Lo que Julita nos ense?a
Se habla poco de los que se quedaron a trabajar como mulas en un pa¨ªs en ruinas La se?ora rodeada de hijos, con mono y castillo nos da una lecci¨®n de libertad
De pronto, para mi sorpresa, algunos j¨®venes pol¨ªticos comenzaron a colgarse medallas con las haza?as de sus antepasados. Un abuelo muerto en la guerra. Y qui¨¦n no. Las medallas por el comportamiento, he pensado siempre, no se heredan, ni para bien ni para mal, y los muertos, pasada una dictadura de cuarenta a?os, debieran ser de todos. Tanto como para que la derecha reivindicara de una vez por todas el lugar que le fue negado a los perdedores, como para que la izquierda entienda que la vida de nuestros padres transcurri¨® en el curso de un interminable r¨¦gimen, y que en esa circunstancia hay que entender por tanto una evoluci¨®n que se repite en muchos de ellos: de ser ni?os de la guerra a comulgar con el ambiente para sobrevivir, y luego, a despertar a nuevos horizontes de libertad personal y p¨²blica. Esa es la m¨²sica de fondo del prodigioso documental Muchos hijos, un mono y un castillo del actor/director Gustavo Salmer¨®n, que en vez de salir al mundo a rodar, se qued¨® en la casa familiar y ah¨ª encontr¨®, en esa letra peque?a y dom¨¦stica, el relato poco contado de la generaci¨®n de nuestros padres. No s¨¦ si se trataba de un prop¨®sito consciente del director, pero as¨ª me lleg¨® a m¨ª, que en los ¨²ltimos tiempos hab¨ªa pensado con frecuencia en ese olvido. Se habla de los que lucharon en la guerra. Se habla del exilio. Pero poco de los que fueron v¨ªctimas sin voz de todo aquello: los ni?os que presenciaron el horror de la guerra y que se quedaron aqu¨ª a trabajar como mulas en un pa¨ªs en ruinas.
Esa evoluci¨®n, que pasa del recuerdo de los muertos de la guerra a la maternidad yey¨¦ en los sesenta, est¨¢ presente en el discurso vivaz, extravagante y libre de Julita Salmer¨®n, la madre del director, la madre por antonomasia, la madre y abuela que pareci¨¦ndose a otras es una dama que se distingue, porque una dama es esta se?ora que a¨²n saliendo por momentos mal peinada (algo de lo que se ha lamentado en algunas entrevistas) siempre tiene un aspecto se?orial. ?Por qu¨¦ nos gusta Julita? ?Por qu¨¦ esa unanimidad del p¨²blico que en estos d¨ªas navide?os ha llenado las salas? Porque nos encanta ver a una mujer verdadera, rica en an¨¦cdotas, a la que no le importa contar que por dejadez no se dio de baja en Falange, que asume su excentricidad y toda la vida ha embaucado a su marido y a sus hijos en sus deseos de aventura. Es una persona real, pero tambi¨¦n un personajazo que se sale de la norma y por eso nos reconforta. Julita nos demuestra que se puede ser madre y estar un poco loca, se puede ser imperfecta y ser amada. Vivimos en un mundo en el que lo l¨®gico es desarrollar una ilimitada comprensi¨®n hacia los hijos. Se dir¨ªa que patrimonializan la libertad y el atrevimiento. Pero ?qu¨¦ ocurre si ese orden admitido se subvierte y quienes emprenden mil proyectos atrevidos y temerarios son las madres? ?Qu¨¦ sucede si los hijos permiten que sean ellas las protagonistas, las que opinan de Dios, de pol¨ªtica, del pasado, de los muertos o la fe? ?Qu¨¦ ocurre si en lugar de censurar se les tolera, a las madres, desarrollar los rasgos caprichosos de su car¨¢cter?
La protagonista de este documental, la se?ora rodeada de hijos que sum¨® un mono y un castillo a su peripecia vital, nos da una lecci¨®n de libertad de pensamiento. Cuenta el pasado en sus propios t¨¦rminos, con una gracia que nos mueve a la risa aun cuando ella se lamente del paso del tiempo. Cada poco Julita comunica a sus hijos que la muerte la est¨¢ rondando. Hay una desesperada llamada a la vida, que se le ha hecho corta, del tal manera que avisa a quienes m¨¢s quiere de su pronta desaparici¨®n con el af¨¢n de que la ayuden a disfrutar de los d¨ªas que se le escapan. Eso es lo m¨¢s universal de esta preciosa pel¨ªcula. Cu¨¢ntas veces no advertir¨ªamos las madres que, ojo, un d¨ªa podemos morirnos, y entonces se nos echar¨¢ de menos, y todas aquellas preguntas que quedaron sin respuesta, porque la vida m¨¢s urgente apremia por otro lado, quedar¨¢n perdidas en la neblina del recuerdo. Todo esto se cuenta a trav¨¦s de la mirada del hijo, que resume la del resto de hermanos y que es comprensiva con la madre, benevolente con los inevitables errores y agradecida por los muchos momentos de diversi¨®n que mam¨¢ les brind¨®.
En una ¨¦poca en la que solo se habla de maternidad con discursos que basculan de lo ?o?o a lo descarnado, es alentador que un hijo haya mostrado a una madre tal cual es, dej¨¢ndola hablar, sin ¨¢nimo de cambiarla. Porque no solo las madres deben amar sin condiciones, tambi¨¦n la tolerancia deber¨ªa ser practicada por los hijos. Y en esa familia Salmer¨®n han sabido convivir sin herirse. Hay algo que se aprende en esta pel¨ªcula y que va m¨¢s all¨¢ de la pura comedia. Debi¨¦ramos escuchar sin alterarnos. Si supi¨¦ramos, ay, si supi¨¦ramos.
Babelia
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