Nuestra guerra del Vietnam
Llega una nueva avalancha de documentales y libros sobre el conflicto
?C¨²branse! Se detecta un repunte de la guerra de Vietnam. En 2018, se cumple medio siglo del a?o cumbre del conflicto. Y la industria editorial estadounidense ya est¨¢ sacando tomos sobre tragedias de 1968 como la matanza de civiles en la aldea de My Lai o la ofensiva del Tet.
La batalla m¨¢s encarnizada del Tet tuvo lugar en Hu¨¦, antigua capital de Vietnam. Tras un mes de combate, se descubri¨® que los asaltantes (guerrilleros del Vietcong, soldados de Vietnam del Norte) hab¨ªan torturado y asesinado a varios miles de ¡°tiranos y reaccionarios¡±, desde maestros y funcionarios a misioneros y extranjeros dedicados a la ayuda humanitaria. Los que segu¨ªamos desde Europa el devenir de la guerra no sacamos las lecciones adecuadas de aquella masacre.
Tambi¨¦n se est¨¢ emitiendo The Vietnam War, serie en diez cap¨ªtulos a cargo de Ken Burns, el m¨¢s popular documentalista estadounidense. Inevitablemente, la narraci¨®n est¨¢ arropada por grandes ¨¦xitos de los sesenta (se supone que fue la primera guerra que se combati¨® a ritmo de rock) y un score firmado por Trent Reznor y Atticus Ross.
Cuesti¨®n de hegemon¨ªa cultural. No hay muestras del pop vietnamita, que evocaba la contienda desde puntos de vista menos estridentes. Al menos, la codirectora del proyecto, Lynn Novick, viaj¨® a Vietnam y entrevist¨® a los supervivientes. Todo un avance, ya que las pel¨ªculas de Hollywood suelen reducir los vietnamitas a ayudantes serviles, prostitutas dulces, campesinos impasibles, luchadores fan¨¢ticos.
Con todo, el foco de Burns est¨¢ m¨¢s en Washington que en el Mekong. Se reproducen las escalofriantes conversaciones de Nixon con Kissinger, donde deciden la ampliaci¨®n y prolongaci¨®n de la guerra. Pero no se explora un dato tan elemental para entender la contienda como el hecho de que la oligarqu¨ªa fuera cat¨®lica, frente al budismo dominante.
Tampoco se refleja la dimensi¨®n genuinamente internacional de la conflagraci¨®n. Entre los B-52, que arrojaron sobre Indochina el triple de bombas que las utilizadas en toda la Segunda Guerra Mundial, y aquellos flacos guerrilleros que se deslizaban por la selva, resultaba sencillo tomar partido. En aquellos tiempos, un servidor escrib¨ªa sobre pol¨ªtica internacional para el semanario Triunfo. Sus contenidos est¨¢n en la Red y he encontrado un texto m¨ªo del 15 de febrero de 1975. All¨ª describ¨ªa un Vietnam del Sur hundido en la corrupci¨®n y sacudido por las protestas populares, con un Ej¨¦rcito desmoralizado y en retirada.
Dos meses y medio despu¨¦s, ca¨ªa Saig¨®n y terminaba la guerra. Durante un tiempo, se me tuvo por un experto. Hoy siento m¨¢s verg¨¹enza que otra cosa: la mayor parte de la informaci¨®n sobre lo que ocurr¨ªa en el interior de Vietnam eran datos proporcionados por el servicio de prensa de la Embajada de Vietnam del Norte en Par¨ªs. No, nadie era imparcial en aquellos tiempos.
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