A. G. Sulzberger, el joven heredero de la ¡®dama gris¡¯
El nuevo director de ¡®The New York Times¡¯, es el sexto miembro de la dinast¨ªa que dirige el peri¨®dico
Posiblemente sea uno de los trabajos m¨¢s dif¨ªciles del mundo. Pero Arthur Gregg Sulzberger lleva en su sangre los genes para liderar el conglomerado de medios que antes dirigieron su padre, su abuelo y su bisabuelo, tres Arthur como ¨¦l. La fase de aprendizaje del nuevo editor del grupo que publica The New York Times concluy¨® el pasado domingo, mientras dos millones de personas desped¨ªan el a?o a los pies del rascacielos donde se ubica la llamada dama gris, en Times Square.
El rotativo se preserva as¨ª como negocio familiar tras cinco generaciones. A. G. es el sexto miembro de la dinast¨ªa que dirige la organizaci¨®n desde que Adolph Ochs comprara el rotativo en 1896. El ascenso del heredero, de 37 a?os, fue mete¨®rico aunque no inesperado. Como su padre, subi¨® la escalera desde la base para conocer c¨®mo funciona una de las instituciones privadas m¨¢s influyentes del mundo.
Sulzberger empez¨® a curtirse en el oficio como alba?il de la informaci¨®n, trabajando de reportero local para The Providence Journal y despu¨¦s en The Oregonian. En 2009 se sum¨® a la redacci¨®n del Times, cuando Jill Abramson dirig¨ªa el rotativo. Cont¨® a los lectores historias de su propia ciudad, como el primer viaje del USS New York, un destructor que se hizo con parte de los restos de la Torres Gemelas.
Tambi¨¦n ejerci¨® de corresponsal nacional, lo que le permiti¨® hacer una radiograf¨ªa del pa¨ªs. En 2010 cubri¨® un tiroteo que tuvo lugar en Viernes Santo en Cooperstown (Nueva York) para contar c¨®mo esta peque?a localidad de 2.000 habitantes trataba de dar con una respuesta a la lacra de la violencia con armas. El Daily Star convirti¨® su visita en noticia. Un a?o despu¨¦s inform¨® sobre la matanza perpetrada en Tucson (Arizona) por un hombre armado que mat¨® a seis personas e hiri¨® a otras 13, entre ellas la congresista dem¨®crata Gabrielle Giffords.
Sulzberger dirigi¨® dos a?os la oficina del rotativo en Kansas City, en pleno centro geogr¨¢fico del continente. All¨ª, en la meca de la carne roja, describi¨® en 2012 la experiencia de ser vegetariano. Se gan¨® a golpe de tecla la reputaci¨®n de ser un periodista fino, serio, disciplinado y optimista. De la calle pas¨® a la direcci¨®n. Fue Abramson la que le encomend¨® liderar un peque?o grupo encargado de pensar ideas para nuevos productos.
Los dos compart¨ªan la teor¨ªa de que la redacci¨®n deb¨ªa ser un centro de innovaci¨®n. En 2014 se present¨® un informe de un centenar de p¨¢ginas sobre innovaci¨®n muy cr¨ªtico con la redacci¨®n y que marc¨® la estrategia digital del medio. El problema del Times, como cont¨® en sus intervenciones p¨²blicas, no era que faltaran buenas ideas. Era que los periodistas estaban demasiado apegados al papel y eso obligaba a un cambio cultural.
A. G. Sulzberger se cri¨® en Nueva York. Su madre es la pintora y escritora Gail Gregg. Estudi¨® en la Fieldston School, una escuela privada en la que se forman las ¨¦lites. Se gradu¨® en la Universidad de Brown, en Providence. El ¨²ltimo a?o de estudiante descubri¨® la belleza del periodismo de investigaci¨®n de la mano de Tracy Breton, periodista del Journal de Providence, galardonada con el Pulitzer.
Fue Breton la que le consigui¨® un puesto de becario, haciendo de reportero local en la peque?a localidad pesquera de Narragansett, en Rhode Island. ¡°Los tres primeros meses fueron duros¡±, ha reconocido, ¡°porque el trabajo de un reportero es explicar algo al resto¡±. Ah¨ª se dio cuenta, hablando con la gente corriente, de lo mucho que no sab¨ªa.
Arthur us¨® siempre las iniciales para que no le confundieran con su padre. Con ¨¦l visit¨® por primera vez la imprenta, con cinco a?os. Le llam¨® la atenci¨®n que las paredes, el suelo, el techo y las manos de los operarios estuvieran impregnadas de tinta. Su gran preocupaci¨®n, dice, es asegurar que el medio se adapte a los tiempos.
Aunque su lazo de sangre le predispon¨ªa a llegar a lo m¨¢s alto, compet¨ªa en el seno de la familia con sus primos Sam Dolnick y David Perpich. Los tres tuvieron dos a?os para demostrar qu¨¦ pod¨ªan hacer, en particular en la transformaci¨®n digital. Dolnick estuvo muy implicado en el desarrollo de varias iniciativas en ese ¨¢mbito mientras que Perpich se concentr¨® en las suscripciones. Las piezas en el mecanismo de sucesi¨®n encajaron r¨¢pido. Durante el ¨²ltimo a?o ejerci¨® las funciones de director ajunto, como segundo de su padre. Robert Denham, presidente del Consejo de Administraci¨®n del grupo editor del Times, le ha definido como una persona que ¡°hace preguntas inteligentes, que reta a la gente, que tiene muy buen juicio y que sabe sacar las cosas adelante¡±.
El desaf¨ªo es considerable. Los ¨²ltimos a?os han sido tumultuosos para la prensa. La familia Bancroft vendi¨® The Wall Street Journal a Rupert Murdoch y los Graham The Washington Post a Jeff Bezos, pero el Times consigui¨® aguantar el envite de Michael Bloomberg. Aquello fue m¨¦rito de su padre, Arthur O. Sulzberger. Tambi¨¦n fue ¨¦l el responsable de lanzar la web. El joven Sulzberger se hace con las riendas en un momento de gran ansiedad.
La ca¨ªda de los ingresos del papel no es el ¨²nico problema. Google y Facebook son los grandes rivales en el negocio de la publicidad digital. Y todo esto mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanza sin miramientos sus ataques contra la prensa que le critica.
La independencia y la integridad editorial de la redacci¨®n, dice Sulzberger, son intocables en la era de la desinformaci¨®n. El periodismo que hace el Times es m¨¢s caro de lo que la gente piensa, a?ade, pero el r¨¢pido crecimiento de su audiencia y suscriptores refleja que el p¨²blico quiere leer historias de calidad. ¡°Creo que podemos volver a unir a la gente en torno a una noci¨®n de verdad compartida¡±, ha afirmado, ¡°ese es el reto¡±.
Trump le est¨¢ ayudando. The New York Times proclama tener 130 millones de lectores por todo el mundo y 3,5 millones de suscriptores, 2,5 millones abonados a la edici¨®n en Internet. A.G. Sulzberger admite que el principio de dar noticias ¡°sin miedo o favores¡±, como escribi¨® Adolph Ochs en la declaraci¨®n de intenciones del diario, puede estar pasada de moda, pero cree firmemente en ella.
Babelia
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