Trieste, la ciudad donde atraca la literatura
La escritora Jan Morris explica en un libro la fascinaci¨®n que ejerce la melanc¨®lica ciudad italiana de pasado austroh¨²ngaro sobre autores como Magris, Pla, Joyce, Svevo o Rilke
Trieste, limbo y lugar de tr¨¢nsito, fue un enclave premonitorio para Jan Morris (Clevedon, 1926), la extraordinaria escritora de viajes de la que ahora Gallo Nero publica Trieste. O el sentido de ninguna parte. Y si fue providencial es porque, de alg¨²n modo, ese no lugar triestino se asemejaba a su ambivalencia de g¨¦nero, al desgarro de una identidad confusa en un tiempo complejo, pues Jan Morris vivi¨® y escribi¨® como James Morris hasta que complet¨® un cambio de sexo en el a?o 1972.
¡°Desde la primera vez que la visit¨¦ siendo un joven soldado al t¨¦rmino de la Segunda Guerra Mundial, esta ciudad, extra?amente, me ha perseguido¡±, escribe la autora al comienzo del libro. Lo cierto es que Morris no fue la ¨²nica a la que embauc¨® el enigm¨¢tico efecto Trieste, esto es, la sensaci¨®n proverbial de haber escapado del tiempo a ninguna parte durante un breve instante.
La n¨®mina de escritores que han paseado por esta vieja dama convertida en ciudad y aquejada de sehnsucht ¨C nostalgia del poder que le han robado o que ha perdido- es ingente: desde Claudio Magris y Josep Pla, pasando por Boris Pahor, Rainer Maria Rilke, Italo Svevo, James Joyce o Umberto Saba, entre otros. Pero, ?d¨®nde reside el misterio de esta ciudad?
Concebida casi como un antojo geogr¨¢fico, Trieste se ubica entre Eslovenia y Croacia, arrinconada en un lugar de Italia que no parece italiano, con influencias austro-h¨²ngaras y hundida en el monte Carso, el mismo que da nombre a uno de los libros que mejor explicaron este lugar: Mi carso, escrito por Scipio Slataper, un veintea?ero perteneciente a la Generaci¨®n de Trieste que fund¨® la triestinidad, es decir, ¡°la conciencia y el anhelo de una diversidad cierta pero indefinible, aut¨¦ntica cuando se vive en la p¨²dica interioridad del sentimiento, no cuando se proclama y exhibe¡±. De ¨¦l tambi¨¦n habla Morris en su libro cuando recuerda el d¨ªa en el que Slataper imagin¨® a su ciudad despertando ¡°entre una cesta de limones y un saco de granos de caf¨¦¡±. Ese aroma, el del caf¨¦ reci¨¦n molido listo para ser absorbido en hermosas tazas de loza en alg¨²n lugar del muelle Audace, es el que todav¨ªa hoy impregna cada rinc¨®n de esta ciudad melanc¨®lica, hipocondr¨ªaca (¡°Aqu¨ª siempre han prevalecido las enfermedades imaginarias, tanto en la literatura como en la vida real¡±, escribe Morris) y ciertamente proclive al suicidio.
El verano en Trieste
Situada al final del mar Adri¨¢tico y apresada por tres potentes identidades culturales -la eslava, la germ¨¢nica y la latina-, Trieste es una ciudad crepuscular que a Morris le parece tintada de un color anaranjado pero que Josep Pla asociaba m¨¢s al gris del granito: ¡°?Tristeza de Trieste, poblada de contables neutros, entre casas de granito monumentales y provincianas¡±, escrib¨ªa en su libro Cartas de Italia. Lejos de constituirse como un patio trasero de Europa, la fachada principal de Trieste es la Piazza dell' Unit¨¤, enmarcada por palacios majestuosos que muestran su pasado imperial. En uno de ellos se encuentra el Caf¨¦ de los Espejos, unos de los hist¨®ricos del lugar.
Durante el verano, Trieste es menos Trieste. James Joyce, uno de sus ilustres habitantes le llamaba ¡°el maldito mon¨®tono verano¡±. Lo cierto es que la cantidad desmedida de mosquitos, el cielo denso y unas playas con ausencia de arena no prometen, en principio, grandes experiencias. Barcola -una playa de cemento situada cerca del Castillo de Miramare- y La Lanterna -un ba?o com¨²n donde el mar es dividido por un muro: a un lado se ba?an las mujeres y los ni?os, al otro los hombres- son dos lugares en los que conviene refrescarse.
