Una sucesi¨®n de acontecimientos aislados
Ni la falsificaci¨®n hist¨®rica ni el uso de la mentira pol¨ªtica son nuevos, pero s¨ª la escala que han alcanzado con la emergencia de redes y agregadores
"Los espejos y la c¨®pula son abominables porque multiplican el n¨²mero de los hombres¡±, cita Adolfo Bioy Casares; cuando alguien (llam¨¦moslo Jorge Luis Borges, por ponerle un nombre cualquiera) le pregunta de d¨®nde ha sacado la frase, ¨¦ste le responde que del art¨ªcu?lo sobre Uqbar de The Anglo-American Cyclopedia: van a la enciclopedia, buscan el art¨ªculo, no lo encuentran. Pero no se olvidan del asunto. Al d¨ªa siguiente Bioy Casares revisa su ejemplar de The Anglo-American Cyclopedia y da con ¨¦l f¨¢cilmente: all¨ª est¨¢ Uqbar (y su pa¨ªs imaginario, Tl?n), con sus r¨ªos y monta?as. Cuando visitan una biblioteca para obtener m¨¢s informaci¨®n, esa misma noche, no encuentran nada, sin embargo: ni una sola referencia.
¡®Tl?n, Uqbar, Orbis Tertius¡¯ fue publicado en la revista Sur en mayo de 1940 e incluido en uno de los libros seminales de Borges, Ficciones (1944); su tema es, para Jaime Alazraki, el ¡°creciente escepticismo¡± de la ciencia del siglo XX, y, para Frances Weber, ¡°la naturaleza conjetural de todo conocimiento y representaci¨®n¡±: sus protagonistas intentan obtener informaci¨®n sobre Uqbar, pero cada nuevo descubrimiento que realizan (el und¨¦cimo tomo de A First Encyclopaedia of Tl?n, la inscripci¨®n Orbis Tertius estampada en ¨¦l, un objeto c¨®nico de extraordinario peso) vuelve m¨¢s compleja, m¨¢s dif¨ªcil de responder, la pregunta inicial. Una sociedad secreta ¡°de astr¨®nomos, de bi¨®logos, de ingenieros, de metaf¨ªsicos, de poetas¡± bautizada como Orbis Tertius ha estado creando durante siglos a Tl?n para demostrar la superioridad del idealismo filos¨®fico sobre el materialismo; tambi¨¦n ha inventado un pa¨ªs al que atribuir esa creaci¨®n, y ese pa¨ªs es Uqbar.
Uqbar y Tl?n pertenecen a ese tipo de regiones que s¨®lo existen en libros y a las que se llega leyendo. (Cosa que no las vuelve imaginarias, por supuesto, sino reales de una forma ligeramente distinta a, digamos, But¨¢n). Muy r¨¢pidamente, la segunda excede esa condici¨®n, sin embargo: un d¨ªa Borges encuentra una br¨²jula con una inscripci¨®n en la lengua de Tl?n; m¨¢s tarde, tropieza con una de sus im¨¢genes religiosas; un tiempo despu¨¦s, un periodista estadounidense descubre los 40 vol¨²menes de la Primera Enciclopedia de Tl?n: no pasa demasiado tiempo antes de que su ¡°idioma primitivo¡± sea introducido en las escuelas, su historia (¡°armoniosa y llena de episodios conmovedores¡±) reemplaza a la ense?ada hasta el momento, las disciplinas cient¨ªficas son reformadas al hilo del nuevo saber. El mundo deviene Tl?n, y la fabulaci¨®n de ¡°una dispersa dinast¨ªa de solitarios¡± reemplaza a la verdad y a la historia.
Vivimos tiempos confusos pero (quiz¨¢s) tambi¨¦n incorregibles. ¡°?C¨®mo no someterse a Tl?n, a la minuciosa y vasta evidencia de un planeta ordenado?¡±, se pregunta Borges. ¡®Tl?n, Uqbar, Orbis Tertius¡¯ es un cuento acerca de la imposibilidad de saber y la necesidad imperiosa de hacerlo en momentos hist¨®ricos que (como el nuestro) est¨¢n presididos por la incertidumbre. Fue la estratega republicana Kellyanne Conway la que a comienzos de este a?o acu?¨® el t¨¦rmino ¡°hechos alternativos¡± para defender la afirmaci¨®n (falsa) de que el acto de asunci¨®n de Donald Trump como presidente de Estados Unidos hab¨ªa sido el m¨¢s popular de la historia; antes y despu¨¦s de ello (y al tiempo que se pon¨ªa de manifiesto la compleja relaci¨®n de Trump y sus seguidores con la realidad), los ¡°hechos alternativos¡± y las fake news comenzaron a multiplicarse: Conway afirm¨® que Barack Obama hab¨ªa paralizado el otorgamiento de visas a refugiados iraqu¨ªes (falso) y que dos inmigrantes hab¨ªan perpetrado una inexistente ¡°masacre de Bowling Green¡±, la noticia (falsa) de que Hillary Clinton ser¨ªa parte de una red de pederastia dirigida desde una pizzer¨ªa de Washington DC (?!) llev¨® a que un joven abriese fuego contra ella en diciembre de 2016, etc¨¦tera.
Ni la falsificaci¨®n hist¨®rica ni el uso deliberado de la mentira pol¨ªtica son nuevos, por supuesto (el t¨¦rmino fake news fue empleado por primera vez en 1994 en relaci¨®n con la noticia de que Microsoft habr¨ªa comprado la Iglesia cat¨®lica, por ejemplo); pero s¨ª la escala que estos han alcanzado con la emergencia de los agregadores de noticias y el recurso a las redes sociales para informarse por parte de numerosos usuarios, as¨ª como con la crisis de resultados y prop¨®sito de la prensa tradicional. Y tampoco son fen¨®menos estadounidenses: casi cualquier pa¨ªs con tendencias totalitarias o trazas dictatoriales (China, Rusia, Filipinas, Polonia, Israel, Ir¨¢n, Siria, Hungr¨ªa) se vale de ellos, y tampoco escasean en pa¨ªses como Italia, Reino Unido (donde fueron decisivos en la votaci¨®n por el Brexit), Francia y Espa?a: desde hace alg¨²n tiempo, el peri¨®dico franc¨¦s Lib¨¦ration dedica una secci¨®n diaria al desmentido de noticias falsas, y EL PA?S cuenta con un blog que hace lo mismo. Hechos.
No es f¨¢cil exagerar la necesidad de herramientas como estas, pero tampoco es sencillo calcular su impacto: el ¡°creador de noticias falsas¡± Paul Horner declar¨® a The Washington Post que ¨²nicamente se puede informar de aquello en lo que las personas quieren creer; seg¨²n varios estudios cient¨ªficos, s¨®lo otorgamos credibilidad a las noticias que refuerzan nuestras ideas preconcebidas en lugar de cuestionarlas. En Tl?n, escribe Borges, el tiempo es pensado como una sucesi¨®n de acontecimientos aislados, lo que inhibe toda posibilidad de acci¨®n; esa inhibici¨®n es la que vivimos en nuestros d¨ªas y sus consecuencias son el final de todo aquello en lo que cre¨ªamos, todas las posibilidades esbozadas en una Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos que todav¨ªa espera ser puesta en pr¨¢ctica. Desde alg¨²n lugar en la imaginaci¨®n de unos hombres, Tl?n se aproxima bajo el disfraz bien conocido de la mentira, la manipulaci¨®n y el enga?o.
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