F¨²tbol en estadios de autor
El nuevo campo del Atl¨¦tico, de los arquitectos Cruz y Ortiz, toma como referentes el Ol¨ªmpico de M¨²nich, el dinamismo de San Siro y la integraci¨®n de Souto de Moura en Braga
Cuando Barack Obama entreg¨® el Premio Pritzker a Eduardo Souto de Moura en la primavera de 2011, el expresidente norteamericano elogi¨® el estadio del Braga que el portugu¨¦s construy¨® insertando la arquitectura en una cantera de granito. Ese campo no molesta entre las colinas y estas sirven para que vean los partidos quienes no pueden pagar la entrada. No molestar es la m¨¢xima ambici¨®n que un arquitecto se plantea cuando construye un proyecto del descomunal tama?o de un campo de f¨²tbol. Como Souto, el flamante Pritzker 2017, el estudio catal¨¢n RCR, tambi¨¦n levant¨® un estadio, esta vez de atletismo, en su pueblo, Olot, que no quiso hacer tabula rasa con lo existente y mantuvo algunos ¨¢rboles aportando sombra al esfuerzo de los atletas. En esa l¨ªnea, los sevillanos, Rubi?o/Garc¨ªa M¨¢rquez insertaron el estadio del Ja¨¦n en una topograf¨ªa de colinas de olivos y los canarios Artengo, Menis y Pastrana construyeron un cr¨¢ter de piedra volc¨¢nica para esconder el Estadio de Atletismo de Santa Cruz de Tenerife.
Pero si camuflar un estadio en un paisaje es complicado, disimularlo en un entorno urbano es pr¨¢cticamente imposible. Por eso, en las ciudades, los arquitectos suelen optar por hacer lo contrario, por destacar sus instalaciones convirti¨¦ndolas en piezas ic¨®nicas. As¨ª, los ¨²ltimos grandes estadios han sido m¨¢s aplaudidos por su fuerza visual que por sus soluciones arquitect¨®nicas. El Ol¨ªmpico de Pek¨ªn, de Herzog & de Meuron, es m¨¢s conocido como el Nido de p¨¢jaro, que alude a la mara?a de piezas de acero que no s¨®lo recuerda a un nido sino que, estructuralmente, tambi¨¦n funciona como un nido. Ese aspecto escult¨®rico contrasta con otro de los campos construidos por los arquitectos suizos, el Allianz Arena de M¨¹nich que levantaron dos a?os antes, en 2006, recurriendo a 2.760 paneles de efte (copol¨ªmero de etileno tetrafluoretileno), un material de nueva generaci¨®n con la capacidad camale¨®nica de alterar su color y, por lo tanto, transformar el edificio. As¨ª, con la fachada del estadio convertida en pantalla, el campo aparece colorado cuando juega el Bayern, blanco cuando lo hace la selecci¨®n alemana y azul cuando le toca al TSV 1860 M¨²nich, un equipo de cuarta divisi¨®n que, desde la inauguraci¨®n del Allianz, comparte sede con el Bayern.
Herzog & de Meuron son hoy, con sendos encargos para levantar los nuevos estadios del Chelsea y del Burdeos ¡ªrecurriendo a fachadas de columnas y evocando directamente un templo cl¨¢sico¡ª, los proyectistas m¨¢s avezados tambi¨¦n en el ¨¢mbito futbol¨ªstico. La convivencia que se da en M¨²nich env¨ªa un mensaje m¨¢s poderoso que los efectos luminosos de la fachada del estadio.
El estudio Cruz y Ortiz Arquitectos se ha encargado del nuevo estadio del Atl¨¦tico de Madrid, que acoger¨¢ su primer partido del equipo local el 17 de septiembre.
Un futuro sostenible
En Espa?a las ¨²ltimas grandes transformaciones en los campos de f¨²tbol han obedecido m¨¢s a razones inmobiliarias que deportivas o arquitect¨®nicas. Traslados como el Wanda Metropolitano se antojan mudanzas ante los pocos metros que separan el nuevo San Mam¨¦s de su predecesor. Sin embargo, desde que en 2007 el F¨²tbol Club Barcelona anunci¨® que Norman Foster firmar¨ªa su nuevo estadio algo m¨¢s que la sede del Bar?a est¨¢ en juego en un grader¨ªo pensado para que circule el aire y se ahorre energ¨ªa. En Catar, ya est¨¢ listo para el Mundial de 2022 el Khalifa Stadium, dise?ado por Arup, DHG y Cox Richardson con aire acondicionado. Tambi¨¦n el equipo de Zaha Hadid construye all¨ª el p¨®stumo Al Wakrah Stadium que, adem¨¢s de una cubierta ic¨®nica que parece tragarse el campo, aportar¨¢ otra vuelta de tuerca a la sostenibilidad: 20.000 localidades, la mitad de las gradas, se desmontar¨¢n tras el mundial para convertir el edificio en un icono de uso local. M¨¢s all¨¢ de la climatizaci¨®n o el exceso, lo que resulta insostenible es tambi¨¦n la misoginia en un ¨¢mbito que combina deporte y arquitectura. El proyecto de Hadid no tard¨® en ser comparado con una vagina. Ella se limit¨® a lamentar, en la revista Time, una cr¨ªtica que ve una vagina en todo lo que tiene un agujero.
