Vigencia del neorrealismo
Un paso adelante de Antonio M¨¦ndez Esparza, un director consciente de las virtudes de hacerse invisible.
LA VIDA Y NADA M?S
Direcci¨®n: Antonio M¨¦ndez Esparza.
Int¨¦rpretes: Regina Williams, Andrew Bleechington, Robert Williams, Ry'nesia Chambers.
G¨¦nero: drama. Espa?a, 2017
Duraci¨®n: 114 minutos.
Hay t¨ªtulos que se mueven entre la declaraci¨®n de intenciones y la lista de ingredientes, como el del segundo largometraje de Antonio M¨¦ndez Esparza. El t¨ªtulo esconde una cierta imprecisi¨®n bajo un gesto de modestia, porque el arte no se hace, ¨²nicamente, con la vida y nada m¨¢s. Hace falta un conjunto de virtudes no demasiado frecuentes para obtener una obra tan rica, org¨¢nica y transparente: alta capacidad de observaci¨®n, una disposici¨®n a la permeabilidad del discurso, a dejar que la vida interfiera y enriquezca el plan previsto y, entre otras cosas, un elevado porcentaje de paciencia para dejar que actores no profesionales y escenarios reales armonicen para convocar la ilusi¨®n de un universo que la c¨¢mara no ha construido, sino que ha registrado en su devenir, sin alterar su (supuesta) respiraci¨®n natural. Tal y como ya demostr¨® en su ¨®pera prima Aqu¨ª y all¨¢ ¨Ccentrada en el regreso a Sierra de Guerrero de un inmigrante mexicano y su dolorosa desconexi¨®n con su entorno afectivo-, M¨¦ndez Esparza es un hijo (o nieto) del neorrealismo, esa est¨¦tica de ruptura que, como bien supo interpretar Andr¨¦ Bazin, no solo consist¨ªa en la suma de escenarios reales y actores (ocasionalmente) no profesionales, sino que tambi¨¦n ten¨ªa que ver con una forma de narrar (un relato fragmentario y abierto como la vida) y con una ¨¦tica de la mirada.
Los materiales sobre los que se construye La vida y nada m¨¢s son un adolescente afroamericano de Florida, su madre abocada a ser ¨²nico tim¨®n de una familia rota y sus respectivas circunstancias. En ning¨²n momento se cargan las tintas melodram¨¢ticas en esta historia de supervivencia cotidiana en los m¨¢rgenes de los caminos que pueden llevar (o no) a un destino malogrado. Un paso adelante de un director consciente de las virtudes de hacerse invisible.
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