Muere Joan Colom, el fot¨®grafo que hac¨ªa la calle
El gran retratista de la Barcelona marginal y Premio Nacional de Fotograf¨ªa 2002 ha fallecido a los 96 a?os
El fallecimiento ayer de Joan Colom, gran retratista de la Barcelona del Raval, la suya, significa que se apaga la mirada de uno de los mejores cronistas gr¨¢ficos de la ciudad. El fot¨®grafo, fallecido a los 96 a?os, fue objeto de una gran exposici¨®n retrospectiva que le consagr¨® en 2013 el Museo Nacional de Arte de Catalu?a (MNAC) -depositario de su obra que ayer lo record¨® como "uno de los mayores fot¨®grafos de la segunda mitad del siglo XX"-, titulada Yo hago la calle. Premio Nacional de Fotograf¨ªa en 2002, y de Artes Visuales (2004), Creu de Sant Jordi, Medalla de Oro al M¨¦rito Cultural del Ayuntamiento de su ciudad, Colom (Barcelona, 1921), impact¨® en la fotograf¨ªa espa?ola a inicios de los 60 con su exposici¨®n El Carrer (La Calle), sobre el Barrio Chino,.
¡°Bien, si no entramos en detalles¡± As¨ª siempre respond¨ªa el saludo Joan Colom. Su estado de salud se hab¨ªa resentido en estos ¨²ltimos a?os, pero su aspecto no denotaba los m¨¢s de noventa que llevaba a sus espaldas. Un hombre sencillo, bajito, r¨¢pido y audaz fot¨®grafo. Empez¨® a fotografiar despu¨¦s de casado, para abrir un espacio de distracci¨®n fuera de las actividades familiares. Se apunt¨® a la Agrupaci¨®n Fotogr¨¢fica de Catalunya en el a?o 1957 cuando ya estaba abierta la crisis que empujar¨ªa fuera de sus salones a los inquietos de aquel momento. Busc¨® un tema que le definiera fotogr¨¢ficamente, pues sent¨ªa que la importancia de la fotograf¨ªa radicaba en el qu¨¦ y no en el c¨®mo, que era la preocupaci¨®n en las tertulias de la agrupaci¨®n a las que ¨¦l, no obstante, no dej¨® de acudir hasta hace pocos a?os. All¨ª no le comprend¨ªan, pero a ¨¦l poco le importaba. Pod¨ªa esperar, pues sab¨ªa que no estaba equivocado. Su motor era algo muy fuerte que no necesitaba del elogio. Se trataba de mostrar aquel misterio, aquella fuerza de la que ¨¦l hab¨ªa nacido. La vida en el Raval barcelon¨¦s donde sus padres ten¨ªan una florister¨ªa y donde ¨¦l se cri¨®.
¡°No s¨¦ qu¨¦ me lleva all¨ª, tambi¨¦n hay gente en la zona alta, pero yo nunca har¨ªa una foto¡±. La gente del Raval con sus problemas de subsistencia, con su vida interior a la que a duras penas pod¨ªan dar cabida sobrepasados por los quehaceres, por los problemas de cada d¨ªa. Al Raval llegaban los n¨¢ufragos y los marineros, los emigrantes esperanzados y hasta ricos fracasados, los ¨¢ngeles ca¨ªdos... Hab¨ªa sitio para todos. Joan Colom observ¨® desde ni?o esta capacidad de acogida y mantuvo su mirada desprejuiciada y admirada hasta el final de sus d¨ªas. Cargada de humor. Sin miedo, sin pena, sin verg¨¹enza hacia aquellos que viv¨ªan su vida y sus pasiones sin reparar en aquel ojo que los segu¨ªa a todas partes. Joan Colom no hac¨ªa fotos robadas, seg¨²n se podr¨ªa pensar por la posici¨®n oculta de su c¨¢mara bajo la manga. ?l miraba directamente a los ojos sin necesidad de un visor. Conoc¨ªa aquellas calles, sus ni?os trabajadores, sus hombres cabizbajos, sus ancianas amargas. Y las mujeres a la espera de que algo ocurriera en los portales o en las calles oscuras. Su retrato del Barrio Chino fue sistem¨¢tico e incansable. Su archivo fotogr¨¢fico es un ejemplo de control sobre la autor¨ªa, dr¨¢stico a la hora de eliminar las im¨¢genes que no le satisfac¨ªan. Las fotos copiadas en 10 x 15 iban marcadas con puntos de colores que indicaban aquellas que hab¨ªan pasado del ¡°purgatorio¡± o fase de reflexi¨®n al cielo del copiado en 24 x 30. Unas pocas estar¨ªan destinadas a?"la gloria" del 40 x 50, es decir, candidatas a la exposici¨®n que preparaba con ilusi¨®n durante los ¨²ltimos a?os de su actividad fotogr¨¢fica.
