Los tesoros ocultos de Louis Armstrong
Dos nuevos discos rescatan importante material in¨¦dito salido de los archivos personales del trompetista
En 1956, el productor de Metro Goldwyn Meyer Sol C. Siegel ofreci¨® un cuarto de mill¨®n de d¨®lares a Cole Porter para que escribiese las canciones de la pel¨ªcula High Society, un remake musical de Historias de Filadelfia protagonizada por Bing Crosby, Grace Kelly y Frank Sinatra, nada menos. Cuando Porter supo que en la pel¨ªcula aparecer¨ªa tambi¨¦n Louis Armstrong, decidi¨® que ten¨ªa que escribir una canci¨®n en clave de jazz especialmente para ¨¦l. As¨ª naci¨® Now You Has Jazz, un tema en el que un sofisticado Bing Crosby interact¨²a con los All Stars de Armstrong explicando qu¨¦ es el jazz de forma tan ingenua y simple como, desde cierto punto de vista, adecuada. Porque ?hay algo que evoque mejor el esp¨ªritu del jazz a un ne¨®fito que aquel infeccioso latido musical que Louis Arms?trong cocin¨® en Nueva Orleans, llev¨® despu¨¦s a Chicago y, finalmente, a la eternidad?
A Armstrong le llamaban Satchmo por el gran tama?o de su boca, pero muchos m¨²sicos y amigos tambi¨¦n le llamaban Pops, un apodo que representa perfectamente su papel de padre de gran parte de la m¨²sica americana moderna y embajador principal del ?jazz que ¨¦l mismo desarroll¨® como pocos en la historia del g¨¦nero. Fue la gran Billie Holiday quien aparentemente le adjudic¨® ese apodo, y es dif¨ªcil imaginar qu¨¦ podr¨ªa sentir la cantante cuando Armstrong, en 1952, le dedicaba un sentido A Kiss To Build a Dream On en un peque?o club de San Francisco, estando ella entre el p¨²blico. Esa dedicatoria y esa interpretaci¨®n, junto a muchas otras joyas nunca publicadas del trompetista, se editan ahora por primera vez en The Nightclubs, segundo disco del proyecto con el que el sello californiano Dot Time est¨¢ rescatando valios¨ªsimo material in¨¦dito salido de los archivos privados de Armstrong. Como su propio nombre indica, este trabajo recopila tomas grabadas en un contexto poco documentado del Armstrong de los cincuenta: el de actuaciones en peque?os clubes, al calor de audiencias reducidas y cercanas, todas ellas con diferentes encarnaciones de sus All Stars entre 1950 y 1958, en las que aparecen nombres como Trummy Young, Billy Kyle, Arvell Shaw o dos clarinetistas tan diferentes como Edmond Hall y el ellingtoniano Barney Bigard.
Estas reediciones son el mayor hallazgo de arqueolog¨ªa jazz¨ªstica del a?o: despu¨¦s de Armstrong vinieron muchas cosas, pero ninguna como ¨¦l
M¨¢s interesante a¨²n es la primera referencia de este proyecto, publicada a mediados del presente a?o: The Standard Oil Sessions, un documento hist¨®rico de primer orden que contiene la grabaci¨®n completa de la m¨²sica grabada en San Francisco en enero de 1950 para un programa de radio llamado Musical Map of America, en el que algunos artistas populares ofrec¨ªan a los oyentes una clase magistral resumiendo la m¨²sica de la zona de Estados Unidos elegida en cada ocasi¨®n. As¨ª, Armstrong grab¨® algunas de sus piezas m¨¢s emblem¨¢ticas para construir una personal cartograf¨ªa de la m¨²sica de Nueva Orleans, en un programa que nunca lleg¨® a emitirse, por razones desconocidas. Los acetatos de aquella grabaci¨®n fueron entregados al trompetista y ahora ven por fin la luz, mostr¨¢ndonos a un Armstrong plet¨®rico, acompa?ado por dos de sus m¨¢s legendarios colaboradores, Jack Teagarden y Earl Hines. Ambos est¨¢n, sin duda, entre los m¨²sicos que mejor qu¨ªmica tuvieron con el trompetista a lo largo de toda su carrera, como demuestran varios de los puntos ¨¢lgidos de su discograf¨ªa, desde la entrada de Hines en los Hot Seven de Armstrong en 1927 hasta la creaci¨®n de los All Stars 20 a?os despu¨¦s. Esa qu¨ªmica casi m¨¢gica es el principal ingrediente musical de esta grabaci¨®n: poder volver a escuchar a Teagarden ¡ªuno de los grandes trombonistas del jazz tradicional, adem¨¢s de un carism¨¢tico e infravalorado vocalista¡ª cantando y tocando mano a mano con Armstrong, d¨¢ndose la r¨¦plica el uno al otro como la pareja perfecta que eran. Un negro de Nueva Orleans y un blanco de Texas mostrando a Norteam¨¦rica la esencia de aquel jazz swingueante y contagioso, una m¨²sica que a esas alturas ya hab¨ªa recorrido todo el pa¨ªs mutando en diferentes encarnaciones y que acababa de dar un nuevo volantazo a su evoluci¨®n con el fren¨¦tico bebop.
Armstrong y Teagarden, inmejorablemente acompa?ados por el piano de Earl Hines, terminan su clase maestra con el origen de todo, el blues, en una interpretaci¨®n de Back O¡¯Town Blues que rezuma autenticidad por los cuatro costados, con las cascadas de notas de Hines envolviendo las fechor¨ªas que narra la letra en boca de Arms?trong, y la sensaci¨®n de estar ante el glorioso ocaso de una m¨²sica irrepetible. Por mucho que pueda hoy ser reproducida nota por nota por cualquier int¨¦rprete dotado, aquella m¨²sica est¨¢ tan anclada a su tiempo que solo adquiere un sentido estricto escuch¨¢ndola directamente de sus fuentes. Por eso estas reediciones son el mayor hallazgo de arqueolog¨ªa jazz¨ªstica del a?o: porque despu¨¦s de Armstrong vinieron muchas cosas, pero ninguna como ¨¦l.
Louis Armstrong. The Nightclubs.Dot Time Records.
Louis Armstrong.?The Standard Oil Sessions. Dot Time Records
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