Chelsea Manning expone los malentendidos de su ADN en Nueva York
La galer¨ªa Fridman acoge una muestra que es un complicado tri¨¢ngulo de arte, gen¨¦tica y denuncia sobre la figura de la convicta
Poco despu¨¦s de ser puesta en libertad en mayo, Chelsea Manning se cit¨® para hacer un brunch en Nueva York con la artista Heather Dewey-Hagborg. Era la primera vez que se ve¨ªan en persona, aunque hab¨ªan tenido una intensa correspondencia durante dos de los siete a?os que Manning estuvo presa por filtrar documentos clasificados a la web Wikileaks. Ella enviaba muestras de cabello y saliva para que la artista, experta en crear retratos tridimensionales a partir de ADN, la utilizara como peculiar musa.
El beneficio era mutuo: la convicta burlaba el hermetismo al que fue condenada en aquella prisi¨®n de Texas a la que entr¨® como hombre y sali¨® como mujer. Dewey-Hagborg, por su parte, vest¨ªa de largo su proyecto de refutar el determinismo gen¨¦tico. Aquella ma?ana por fin se encontraron cara a cara. ¡°Cuando trabajas con el ADN de alguien es un proceso muy ¨ªntimo. Conf¨ªan mucho en ti y eso, para m¨ª, genera un v¨ªnculo muy especial con esa persona. Pero encontrarnos fue tan alucinante como completamente normal. Comimos tostadas de aguacate como cualquier neoyorquino, pero yo estaba viendo a alguien que hab¨ªa imaginado innumerables veces en mi cabeza¡±, explic¨® Dewey-Hagborg al presentar su exposici¨®n conjunta ante los medios.
La han llamado A Becoming Resemblance (Un parecido apropiado) y es un complicado tri¨¢ngulo de arte, gen¨¦tica y denuncia que estar¨¢ abierto hasta el 5 de septiembre en la galer¨ªa Fridman de Nueva York. Fue concebida antes de que Barack Obama conmutara la pena de 35 a?os de c¨¢rcel para Chelsea Manning y supone el estreno oficial de otra identidad de la exsoldado: la de artista multidisciplinar.
¡°Las prisiones intentan con todas sus fuerzas hacernos inhumanos e irreales negando nuestra imagen de cara al resto del mundo, y con ello nuestra existencia. Un retrato realizado a trav¨¦s del ADN pod¨ªa devolverme algo de la visibilidad que me fue despojada durante a?os¡±, reza el texto de la propia Manning en una de las cuatro paredes de la sala. En la opuesta, se puede ver la secuencia de su ADN transcrita de manera completamente as¨¦ptica. Y, en el medio, 30 m¨¢scaras inquietantes con esas ¡°posibles Chelseas¡± creadas por Dewey-Hagborg a ra¨ªz de su informaci¨®n gen¨¦tica. Son todas muy diferentes entre s¨ª, incluso de diferentes razas y sexos. Est¨¢n suspendidas en el aire, como si fuera un baile de m¨¢scaras flotantes que componen la siniestra pieza principal de la exposici¨®n. Siniestra en la concepci¨®n freudiana del t¨¦rmino: la recreaci¨®n resulta tan perfecta, tan familiar pero aun as¨ª tan inhumana que solo puede inquietar.
La deshumanizaci¨®n es, precisamente, la protagonista de esta exposici¨®n que reafirma que Chelsea Manning no sali¨® de la c¨¢rcel ni arrepentida ni pacificadora. Sali¨® con ganas de poner en duda muchas cosas y, m¨¢s que ninguna de ellas, el concepto de identidad. Una identidad que, sugiere la muestra, est¨¢ interceptada en el mundo de hoy no solo por el constructo social de g¨¦neros y razas, sino tambi¨¦n por los algoritmos. Bien sean los de Facebook y Google para filtrar nuestras b¨²squedas y situarnos como target comercial de los anunciantes, bien sean los que utiliza la polic¨ªa, cuyo m¨¦todo para hacer retratos robot por ADN es el mismo que usa Dewey-Hagborg. Y ah¨ª est¨¢ el otro nivel de denuncia: ella los utiliza para hacer arte, ellos para hacer algo mucho m¨¢s delicado: justicia. ¡°Me preocupa esa tendencia de mostrar estos retratos como una verdad objetiva¡±, dijo la artista.
¡°Espero que la gente entienda con esta muestra c¨®mo el genoma no dice mucho de nosotros. La informaci¨®n gen¨¦tica est¨¢ abierta a interpretaci¨®n, es algo subjetivo. Y gen¨¦tica no es sin¨®nimo de destino. Esta exposici¨®n se propone eliminar la idea de identidad determinada gen¨¦ticamente, defendiendo la identidad creada desde la propia persona, y no la identidad prescrita desde fuera¡±, a?adi¨®.
Manning se erige, pues, como l¨ªder de la rebeli¨®n contra los dictados de la gen¨¦tica y, en general, los compartimentos estancos para la identidad. No solo pas¨® de ser Bradley a Chelsea Elizabeth, de experta en seguridad en las redes a artista, sino que pas¨® de traidora a la patria a hero¨ªna y a objeto de la magnanimidad del entonces todav¨ªa presidente de su pa¨ªs. Dewey-Hagborg entr¨® en contacto con ella cuando la revista Paper le encarg¨® un retrato de ella cuando no se hab¨ªan visto im¨¢genes del resultado de su reasignaci¨®n de sexo. Por correo tuvieron qu¨ªmica, aunque Chelsea Manning estaba preocupada de que el resultado de ese retrato fuera demasiado masculino. Que ese sexo con el que nunca se sinti¨® c¨®moda puidera estar tatuado en su ¨¢cido desoxirribonucleico. La artista se encarg¨® de demostrarle lo contrario.
Poco despu¨¦s empezaron a trabajar en la exposici¨®n que ahora es una realidad, aunque entre medias llevaron a cabo el relato gr¨¢fico ¡°Suppressed Images¡±, junto al ilustrador Shoili Kanungo, que, precisamente, fantaseaba con la idea de que Obama conmutara la pena a Manning y esta pudiera ver en persona el trabajo de su retratista gen¨¦tica. ¡°Ahora Chelsea est¨¢ muy emocionada con la idea de ver la exposici¨®n¡±, dijo la artista. Minutos despu¨¦s, Chelsea Manning apareci¨® en la galer¨ªa y, como una m¨¢s, se encontr¨® mirando con extra?eza y admiraci¨®n las mentiras generadas por su propio ADN. Viendo que, entre todas las ¡°posibles Chelseas¡±, no hab¨ªa ninguna como la que ella misma decidi¨® ser.
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