Aquellas fotograf¨ªas hab¨ªan entusiasmado a Oriol Maspons quien las present¨® a Esther Tusquets, directora de la colecci¨®n Palabra e Imagen de la Editorial Lumen, sirviendo de inspiraci¨®n para que Camilo Jos¨¦ Cela escribiera una de sus obras m¨¢s originales: Izas, rabizas y colipoterras (1963). Los seres reales, de los que Colom conoc¨ªa los nombres, sirvieron de modelo estereotipado para relatar un burlesco auto sobre la prostituci¨®n. Con la finalidad de diluir el juicio moralista, Colom se hab¨ªa esforzado por mostrar el barrio al completo en su exposici¨®n El Carrer celebrada en la Sala Aixel¨¤ en junio de 1961. Las que all¨ª se mostraban eran abuelas, madres, t¨ªas, novias, hermanas, cuyo oficio era la espera. El descubrimiento de los originales de dicha exposici¨®n motivaron la muestra Distrito V en el MNAC en 1999 y la concesi¨®n del Premio Nacional de Fotograf¨ªa en 2002. Colom, que llevaba ya casi 20 a?os fotografiando en color, pas¨® por ser un fot¨®grafo que hab¨ªa colgado las c¨¢maras despu¨¦s de un affaire legal con una modelo denunciante. Le recuerdo avergonzado y acobardado: ¡°?Qu¨¦ dir¨¢n de un premio nacional al que no se le conoce m¨¢s que las fotograf¨ªas que hizo al principio de su carrera?¡± Su paciencia, su insistencia, fueron premiadas con una gran exposici¨®n en la que tambi¨¦n estuvo presente el trabajo en color, que se llev¨® a cabo en 2014 en el MNAC, el museo en el que quiso que se hiciera dep¨®sito de todo su archivo y que hoy es el referente de la obra de este autor.
Joan Colom fue un hombre tranquilo, discreto, amigo de sus amigos, seguro de s¨ª mismo a la hora de fotografiar: de saber lo que buscaba cuando fotografiaba. La repercusi¨®n de su trabajo a nivel internacional vino dada por la fuerza de una tem¨¢tica poco com¨²n en la manera que ¨¦l la trat¨®: secuencialmente, insistentemente, met¨®dicamente, apartando en todo momento su experiencia, su protagonismo en la escena, para dejar que fueran los otros, protagonistas uno a uno ¨Csu trabajo de calle es m¨¢s de retrato que de reportaje-, los que imprimieran sentimientos y emociones al tiempo y al lugar.
Ya no le quedaban m¨¢s reconocimientos que recibir, pero ¨¦l se emocionaba como un ni?o con las palabras de admiraci¨®n de los j¨®venes o con el reconocimiento de un amigo. Aquella pulsi¨®n ciega por su barrio y su gente cristaliz¨® en una dedicaci¨®n extrema hacia la fotograf¨ªa que, tal como dijo el d¨ªa que le hicieron entrega de la medalla de la Ciudad de Barcelona, le rest¨® horas de dedicaci¨®n a su familia, lo que ¨¦l m¨¢s amaba. Pero ellas, sus hijas y su mujer, entendieron perfectamente aquel sacrificio. Sin querer indagar demasiado en las motivaciones, siempre estuvieron a su lado, sin censura, sin miedo, permitiendo que pudiera llegar, siendo un contable de profesi¨®n aficionado a la fotograf¨ªa, a convertirse en uno de los m¨¢s grandes de la fotograf¨ªa espa?ola, a qui¨¦n los expertos han llegado a comparar, sin entrar en detalles, con Brassa?.
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