Maldad, ternura, inocencia

El lugar pagano es la Irlanda rural de los a?os treinta y cuarenta del pasado siglo, con la Segunda Guerra Mundial al fondo y, parad¨®jicamente, la envoltura del cerril mundo cat¨®lico violentando las almas de los naturales del lugar. Esta es la historia de una mujer que se recuerda a s¨ª misma sus a?os de infancia y adolescencia. La creadora de la voz de esta mujer, que ha de tener mucho de autobiogr¨¢fica, es la mejor escritora irlandesa de nuestro tiempo, nacida en 1932. Su trilog¨ªa sobre la iniciaci¨®n al mundo de dos j¨®venes irlandesas (Las chicas de campo, La chica de ojos verdes y Chicas felizmente casadas, todas publicadas por Errata Naturae) es un aut¨¦ntico soplo de aire fresco dentro de la literatura sobre la condici¨®n de la mujer y una verdadera obra maestra en su conjunto.

El don aparente de Edna O¡¯Brien es la naturalidad; digo aparente porque el esfuerzo de elaboraci¨®n que hay tras esa naturalidad que el lector percibe como una mezcla de desenvoltura narrativa y penetraci¨®n psicol¨®gica es muy notable. En el libro que nos ocupa, adem¨¢s, hay una suerte de velocidad expositiva que va acumulando an¨¦cdota tras an¨¦cdota, detalle tras detalle, pensamiento tras pensamiento, sensaci¨®n tras sensaci¨®n que lo nutren de emoci¨®n y empat¨ªa. No confundir con el costumbrismo e incluso lo pintoresco, que de todo hay en la obra, porque la intenci¨®n que la atraviesa de principio a fin es dar cuenta de lo que llamar¨ªamos ¡°el alma irlandesa¡± a trav¨¦s de los recuerdos de esta mujer, es decir: a trav¨¦s de sus recuerdos que a su vez vienen de lo que han visto sus ojos y vivido su cuerpo. Esta doble visi¨®n es la que levanta la novela a la altura de las mejores suyas.

El don aparente de Edna O¡¯Brien es la naturalidad; aparente porque el esfuerzo de elaboraci¨®n que hay tras esa naturalidad es muy notable

Dividida en tres partes, la primera es la infancia, la segunda el inicio de la pubertad y la tercera la adolescencia. El retrato de familia y del pueblo pertenece exclusivamente a la primera; en la segunda aparece ¡ª?de manera temporal¡ª la ciudad: madre e hija van a ella por causa del embarazo de su hermana Emma, quien da a luz, entrega al hijo y desaparece para hacer su vida. Esto se vive como una lacra familiar y tambi¨¦n particular de la protagonista, una verg¨¹enza social. Pero la hipocres¨ªa no acaba ah¨ª, sino en un asunto muy actual: el guapo cura que llega al pueblo y encandila a las mujeres y acaba por forzar a esta adolescente menor de edad de manera insidiosa y repugnante. Desde ese momento, el ambiente coercitivo se abate sobre la chica, que, a su vez, producto de lo mismo, se fustiga por su pecado buscando la redenci¨®n. Y ah¨ª, por esa puerta, en una especie de charla-retiro, las monjas cercan a la chica hasta que obtienen su vocaci¨®n, y a partir de ese momento en el pueblo se la contempla como un milagro de santidad. El serm¨®n de la madre superiora es sin duda un gui?o a los ejercicios espirituales del Retrato del artista adolescente de Joyce.

Las figuras del padre y de la madre est¨¢n trazadas con firmeza, y su tosquedad, cari?o y prejuicios se manifiestan con una insospechada calidad de matices, lo que habla en favor de la materia humana que la autora saca a la luz dentro de la brutalidad e ignorancia del ambiente. Lo mismo sucede con el resto de personajes, y O¡¯Brien extrae tambi¨¦n una dura y emotiva descripci¨®n de la naturaleza donde viven. Es la mirada del artista la que prevalece sobre los estereotipos.

He hablado antes de la velocidad de la escritura. Parece como si la autora tuviese necesidad de no dejar nada en el tintero, pero no es as¨ª. Lo que marca el ritmo del texto es el recuerdo de la ansiedad de ser alguien. Lo que ha llegado a ser nos lo muestra la voz narradora. Edna O¡¯Brien apuesta con extrema valent¨ªa por dar a conocer a su narradora s¨®lo a trav¨¦s del relato adulto de la memoria viva de su pasado. Un pasado que cierra el relato con su vocaci¨®n y as¨ª deja al lector ante un vac¨ªo que va desde la vocaci¨®n hasta el momento de la narraci¨®n, a?os despu¨¦s. El contraste entre el relato de formaci¨®n y la personalidad de quien narra, a la que conocemos por c¨®mo lo narra, es el puente que cubre el vac¨ªo, y es justamente su voz y lucidez de adulta lo que nos permite imaginar su transformaci¨®n en un ser libre. Un gran reto para una gran escritora.

S¨®lo quiero marcar un momento de la admirable humanidad de la zarandeada protagonista cuando en su inocencia, la muchacha siente miedo por lo que le pueda ocurrir al cura (pues socialmente ser¨¢ ella la que se convierta en chivo expiatorio mientras el cura se va de rositas, como en la actualidad). Ella confiesa: ¡°Le ped¨ª a mi ¨¢ngel de la guarda que informase (avisase) a su ¨¢ngel de la guarda¡±. No se puede decir m¨¢s con menos sobre la maldad, la ternura y la inocencia.

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Autor:?Edna O¡¯Brien. Traducci¨®n de Regina L¨®pez Mu?oz.

Editorial:?Errata Naturae (2017).

Formato: tapa blanda (256 p¨¢ginas).

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