosos y so?lo queremos ir a ver a nuestros amigos o conocidos, y ahi? esta? realmente el problema.
?Por que? todo el mundo quiere ser comisario? ?No cree que vive en una burbuja?
Yo hasta hace relativamente poco hui?a del calificativo de comisaria, precisamente porque ser comisario era como si quisieras ser alguien poderoso y tirano con los artistas. Preferi?a ser editora, trabajadora cultural... pero la burbuja exploto? hace tiempo. Ahora reivindico esta posicio?n porque es tan precaria como la del artista o ma?s. Y creo que al reve?s, que de repente se ha visto que tampoco es tan glamuroso, y que ahora es casi mejor ser teo?rico, socio?logo, arquitecto, coreo?grafo, que comisario.
Su formacio?n viene de la cr¨ªtica de arte y me gustari?a saber su opinio?n respecto a las publicaciones que hay sobre arte contempora?neo en Espan?a.
Existen dos extremos, los medios generalistas que van a buscar titulares y que redactan parte de la nota de prensa. No aportan un espacio de cri?tica sino que dan poder a la imagen que se tiene del arte como algo sensacionalista y anecdo?tico que nos hace tanto dan?o. Por otro lado, esta?n las publicaciones de ensayo ma?s que de cri?tica como Concreta, Esnorquel o Campo de rela?mpagos que hacen una gran labor, pero echo de menos un lugar donde escribir sobre las exposiciones, donde leer entrevistas a artistas, con cierta frescura y actualidad.
?Una idea para mejorar el actual sistema del arte espa?ol?
Con lo que todos ya sabemos: un sistema de subvenciones pu?blicas y de mecenazgo privado gestionado por profesionales del sector, no por poli?ticos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.