Los cabezas de turco de Erdogan
El alem¨¢n G¨¹nter Wallraff, que vivi¨® un a?o como inmigrante en su pa¨ªs y lo cont¨® en un libro que vendi¨® dos millones de copias, se solidariza con los periodistas perseguidos por Estambul
G¨¹nter Wallraff (Burscheid, 1942) tiene una extra?a forma de celebrar sus aniversarios m¨¢s se?alados: escapando de las fiestas que le tienen preparadas. Su 50 cumplea?os lo celebr¨® con inmigrantes vietnamitas que hab¨ªan sufrido un pogromo en la ciudad alemana de Rostock; a los 60 acudi¨® a Afganist¨¢n a fundar una escuela para ni?as y los 75 los cumpli¨® el pasado domingo en Turqu¨ªa, adonde ha viajado para entregar el dinero de un premio, dotado con 6.000 euros, que lleva su nombre a la esposa del periodista Ahmet Sik, encarcelado desde hace nueve meses. ¡°Sik sabe a lo que se arriesga cuando hace periodismo y lo asume. Para m¨ª es un modelo¡±.
Habla con humildad, del turco y de otros reporteros como el italiano Fabrizio Gatti o la mexicana Lydia Cacho, a los que tiene en un pedestal, como si ¨¦l mismo no hubiese sido un maestro para generaciones de periodistas, a los que inocul¨® el gusanillo de la investigaci¨®n gracias a sus reportajes encubiertos: disfrazado de Al¨ª para revelar el mundo de xenofobia e ilegalidades al que se enfrentan los trabajadores inmigrantes en Alemania (y que plasm¨® en su monumental Cabeza de turco, publicado en Espa?a por Anagrama, traducido a una treintena de lenguas, y que ha vendido millones de copias desde 1985); travestido en reportero de Bild para denunciar el sensacionalismo del tabloide m¨¢s le¨ªdo en Alemania; de panadero para una subcontrata de los supermercados Lidl o de empleado en un call-center para experimentar en carne propia los abusos que sufren los trabajadores precarios en la aparentemente feliz Alemania merkeliana.
Viaja a Estambul tambi¨¦n para hablar de una Turqu¨ªa sumida en una espiral represiva que ha llevado a decenas de miles de personas a prisi¨®n, incluidos m¨¢s de 150 periodistas. ¡°Para los turcos de Alemania sigo siendo una persona importante porque fui el que mostr¨® las humillaciones a las que se ve¨ªan sometidos. Por eso quiero que reflexionen sobre por qu¨¦ aquel al que consideran su l¨ªder [el presidente Recep Tayyip Erdogan tiene un gran ascendente sobre la comunidad turco-germana] est¨¢ metiendo en la c¨¢rcel a mis colegas¡±.
¡°Los fundamentalistas tienen una seriedad mortal¡±
Por su casa de Colonia han pasado escritores como el indio Salman Rushdie o el turco Aziz Nesin y cantantes como el iran¨ª Shahin Najafi, todos ellos amenazados de muerte por los musulmanes m¨¢s retr¨®grados y con quienes ha debatido largamente sobre el islam. ¡°Los fundamentalistas persiguen la s¨¢tira porque creen poseer la verdad absoluta y no entienden la broma. Tienen una seriedad mortal... literalmente¡±.
Por eso Wallraff est¨¢ molesto con el silencio en la izquierda a la hora de criticar el islam: ¡°Es una mezcla de cobard¨ªa y correcci¨®n pol¨ªtica. Lo veo en mi c¨ªrculo de amigos, gente abierta que respalda a los inmigrantes, pero no se atreve a debatir ciertos asuntos sobre el islam. As¨ª estamos dejando que la extrema derecha monopolice el tema. Me recuerda al pensamiento en bloques de la Guerra Fr¨ªa, cuando desde la izquierda no critic¨¢bamos las violaciones de derechos en los pa¨ªses socialistas para no dar argumentos a la derecha. Y eso fue un error¡±.
