?Es posible una literatura de urgencia?
Frente a las invocaciones a la eternidad del arte, la autora defiende las 'creaciones de emergencia': ¡°La lentitud no garantiza la profundidad y la prisa no siempre acaba en desali?o¡±
En el suplemento Tentaciones n¨²mero 27 tropezamos con estos destacados y titulares: ¡°Cara Delevingne, hija de la anarqu¨ªa¡± (despu¨¦s hablan de las dudas de la modelo sobre la ropa que se pondr¨¢); Stephen Dewaele: ¡°La m¨²sica dance se ha convertido en mainstream, se ha instaurado en la cultura vip¡¡±; Noomi Rapace: ¡°En Hollywood hay que luchar para que los hombres nos dejen contar nuestras historias¡±; Tom Sachs, artista bricoleur: ¡°El arte es una agenda pol¨ªtica, propaganda¡±; Lana del Rey: ¡°Tendr¨ªas que ser muy joven para hacer un disco en estos tiempos y no incorporar temas pol¨ªticos¡±. Del an¨¢lisis de estas declaraciones, as¨ª como del contexto en que aparecen, decantamos un concepto de arte pol¨ªtico, de su urgencia, del compromiso y la resiliencia, no ya de los que entienden la crisis como oportunidad, sino del discurso dominante que pone altavoz a algunas de sus lacras tal vez para enmascarar las m¨¢s significativas¡ Estamos en un mundo violento en el que entender¨ªamos la proliferaci¨®n de un arte de denuncia que visibilizara el detritus no reciclado del sistema a fin de erradicar con est¨¦ticas desodo?rantes no s¨®lo su mal olor, sino las causas que lo provocan. Sin embargo, la profusi¨®n y el alarde del asunto pol¨ªtico nos lleva a recuperar el pensamiento de Anselm Jappe: ¡°Si todo es pol¨ªtico, nada lo es¡±. La urgencia se disuelve cuando, por repetici¨®n y comercialidad, se asimila a la tendencia subrayando el temor de que exista un compromiso tolerado y otro no tolerado. Manejamos lugares comunes, injusticias normalizadas, frente a las que no conviene disentir. Pero hay inquietudes pol¨ªticas que no pueden quintaesenciarse en un lema de gala ben¨¦fica o titular biempensante de gente guapa, buena y rica. Son tab¨².
Adorno escribi¨® que la poes¨ªa no era posible tras Auschwitz. Como si la poes¨ªa siempre embelleciera
Si todo pincha, resultar¨ªa extra?o componer canciones sobre lo que no nos concierne. Sin embargo, la poeta Paca Aguirre, escritora moral hasta el meollo, cuenta que para ella la literatura de evasi¨®n fue medicinal en los a?os demoledores de la posguerra espa?ola. Acaso aquellas fantas¨ªas fueran tambi¨¦n literatura urgente. M¨¢s all¨¢ del recuerdo de Aguirre, el canon literario ha ?desechado a menudo la urgencia contestataria por su supuesta falta de compromiso con la verdadera literatura, con una exigencia de calidad ¡ª?L¨®pez Salinas, L¨®pez Pacheco, Ferres?¡ª que reduce lo est¨¦tico a espacio de confort: lo que indigna y proviene de las malversaciones del poder nunca podr¨ªa expresarse con las bellas palabras de un c¨®digo, previsible y almohadillado, a menudo cursi, que se identifica con lo est¨¦tico. Tal vez por eso en las revoluciones, a trav¨¦s de la pr¨¢ctica de literaturas incendiarias, lo primero que se rompe es la sintaxis, las l¨®gicas establecidas de la belleza, los domesticados lexicones. Adorno, desde otro lugar, escribi¨® que la poes¨ªa no era posible despu¨¦s de Auschwitz. Como si la poes¨ªa siempre embelleciera el horror en lugar de ahondar en ¨¦l y la palabra no fuese urgente en las reconstrucciones. Y en la defensa de los principios democr¨¢ticos. Durante la guerra de Espa?a, los poetas, impelidos por los rigores de la actualidad, se hab¨ªan dedicado a hacer lo que sab¨ªan: ah¨ª est¨¢n los textos de Alberti, Hern¨¢ndez, Mar¨ªa Teresa Le¨®n, Altolaguirre, Neruda, Huidobro en El Mono Azul; m¨¢s tarde, los versos de ?ngela Figuera contra los poetas de la rosa en una posguerra de orfandad, represi¨®n y hambruna. La literatura de urgencia cree en la palabra ¡ªbella o fracturada¡ª como acci¨®n. Se aproxima de un modo no esc¨¦ptico al lenguaje. La poes¨ªa es arma cargada de futuro y en cada representaci¨®n de la realidad alguien toma partido. Cuando vacila, teme, sospecha. Tambi¨¦n cuando leg¨ªtimamente afirma.