El civismo y la sabidur¨ªa urban¨ªstica de aprovechar la descomunal marca que un estadio deja en la ciudad y de transformar su mensaje de rivalidad en convivencia tiene, sin embargo, un precedente en el mayor estadio italiano, San Siro, levantado en Mil¨¢n en 1935. Su primer arquitecto, Ulisse Stacchini, estaba preocupado por si el futbol iba a resultar una moda pasajera. El Milan jugaba entonces solo con futbolistas italianos. Y el Internazionale naci¨® de esa decisi¨®n: eran muchos los milaneses que quer¨ªan figuras extranjeras en su alineaci¨®n. Como en una premonici¨®n, el Inter gan¨® al Milan en el partido que inaugur¨® San Siro. Sin embargo, fueron el arquitecto Armando Ronca y el ingeniero Ferrucio Calzolari quienes, en la ampliaci¨®n de 1955, redise?aron el sistema de acceso a base de rampas que termin¨® por decidir el car¨¢cter din¨¢mico que el estadio mantiene hoy. Esas rampas de acceso sirvieron de inspiraci¨®n al Estudio Lamela para ampliar el Bernab¨¦u en 1992. La actual ampliaci¨®n, que lo dotar¨¢ de una cubierta retr¨¢ctil firmada por los arquitectos GMP, L35 y Ribas&Ribas, ocultar¨¢ esos accesos, pero destacar¨¢ la necesidad de los clubes de pactar con los ayuntamientos para mejorar las ciudades. El Real Madrid aumentar¨¢ 12 metros su cubierta a cambio de construir en su entorno una enorme plaza p¨²blica.
Flexibilidad
Hoy cuando se habla de arquitectura flexible y se busca para los edificios usos alternativos que no los conviertan en estorbo la jornada que no hay liga, queda claro que pocas ideas benefician tanto a una ciudad como reunir a sus equipos en un solo estadio. Una decisi¨®n como la del Inter, el Milan, el Bayern y el TSV env¨ªa un mensaje de convivencia y fair play que tanta falta le hace al f¨²tbol, en todos los niveles.
Comunale, precisamente, se llamaba el estadio de la Fiorentina, hoy rebautizado como Artemio Franchi. Fue el primer edificio levantado por uno de los ingenieros italianos m¨¢s famosos de la historia, Pier Luigi Nervi. Italia est¨¢ hoy sembrada de estadios firmados por arquitectos famosos. Vittorio Gregotti apost¨® por insertar el Luigi Ferraris de G¨¦nova en la trama decimon¨®nica del Marassi, el barrio que da nombre alternativo al campo cuando lo ampli¨® para el Mundial de 1990. Renzo Piano eligi¨® una estrategia opuesta y su Estado San Nicola de Bari recibi¨® el sobrenombre de La Astronave.
As¨ª, entre la inserci¨®n y el reclamo, entre el camuflaje y la vanguardia, puede que exista un p¨²blico para la arquitectura de los estadios y otro diferente para el propio f¨²tbol. Y puede tambi¨¦n que el estadio en el que m¨¢s se acercan los intereses de unos y otros aficionados sea en el Ol¨ªmpico de M¨²nich, que G¨¹nther Behnisch y el ¨²nico Pritzker p¨®stumo, Frei Otto, levantaron en 1972 sobre los escombros de la Segunda Guerra Mundial en los que se erigi¨® el Parque Ol¨ªmpico de la ciudad. La econom¨ªa de medios, la ligereza de los cables met¨¢licos y la estructura de m¨¢stiles configuran un lugar con aspecto org¨¢nico, vivo, como un gran animal varado en el paisaje.
Teniendo como referentes ese estadio muniqu¨¦s, pero tambi¨¦n la accesibilidad y el dinamismo de la ampliaci¨®n de San Siro y la integraci¨®n del Campo de Souto de Moura, en Braga, Antonio Cruz y Antonio Ortiz han trabajado en el Wanda Metropolitano a lo largo de 25 a?os. ¡°Siempre fue una obra abierta. Deb¨ªa estar preparado para crecer, por eso, en 1992, concentramos a los espectadores a un lado, en la peineta¡±.
Ese recurso constructivo termin¨® por darle nombre al estadio y, por extensi¨®n, a muchos de los comercios del barrio. Hoy casi no se pueden: Bar La Peineta, Cl¨ªnica Veterinaria La Peineta. ¡°El edificio signific¨® el barrio. Es lo menos que puede hacer una obra de este tama?o¡±, opina Antonio Cruz. Aunque esa peineta haya quedado absorbida por la nueva cubierta de efte.
Muro agujereado
Que un inmueble multiplique sus espectadores por tres no indica que haya sabido asumir el cambio, implica que estaba preparado para cambiar. Por eso a Cruz, m¨¢s interesante que lo nuevo, le parece lo que no lo es: los dos puntos de la peineta con una cimentaci¨®n especial para aceptar la sobrecarga de nuevos pilares. O el tratamiento del muro de hormig¨®n, agujereado con ventanas horizontales que dan car¨¢cter al exterior y luz al interior.
Que los estadios hablen desde su estructura o desde su funci¨®n, y no desde sus acabados, define las preferencias de Cruz y Ortiz, autores de la ampliaci¨®n y reforma del Rijksmuseum de ?msterdam, al juzgar otros campos de futbol. ¡°El problema de apostarlo todo a un ¨²nico material es que la sensaci¨®n que produce es de ya visto¡±. Lo ya visto frente a lo que uno no se cansa de mirar. Tambi¨¦n esa diatriba se plantea en un campo de f¨²tbol.
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