A mediados de agosto se celebra el conocido Ferragosto, una fiesta italiana de car¨¢cter laico instaurada por el emperador Augusto. Trieste se llena entonces de conciertos al aire libre, de espect¨¢culos en el Teatro Romano, de tertulias en las plazas de las iglesias... Un aire festivo que contrasta con la melancol¨ªa, ¡°principal expresi¨®n de Trieste¡±, en palabras de Morris. Esta amargura es posible que se deba al temido bora, un viento g¨¦lido que aparece de pronto en la ciudad y que para Stendhal provocaba ¡°reumatismo en las entra?as¡±. ¡°Pensad en la acumulaci¨®n de los sedimentos psicol¨®gicos de millones de boras, depositados sobre la ciudad durante milenios e incrementados por diversos desalientos m¨¢s tangibles¡±, escribe Morris. No sorprende entonces que el car¨¢cter de la ciudad no sea precisamente alegre.
Jan Morris divide su libro en cortos episodios encabezados por frases que parecen versos de un poema improvisado y va contando la historia de Trieste salpicada con sus propios recuerdos: desde su glorioso pasado con el archiduque Maximiliano y el esplendor de la Casa de los Habsburgo hasta la toma de control de los italianos al final de la Primera Guerra Mundial, pasando por la instalaci¨®n de una comunidad jud¨ªa que se hizo tan pr¨®spera que construy¨® en 1912 una de las sinagogas m¨¢s ostentosas de Europa, la Sinagoga di Trieste, ubicada entre la plaza dedicada al poeta triestino Virgilio Giotti y el m¨ªtico Antico Caff¨¨ San Marco, frecuentado por literatos distinguidos. Un local que necesit¨® la ayuda del escritor triestino contempor¨¢neo por excelencia, Claudio Magris, para mantenerse en pie tras la amenaza de un inminente cierre. En el peri¨®dico Corrierre della Sera Magris escribi¨®: ¡°El Antico Caff¨¨ San Marco es el coraz¨®n de la ciudad, un coraz¨®n fuerte que late con calma¡±.
Habitantes ilustres
En Trieste no hay extranjeros. Cada uno, vive aqu¨ª su propio aislamiento, su particular exilio. ¡°Trieste ha servido de nuevo hogar para numerosos expatriados, de manera voluntaria u obligatoria¡±, escribe Morris que tambi¨¦n se sinti¨® una exiliada de la normalidad durante cierto tiempo. Muchos de esos exiliados fueron miembros de una realeza desmoronada. Otros, sin embargo, son ancianos que pasean todav¨ªa hoy, bast¨®n en mano, por los muelles. Algunos de ellos recuerdan al personaje triestino de ficci¨®n m¨¢s emblem¨¢tico: Zeno Cosini, el protagonista de La conciencia de Zeno de Italo Svevo. En la novela, Zeno pretende averiguar la raz¨®n de su adicci¨®n al tabaco a trav¨¦s del psicoan¨¢lisis. Svevo empez¨® a interesarse por el psicoan¨¢lisis despu¨¦s de las sesiones que su cu?ado Bruno Veneziani experiment¨® en Viena con Sigmund Freud. ?ste pas¨® en Trieste un a?o cuando apenas era un veintea?ero. Freud lleg¨® all¨ª becado por un disc¨ªpulo de Darwin y su objetivo no era otro que detectar los test¨ªculos de las anguilas. El t¨ªtulo del art¨ªculo que public¨® -Observaciones sobre la configuraci¨®n y estructura fina de los ¨®rganos lobulados de anguilas descritos como test¨ªculos- dota de mayor seriedad a la experiencia de Freud, pero lo cierto es que el padre del psicoan¨¢lisis desmembr¨® a m¨¢s de cuatrocientas anguilas triestinas buscando unos test¨ªculos que jam¨¢s encontr¨®, pues tiempo despu¨¦s se descubri¨® que las anguilas eran hermafroditas.
