Jap¨®n, recuperado
Alex Kerr firma 'Jap¨®n perdido', una obra que nace de la obsesi¨®n por el pa¨ªs que conoci¨® de ni?o y cuya belleza jam¨¢s pudo olvidar
Pese a lo que pudiera parecer, este hermoso libro no es hijo de esa f¨¦rtil estirpe de obras de viaje escritas por extranjeros embriagados por el gozo de poder explicarles a sus compatriotas el esp¨ªritu de los lugares que exploran, y no viene a enriquecer el linaje que tal vez naci¨® de Il Milione, de Marco Polo, o de las cr¨®nicas de aquellos primeros viajeros ingleses del Gran Tour, vaya uno a saber, y que m¨¢s tarde ennoblecieron Pierre Loti escribiendo sobre India, Bruce Chatwin sobre la Patagonia, Kapuscinski sobre ?frica o Paul Theroux sobre China o el Mediterr¨¢neo. Jap¨®n perdido nace de la obsesi¨®n por Jap¨®n, y por el Jap¨®n ancestral, de un hijo de militar norteamericano que tuvo la fortuna de conocer el Imperio del Sol Naciente a mediados de los sesenta, de ni?o, y que jam¨¢s pudo ya olvidar la belleza m¨ªtica de un pa¨ªs envuelto en la bruma misteriosa de sus valles e ignoto, en realidad, hasta bien entrado el siglo XX.
Alex Kerr confiesa que la cultura japonesa que aprendi¨® m¨¢s tarde en Yale no coincid¨ªa con la que ¨¦l descubri¨® fascinado cuando vivi¨® all¨ª por primera vez, el Jap¨®n at¨¢vico del secretismo sinto¨ªsta, de la hermosa naturaleza artificial de los jardines zen de Kioto, ¡°las pulcras esteras de tatami¡±, el ox¨ªmoron del alarde discreto de la ceremonia del t¨¦, el teatro Kabuki, la formalidad suprema o esa m¨¢gica gimnasia manual que deviene en caligraf¨ªa. Jap¨®n perdido, escrito en japon¨¦s en 1993, es un libro l¨ªmpido, pedag¨®gico y entra?able, concebido para compartir la belleza de un mundo ins¨®lito en forma de islas y para preservar una cultura milenaria que la globalizaci¨®n lleva d¨¦cadas diluyendo.
Kerr no es un viajero sino un hijo adoptivo, y su libro adquiere pronto un hibridismo seductor, a caballo entre el bildungsroman, la cr¨®nica personal, el ensayo historiogr¨¢fico y, por encima de todo, la confesi¨®n de una inmensa nostalgia por una cultura en extinci¨®n. Nada hace el autor por engalanar su prosa, y en cambio su sensibilidad y sus dotes de observador contumaz la convierten con frecuencia en un vergel verbal, entre maderas de membrillo y palisandro e instrucciones para contemplar un mandala. Es posible que a la memoria de otros lectores de Kerr se asomen libros como los que ha recordado en su lectura el que esto escribe, El elogio de la sombra (1933), de Junichiro Tanizaki, por la sutil pedagog¨ªa que destilan sus p¨¢ginas y la precisi¨®n con la que se describen objetos y ambientes, y asimismo El Danubio, de Claudio Magris, por la armon¨ªa con la que aqu¨ª se dan la mano g¨¦neros distintos.
Jap¨®n perdido recrea un mundo aut¨¢rquico que se desvanece, pero a la vez es una l¨²cida lectura de la evoluci¨®n de las sociedades en Extremo Oriente, abandonando la tradici¨®n propia para acogerse a la ajena, no siendo ya lo que fueron y sin ser a¨²n lo que ser¨¢n, degeneradas en junglas de hormig¨®n en las que no tiene ya cabida la delicadeza. Con independencia de si conocen o no Jap¨®n, la lectura de este delicioso libro les provocar¨¢ un irreprimible deseo de ir. Y cuando vayan creer¨¢n ver los biombos pintados con silencio elocuente y escuchar¨¢n el ruido simb¨®lico de una campana detr¨¢s del bullicio ensordecedor de la sociedad japonesa hoy, bajo cuya estridencia o extravagancia cree Kerr que se esconde una poblaci¨®n entrenada para esperar, sumisa, las ¨®rdenes de los bur¨®cratas y la degradaci¨®n del medio ambiente y de la autenticidad.
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Autor: Alex Kerr.
Editorial: Ediciones Alpha Decay (2017).
Formato: tapa blanda ( 304 p¨¢ginas).
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