Sergio Ram¨ªrez, espejo de Am¨¦rica
El novelista y periodista nicarag¨¹ense se convierte en el primer escritor de un pa¨ªs centroamericano que obtiene el mayor reconocimiento de las letras en espa?ol
Para Sergio, que cita a su paisano Rub¨¦n Dar¨ªo, Cervantes es ¡°la vida y la naturaleza¡±. La vida convirti¨® a Ram¨ªrez, el ¨²ltimo Cervantes, en un revolucionario y la naturaleza lo devolvi¨® a su verdadero ser: la escritura. Autor de libros de ficci¨®n y de memorias, alcanz¨® ayer el premio mayor de las letras por su trabajo comprometido con un oficio que comparte con sus hermanos mayores del boom, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa. Ram¨ªrez dijo ayer a EL PA?S desde Managua que su pasi¨®n ha sido convertir su testimonio de escritor en un abrazo a Am¨¦rica Latina y al idioma espa?ol.
Hace m¨¢s de 20 a?os, Sergio Ram¨ªrez (Masatepe, 1942), con su cuerpo grande, sus ojos ca¨ªdos, movi¨¦ndose como si tuviera urgencia por no moverse, entr¨® a su editorial en Madrid con un prop¨®sito: dar por terminada la imagen que se le peg¨® desde que se comprometi¨® con la revoluci¨®n sandinista. Tras el triunfo de esa revuelta decisiva, y popular, contra el dictador Anastasio Somoza, fue vicepresidente del pa¨ªs que hab¨ªa desatado en los a?os ochenta la adhesi¨®n de revolucionarios e intelectuales de todo el mundo y luego se desencant¨® de las protuberancias indeseadas del movimiento que pas¨® a liderar en solitario Daniel Ortega. Hasta hoy.
Luego, Ram¨ªrez quiso ser de nuevo parte del proceso pol¨ªtico de Nicaragua, fracas¨® en su empe?o y ya a principios de los noventa decidi¨® que para ¨¦l no habr¨ªa m¨¢s pol¨ªtica, tan solo literatura. Y deseaba reingresar en el territorio que m¨¢s quer¨ªa: el cuento, la narraci¨®n, la lectura. Expres¨® su idea de volver al oficio de contar con una novela. Le convencieron para despedirse verdaderamente de aquella ¨¦poca de ilusiones y de sinsabores con un libro en el que explicara por qu¨¦ se hab¨ªa despe?ado aquel proceso hasta convertirse en una sombra de melancol¨ªa. Y entonces lo hizo: se despidi¨® con Adi¨®s muchachos, una obra que parece ahora un tratado de c¨®mo la gente debe irse de los sitios, como recomendaba su maestro Albert Camus, sin resentimiento, tan solo contando qu¨¦ ocurri¨®, guardando en el sobre de la literatura los dolores que le quedaron en el alma, sin derramar ni gota de rencor.
Luego tom¨® impulso y su tr¨¢nsito literario ha tenido, hasta ahora mismo, a Nicaragua como tel¨®n de fondo y como asunto principal. Para la ficci¨®n y el periodismo, que ejerce, entre otros lugares, en EL PA?S. ¡°Mi literatura es una cr¨®nica general de mi pa¨ªs, y en general de Am¨¦rica Latina¡±, dec¨ªa ayer. Con respecto a Nicaragua, quiere que sea ¡°la expresi¨®n de un pa¨ªs como el nuestro, marginal, pero con una inmensa riqueza cultural¡±.
En el ¨¢mbito estrictamente literario, su reestreno hispanoamericano lleg¨® con Castigo divino ¡ª¡°una novela de gran complejidad que abord¨¦ en cuanto pude comprarle horas al tiempo¡±¡ª y con el primer premio Alfaguara, la editorial en la que ha publicado en los ¨²ltimos 25 a?os. Lo comparti¨® con el cubano Eliseo Alberto por decisi¨®n de un jurado que presidi¨® Carlos Fuentes. Esa novela fue Margarita, est¨¢ linda la mar, un homenaje abierto y rabiosamente po¨¦tico a una de sus mayores fuentes de interpretaci¨®n: Rub¨¦n Dar¨ªo. Desde entonces, no ha cesado de publicar, de viajar, de dar conferencias y talleres. Y ahora se puede decir que ayer, cuando se supo que el Cervantes era para ¨¦l, se pudo escuchar, de M¨¦xico a Venezuela, de Nicaragua a Argentina y a Espa?a, el grito de ¡°???Sergio!!!¡± como una noticia recibida con igual alegr¨ªa por su legi¨®n de amigos, incluso escritores.
Inspiraciones del ¡®boom¡¯
De Carlos Fuentes tiene la laboriosidad: escribe cada d¨ªa, en su casa de Managua de Masatepe, su cuna, o donde vaya, siempre con Tulita, su primer amor de siempre. Y lo hace diluvie, como ayer en su tierra, o truene. De Garc¨ªa M¨¢rquez tom¨® el ritmo de la ficci¨®n, como si la m¨²sica fuera parte de las palabras. Y de Vargas Llosa, que recientemente se convirti¨® en este diario en cr¨ªtico entusiasta de Adi¨®s muchachos, recogi¨® el rigor de la construcci¨®n novelesca.
En No me vayan a haber dejado solo, uno de sus cuentos, quiz¨¢ el m¨¢s hermoso de todos, narra su viaje imaginario a la casa familiar de Masatepe, en la que ya no hay nadie, pero ¨¦l la va recorriendo, con la escritura de su memoria: cada uno de los personajes, los padres, los numerosos hermanos, las habitaciones, la soledad hasta conseguir un conmovedor relato que, en cierto modo, es su autobiograf¨ªa de ni?o que nunca quiso quedarse solo. ¡°Uno siempre regresa a la infancia¡±, dijo ayer el Cervantes. Ahora esa casa de Masatepe vive en el cuento de Sergio Ram¨ªrez Mercado, un ni?o grande que ha ganado el Cervantes.
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