Muchas de estas historias todav¨ªa hoy se recuerdan en esta ciudad ¡°subrepticia y ambigua¡±, seg¨²n Morris: la de Rilke, que march¨® al Castillo de Duino ¨C a apenas 45 minutos en coche de la ciudad- para escribir sus famosas Eleg¨ªas de Duino; la del historiador y arque¨®logo Johann Winckelmann que solo estuvo ocho d¨ªas en Trieste, pues fue asesinado por Franceso Arcangeli, un joven que se hospedaba en la habitaci¨®n contigua a la suya en Locanda Grande, un edificio imperial que ahora ocupa un hotel igualmente lujoso; de la Giacomo Casanova que lleg¨® a Trieste en 1772 y esper¨® hasta el a?o 1774 el perd¨®n del Consejo de los Diez de Venecia para volver a su ciudad; de Stendhal que vivi¨® como c¨®nsul de Francia durante tres meses en 1830 y, sobre todo, la de James Joyce, el escritor irland¨¦s que en Trieste concibi¨® su Ulises. El libro Los a?os de esplendor. James Joyce en Trieste (1904-1912) de John McCourt detalla minuciosamente la vida de Joyce como profesor de ingl¨¦s, la penuria econ¨®mica a la que se vio sometido, sus frecuentes visitas a los caf¨¦s para beber licores... El Museo Joyce, situado entre las dos construcciones religiosas m¨¢s importantes de la ciudad -la catedral de San Giusto y la parroquia de Santa Mar¨ªa Maggiore-, es uno de los lugares m¨¢s visitados por los escasos turistas que frecuentan Trieste.
Trieste busca su sitio
En Trieste cualquier cosa es posible, su condici¨®n ¡°alucinatoria donde la fantas¨ªa deja a un lado la realidad¡±, en palabras de Morris, empuja a sucesos extraordinarios. Aqu¨ª Haydn escribi¨® una sinfon¨ªa que llevaba el nombre de la ciudad, aqu¨ª Joseph Conrad se inspir¨® para escribir su pasaje sobre los estibadores. Pero, ?por qu¨¦ siempre se habla de Trieste en pasado? Si no es una ciudad tur¨ªstica ni pintoresca ni exquisita, si el clima es desapacible, si apenas cuenta con atracciones que visitar o edificios que admirar, si no hay casi jardines y solo es ya las ruinas de un pasado ilustre, ?por qu¨¦ sigue apelando tanto al viajero? Jan Morris cree que Trieste se est¨¢ reinventando, est¨¢ buscando su lugar despu¨¦s de perder el prop¨®sito para el que naci¨®, es decir, ser el puerto principal de un imperio. ¡°Un gran ciudad que ha perdido su prop¨®sito es como un especialista en jubilaci¨®n¡±, escribe Morris hacia el final del libro. ?Y si lo que arrastra a Trieste a contados viajeros solitarios y esquivos no sea precisamente eso, la posibilidad de suspender el tiempo y reinventarse?
Trieste, escenario literario
Ciudad de perfil, esquinada y de bolsillo, Trieste alberga un clima ilusorio que ha sido propicio para la ficci¨®n. Aqu¨ª ambient¨® Julio Verne su novela m¨¢s extravagante, Mat¨ªas Sandorf, que apareci¨® por entregas en el diario Le Temps en 1885. Aqu¨ª se ha inspirado el escritor alem¨¢n de novela negra, Veit Heinichen, para crear al detective Proteo Laurenti, un comisario de polic¨ªa en Trieste que investiga oscuros cr¨ªmenes. Aqu¨ª tambi¨¦n ambient¨® Giani Estuparich su hermosa novela Un a?o de escuela en Trieste.
Todos estos libros y algunos otros se pueden encontrar en la constelaci¨®n de librer¨ªas que se forma en el centro hist¨®rico de la ciudad. Entre ellas destaca la Librer¨ªa Dedalus, cuyo t¨ªtulo hace referencia al personaje joyceano que fue engendrado aqu¨ª y la Librer¨ªa Antiquaria Umberto Saba, que homenajea a uno de los poetas locales m¨¢s conocidos: padre del 'hermetismo' po¨¦tico italiano, mis¨¢ntropo, melanc¨®lico y depresivo, que public¨® obras cumbre como Casa y Campo y Trieste y unamuje
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Autor:?Jan Morris.?
Editorial: Gallo Negro (2017).
Formato:?tapa blanda (224 p¨¢ginas).?
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