Ricardo Lez¨®n: ¡°Me asust¨® descubrir que soy un buen anacoreta¡±
El cantante de McEnroe alaba la soledad y la vida madura en ¡®Esperanza¡¯, su primer ¨¢lbum en solitario
Los discos pueden nacer en los lugares y momentos m¨¢s inesperados. Incluso en una tienda de chucher¨ªas de Sotogrande, aunque parezca una opci¨®n algo estramb¨®tica. Andaba hace unos a?os Ricardo Lez¨®n gan¨¢ndose la vida como profesor de tenis en aquel enclave del se?or¨ªo gaditano cuando, al comprarse un refrigerio, se encontr¨® con un libro de ?mile Cioran junto a las piruletas. Y la circunstancia le result¨® tan estrafalaria que no pudo por menos que adquirir aquel ejemplar. Se trataba de Del inconveniente de haber nacido, y en sus p¨¢ginas el fil¨®sofo rumano de la alienaci¨®n le persuadi¨® de que la esperanza es un resorte inconsciente del ser humano, un recurso que siempre nos asiste porque no lo podemos dominar.
Esperanza se ha convertido, tiempo despu¨¦s, en el t¨ªtulo del primer ¨¢lbum en el que Lez¨®n (Getxo, Vizcaya, 1969) estampa su nombre propio en portada, despu¨¦s de media docena de trabajos al frente de McEnroe y de otros proyectos como Viento Smith o un precioso disco a medias con The New Raemon. Y Esperanza es una obra relativamente esplendorosa, al menos para los par¨¢metros a que nos tiene acostumbrados este poeta del tormento sentimental. Que lleva con tanta resignaci¨®n como fastidio ese sambenito del hombre apesadumbrado. ¡°Mi supuesta tristeza es una idea manida que me genera una cierta incomodidad¡±, suspira. ¡°La m¨²sica de McEnroe proviene casi siempre de la luz y la alegr¨ªa, pero tambi¨¦n de las emociones. Muchos asocian los ritmos pausados, las notas menores o mi voz arrastrada con la congoja, y es una percepci¨®n que no puedo evitar. Un amigo me dijo que cada vez que escuchaba La cara noroeste se quedaba hecho polvo, ?y es una canci¨®n de amor!¡±.
Los nueve temas que integran Esperanza suponen un cierto alivio frente al mundo sombr¨ªo, y hasta renuncian a veces al retrato en primera persona para mostrarnos a un narrador inequ¨ªvocamente fascinado por la naturaleza, la soledad y los animales (La paz salvaje, Lobos). Su autor los concibi¨® durante los 20 meses que pas¨® viviendo en Noviales, un remot¨ªsimo enclave en las monta?as sorianas. ¡°En invierno ¨¦ramos tres habitantes, Carlos, Mar¨ªa Jes¨²s y yo. Ni siquiera hab¨ªa cobertura: mientras preparaba el disco junto a The New Raemon, ten¨ªa que subir a lo alto de una monta?a a enviarle notas de voz. Es una comarca con una densidad de poblaci¨®n inferior a la de Siberia, as¨ª que Edu [Guzm¨¢n], el bater¨ªa de McEnroe, me visit¨® para regalarme La Espa?a vac¨ªa, el libro de Sergio del Molino. Me asust¨® descubrirme como un buen anacoreta, pero es as¨ª: durante estos tiempos de soledad, no me he llevado del todo mal conmigo mismo¡±.
Ricardo finaliz¨® esta etapa de ermita?o y regres¨® a Getxo cuando su padre enferm¨®. Tras su fallecimiento, este ¨²ltimo verano, le escribi¨® Manuel, un tema sentid¨ªsimo que no entr¨® en Esperanza pero interpreta en los conciertos. ¡°Entre unas cosas y otras, estos ¨²ltimos a?os he experimentado eso que vienen llamando madurar¡±, reflexiona este cantautor y poeta siempre pausado. ¡°He notado en m¨ª un cambio radical, un choque casi apocal¨ªptico. He atravesado alguna ¨¦poca muy turbulenta y, como en la canci¨®n de Julio Iglesias, tropec¨¦ de nuevo con las mismas piedras. Pero ahora he soltado lastre y tonter¨ªas. Como tantos otros, yo tambi¨¦n he aprendido a vivir a base de errores¡¡±.
El desasosiego ante el amor inviable -una constante en el repertorio de McEnroe- reaparece en la bella y taciturna Arena y romero, pero este Lez¨®n maduro y reactivado es ahora capaz de abrir un disco con Chet Baker, pieza endulzada por unos inusuales y estupendos arreglos de metales. ¡°Soy muy poco ambicioso¡±, resume su autor. "Pero en estos momentos siento haber llegado lejos como m¨²sico, haber contado lo que quer¨ªa contar. La m¨²sica no me da para vivir en lo econ¨®mico, pero s¨ª en lo espiritual¡±. Tras las clases de tenis y una temporada trabajando para una inmobiliaria en Marbella (y viviendo a un paso del ¨¢tico de Ignacio Gonz¨¢lez, r¨ªanse), Lez¨®n regenta ahora una gasolinera en Zarautz.
?Qu¨¦ le desespera, entonces, al autor de Esperanza? Ricardo Lez¨®n resopla, piensa largo rato y, por fin, admite: ¡°El momento actual de la civilizaci¨®n no me inspira gran cosa, esa es la verdad. Pero no quiero que me tomen por un quejica¡¡±.
Un retorno por perfilar
Desde que ha aparecido con un elep¨¦ en primera persona, a Ricardo Lez¨®n no paran de preguntarle si Esperanza significa el final de McEnroe, su banda de los ¨²ltimos 15 a?os. Y no, o no necesariamente. "Sucede que tras grabar Rugen las flores nos asalt¨® la sensaci¨®n de haber llegado a alg¨²n sitio, de haber tocado techo. De aquella conseguimos llenar el Teatro Nuevo Apolo de Madrid. ?Nosotros, que hab¨ªamos debutado en el Caf¨¦ de La Palma!". Ahora dice sentirse "bien, pero desvalido" como cantante solista. "Me he quedado sin parapeto. Nunca hab¨ªa estado tan nervioso como al estrenar Esperanza en el Teatro Lara".
Babelia
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