Pol¨ªticos
Sorprende que en Espa?a ninguna serie de ¨¦xito tenga a la clase pol¨ªtica como epicentro de sus tramas
Con la emisi¨®n de 1993, la serie italiana secuela de la excelente 1992, se comprueba una vez m¨¢s el atractivo para la televisi¨®n de los entresijos y maniobras de la clase pol¨ªtica para mantenerse o alcanzar el poder. La nueva entrega comienza con el derrumbe del socialismo italiano, personalizado en el pr¨®fugo Bettino Craxi, y la irresistible ascensi¨®n de un empresario de ¨¦xito: Silvio Berlusconi. Es el inicio de una nueva etapa con el derrumbe de los partidos tradicionales y el surgimiento de una potente e independentista Liga del Norte ("Roma nos roba", es su eslogan favorito) que apoyar¨¢ al carism¨¢tico Berlusconi. Son alianzas basadas no en las afinidades program¨¢ticas sino en el ansia de poder. Todo vale, incluso -como muestra el primer cap¨ªtulo de 1993 (Movistar)- los contactos secretos entre los comunistas y el nuevo movimiento berlusconiano.
Descontado el poder¨ªo de la industria estadounidense que apabull¨® con la reina madre de todas las series pol¨ªticas, El ala oeste de la Casa Blanca, y la extraordinaria House of Cards; comprobada la calidad y el talento de la danesa Borgen y ratificado ahora el italiano con 1993, sorprende que en Espa?a ninguna de las series de ¨¦xito tengan a la clase pol¨ªtica como epicentro de sus tramas. Todos los componentes exigibles para lograr el inter¨¦s p¨²blico est¨¢n presentes cotidianamente: esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, alianzas pol¨ªticas inexplicables, movimientos secesionistas, partidos emergentes, jueces inflexibles e inc¨®modos... los mimbres est¨¢n ah¨ª y sin embargo nadie parece dispuesto a elaborar la cesta.
No deja de ser curioso que la ¨²nica serie espa?ola que ha tocado m¨ªnimamente la actualidad pol¨ªtica sea La que se avecina, con el concejal Enrique Pastor y su breve etapa de alcalde, manejado descaradamente por su partido para satisfacer la insaciable codicia colectiva e individual. Al parecer, el disparate humor¨ªstico es el mejor enfoque posible para diseccionar la pol¨ªtica. Algo de lo que saben, y mucho, Andreu Buenafuente, Wyoming y los guionistas de Polonia, entre otros.
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