La dignidad interior

Tener la oportunidad de heredar una empresa por parte de tu anciano padre a la hora de su jubilaci¨®n o fallecimiento ¨Dnormalmente la muerte, pues incluso despu¨¦s del retiro suelen meter mano como si a¨²n fuesen los jefes¨D tiene tanto de loter¨ªa como de condena. Si queda algo que no sea m¨¢s que liquidar para saldar deudas, es que el negocio ha ido bien. Y si ha sido as¨ª, solo queda mantener el list¨®n o cagarla. En definitiva, ¨ªnfimo margen para el triunfo.

No son pocas las situaciones reales de peque?as y medianas empresas en tal tesitura, y el franc¨¦s C¨¦dric Klapisch ha sabido acudir a una tipolog¨ªa que dice tanto de su pa¨ªs como de su propio cine, a menudo apegado al conflicto de las proles desde su primer gran ¨¦xito: Como en las mejores familias (1996). Es Nuestra vida en la Borgo?a, drama con apuntes de comedia, centrado en una empresa vin¨ªcola, que consigue transmitir con notable veracidad los dos aspectos esenciales de su relato: el habitual conflicto entre hermanos ¨Dlos que se quedaron y el que se fue, los que arrimaron el hombro y el que quiso ver mundo, cada uno de ellos con estilos, sensibilidades y caracteres opuestos¨D y la influencia del paisaje y de la tierra en las vidas de sus habitantes, con una celebraci¨®n del vino, de la vendimia y del acto de procrear desde la uva de extraordinario gusto y respeto por lo que se est¨¢ contando.

Klapisch, que despu¨¦s de la magn¨ªfica Como en las mejores familias, escrita por los excelsos Agn¨¦s Jaoui y Jean-Pierre Bacri, se hab¨ªa desfondado un tanto durante m¨¢s de una d¨¦cada con la trilog¨ªa juvenil Una casa de locos, Las mu?ecas rusas y Nueva vida en Nueva York, ha reencontrado en el argentino afincado en Francia Santiago Amigorena un excelente coescritor, en su segunda colaboraci¨®n. Amigorena, director de la tan desconocida como ins¨®lita Algunos d¨ªas en septiembre (2007), y que ya hab¨ªa escrito para Klapisch Ni a favor ni en contra (sino todo lo contrario), aporta calidez, nervio y un punto de literatura a los di¨¢logos de Nuestra vida en la Borgo?a, que ¨²nicamente decae en su parte central cuando, agobiada por los excesivos interludios musicales de Klapisch y por una serie de secuencias cortas y agradables pero sin carga de profundidad, parece resbalar en su narrativa.

Sin embargo, llegada su parte final, recupera el valor de sus subtextos, principalmente el choque entre el m¨¦todo y la intuici¨®n, y acaba alcanzando lo que se propon¨ªa: el retrato de c¨®mo cada d¨ªa puede ser siempre nuevo o el mismo, dependiendo de la dignidad interior.