La lentitud no garantiza la profundidad y la prisa no siempre acaba en desali?o. La literatura urgente tiene un adem¨¢n vertiginoso que lleva impl¨ªcitos el impulso moral y la imperfecci¨®n que engrandecen las artes. Tambi¨¦n la posibilidad de que te quiten la bata de artista porque el artista debe colocarse al margen de pol¨¦micas y del lado de los dioses. Entonces recordamos a Brecht, Marcos Ana, Vallejo, Celaya, Luisa Carn¨¦s ¡ªrenacida¡ª; a los cantautores que hicieron eco de poetas prohibidos y cantaron sus propias tonadas urgentes ¡ªRaimon, Llach, Serrat, Ib¨¢?ez¡¡ª, y a los que en los ochenta susurraron que aquellos eran malos tiempos para la l¨ªrica. Qu¨¦ perturbadoras eran las letras de Coppini. Ahora las urgencias se resuelven en los cortocircuitos de Twitter. En ellos a menudo la premura, lejos de ser el acto reflejo de un pensamiento arraigado al organismo, es exabrupto que se confunde con la libertad de expresi¨®n: en un mundo globalizado tambi¨¦n en sus hipocres¨ªas, la incontinencia del tuit resta racionalidad al pensamiento pol¨ªtico para apelar a v¨ªsceras y emociones. Cuando las v¨ªsceras y emociones enturbian el necesario forzamiento de la racionalidad democr¨¢tica ¡ªla democracia es artificio contra la tendencia natural a imponer la ley del m¨¢s fuerte: esta idea se la tomo prestada a Victoria Camps¡ª, cuando las emociones salen de la intimidad de la alcoba y contaminan el espacio p¨²blico, entonces aparece la amenaza del fascismo. Hitler excedi¨® la amenaza transform¨¢ndola en horno crematorio. Hoy tenemos el m¨®vil de Trump que echa humo mientras hace pol¨ªtica, demag¨®gica y sentimentalmente, tuit a tuit. Lo urgente no es ant¨®nimo de la reflexi¨®n: necesit¨¢bamos un ensayo, urgente y racional, como El eco de los disparos, de Edurne Portela, para empezar el duelo por la violencia en Euskadi.
Lo apremiante no es ant¨®nimo de reflexi¨®n: urg¨ªa el ensayo de Portela sobre la violencia en Euskadi
Isaac Rosa, en sus cuentos de La Marea, selecciona momentos cotidianos para evidenciar nuestras contradicciones. En Welcome y Compro oro, recopilaciones de estos relatos, Rosa profundiza en noticias de hoja caduca y mezcla actualidad, sensibilidad pol¨ªtica, exigencia literaria y sentido del humor mostrando c¨®mo las contracturas sist¨¦micas convierten la realidad en escenario de pel¨ªculas de miedo. Rosa habla de la resistencia de los trabajadores de Coca-Cola, las Kellys, los CIE.?Pese a la oportunidad y coherencia literaria de sus relatos seguimos activando el prejuicio de que la cr¨ªtica de la actualidad contamina las esencias literarias. Existen antolog¨ªas literarias rojas, amarillas y moradas, en favor de Palestina, contra el racismo o la tortura ¡ªcuando supuestamente en este pa¨ªs no se torturaba y se cre¨ªa que denunciar la tortura era un procedimiento de legitimaci¨®n del terrorismo¡ª. Pocos participaban en proyectos donde la utilidad y la belleza de la palabra ¡ª?admitimos que pueden llegar a ser iguales?¡ª serv¨ªan a una reivindicaci¨®n: Javier Maqua, Lourdes Ortiz, Juana Salabert, V¨¢zquez Montalb¨¢n¡ Los practicantes de la literatura de urgencia y del compromiso no tolerado tambi¨¦n escriben libros de amor. Pero no sabemos si conseguir¨¢n un Premio Nacional de Literatura. A los practicantes habituales de la literatura urgente se les acusa de sectarios, aunque disfruten de El velo de la reina Mab. Sin embargo, son ellos los que suelen estar en el centro de la diana de un sectarismo que no lo parece al disfrazarse de neutralidad y sentido com¨²n.
Puede que hoy la urgencia tenga que ver con el rescate de las formas cl¨¢sicas y de un modo de leer que, desde la epidermis, nos conduzca a la ra¨ªz, desarrollando la conciencia cr¨ªtica, obviando la literalidad, revalorizando y resignificando el lenguaje. Es urgente desdecir t¨®picos para sembrar la sospecha de que, como apunta Leila Slimani, la realidad no es un superficie plana. La literatura urgente rompe las lunas de los escaparates.
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