Cuando se le pregunta de qu¨¦ se disfrazar¨ªa en la Turqu¨ªa actual para revelar sus miserias, su rostro se ilumina y esboza una sonrisa p¨ªcara. ¡°Podr¨ªa hacerme pasar por cristiano o jud¨ªo, querr¨ªa vivir el d¨ªa a d¨ªa de una minor¨ªa sexual o tratar de pedir alcohol en determinadas zonas m¨¢s conservadoras... No tengo una opini¨®n formada sobre lo que ocurrir¨ªa. Me encanta que me ense?en que las cosas no son como yo pensaba, porque al final la realidad es siempre m¨¢s matizada de lo que uno se imagina¡±.
Desde sus inicios, escribiendo reportajes sobre su experiencia como obrero fabril en revistas sindicales, sus reportajes se han caracterizado por el compromiso social y, en m¨¢s de una ocasi¨®n, sus denuncias han servido para cambiar las cosas: quiz¨¢s la m¨¢s c¨¦lebre fue cuando, en 1976, convertido en traficante de armas, se entrevist¨® con el general Ant¨®nio de Sp¨ªnola y averigu¨® que tramaba un golpe de Estado para regresar al poder en Portugal. Pero en realidad aquello de disfrazarse, de buscarse m¨¢scaras, ven¨ªa de antes: ¡°Quiz¨¢s tiene que ver con mis miedos de infancia. A los cinco a?os, por falta de dinero, mis padres me metieron en un orfanato, lleno de ni?os de la posguerra. Todos vest¨ªamos el mismo uniforme y desaparec¨ªamos tras ¨¦l. Quiz¨¢s de ah¨ª viene mi idea de buscarme una identidad y jugar a qui¨¦n quiero ser¡±.
Si bien la mayor¨ªa de c¨®digos deontol¨®gicos del periodismo critican sus modos, Wallraff se defiende con la sentencia del Tribunal Constitucional alem¨¢n de uno de los m¨²ltiples procesos a los que se ha debido enfrentar en su carrera, seg¨²n la cual est¨¢ justificado que el periodista act¨²e de forma encubierta e incluso mintiendo para obtener informaci¨®n ante una situaci¨®n socialmente grave. Aunque ¨¦l mismo se pone l¨ªmites: la intimidad ¡ª¡°jam¨¢s he utilizado cosas de la vida privada por muy canalla que fuera a quien estuviese investigando¡±¡ª y el tiempo ¡ª¡°no basta con olisquear la situaci¨®n dos d¨ªas, son necesarias semanas o meses de infiltraci¨®n¡±¡ª. Porque, para ¨¦l no es solo un m¨¦todo period¨ªstico sino tambi¨¦n de aprendizaje vital.
Sociedad de castas
¡°Todos los papeles que he interpretado han dejado algo en m¨ª. Algunos, como el de reportero de Bild o el de traficante de armas me han hecho da?o; los dem¨¢s s¨ª que han sido m¨¢s constructivos, me han aportado algo. De ni?o era muy introvertido y estos papeles me ayudaron a adaptarme m¨¢s, a ser m¨¢s social y a ser m¨¢s luchador¡±.
Al periodista alem¨¢n le preocupa sobremanera c¨®mo su pa¨ªs se est¨¢ transformando en ¡°una sociedad de castas¡± en la que los grupos sociales ¡°est¨¢n cada vez m¨¢s aislados¡± entre s¨ª, y son estas brechas econ¨®micas y culturales las que est¨¢n espoleando a la extrema derecha. ¡°El abismo entre ricos y pobres se est¨¢ ensanchando cada vez m¨¢s. Antes, el hijo de una familia proletaria pod¨ªa llegar a ser canciller de Alemania. La educaci¨®n funcionaba como ascensor social, hoy ya no cumple esa misi¨®n¡±, sostiene: ¡°Hoy, hay padres que llevan a sus hijos en coche a colegios muy distantes para que se relacionen solo con gente como ellos y no se mezclen en colegios donde hay un 80% de inmigrantes. Eso no es bueno. Necesitamos m¨¢s mezcla¡±.
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Autor:?Gunter Wallraff.
Editorial:?Anagrama (1999).
Formato:?eBook y?tapa blanda (240 p¨¢ginas).
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