Herida y muerta de amor
La poes¨ªa de Claribel Alegr¨ªa, tras la partida de su marido y gran amor, Darwin J. Flakoll (Bud), se fue acercando a una muerte sin miedo
La poes¨ªa de Claribel Alegr¨ªa, tras la partida de su marido y gran amor, Darwin J. Flakoll (Bud), se fue acercando a una muerte sin miedo, y con la esperanza de que esta le abriera la puerta a los reencuentros.
Desde entonces ha escrito sobre el amor y la muerte con una gran luminosidad y hondura sin renunciar nunca a su sello de estilo: pocas palabras en cada verso en busca de la esencia. La huella de su mentor es clara. S¨ª, Claribel fue una de las disc¨ªpulas predilectas de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez durante los a?os en que se conocieron en Washington, durante el exilio del Nobel de Moguer. ?l fue quien le edit¨® su primer libro de poemas, Anillo de Silencio, en 1948. Le ense?¨® a tachar, nunca a agregar. ¡°Tiene que ser as¨ª: esencia¡±, recordaba Claribel que le dijo el poeta mientras rele¨ªa sus poemas clavados en paredes y puertas de su apartamento.
Juan Ram¨®n habr¨ªa querido que Claribel no se casara porque tem¨ªa que el matrimonio afectase a su escritura. Pero ella se enamor¨® de Bud, un intelectual y diplom¨¢tico norteamericano con el que vivi¨® en diferentes pa¨ªses, con a?os luminosos en Par¨ªs (cuando el boom se reun¨ªa en su casa, y el joven Vargas Llosa llegaba con sus borradores) y en Dei¨¤, Mallorca, donde se unieron en gran amistad a Robert Graves, cuya poes¨ªa tradujo Claribel al espa?ol por primera vez.
El fervor revolucionario que se viv¨ªa en las dos patrias de Claribel (El Salvador y Nicaragua) tent¨® su escritura. Junto a su marido emprendieron la labor de documentar el pasado y presente de aquellas luchas llegando a firmar juntos como ClariBud. Entre los dos escribieron Cenizas de Izalco (1964). Estaban convencidos de que entre la literatura y el compromiso estaba el testimonio. Su ¨²ltimo libro, publicado el a?o pasado, Amor sin fin, es tambi¨¦n para Bud, como un preludio de este reencuentro tanto tiempo esperado. Ya antes, le hab¨ªa escrito uno de sus mejores poemarios, Saudade.
En 2017, el premio Reina Sof¨ªa lleg¨® a tiempo de coronar su carrera. Pese a que su estado de salud lo desaconsejaba, quiso asistir a la ceremonia y volar desde Managua. Su actitud vital confirmaba lo escrito en su poes¨ªa, que alguien enamorado no teme a la muerte. En Soltando amarras, est¨¢n estos versos: ¡°Por qu¨¦ no detenerme en esa esquina / y sorprender a la muerte por la espalda¡±. Cuando le pregunt¨¦ sobre ello, me contest¨® sonriendo, como sol¨ªa hacer: ¡°No es que desee la muerte, sino que no le tengo miedo, y ahora que est¨¢ m¨¢s cerca, menos todav¨ªa¡±. Ella quer¨ªa salirle al paso.
Nos deja una grande de la literatura latinoamericana, tras unos meses de oro para la literatura nicarag¨¹ense. Cre¨ªa que un poeta era para siempre si al menos uno de sus versos quedaba en la memoria por generaciones. A Juan Gelman, tras la p¨¦rdida de su hijo y su nuera, Claribel le escribi¨®: ¡°Porque aprend¨ª a quererme / ahora puedo sangrar con tus heridas¡±. Y esos versos son de los que quedan para siempre.
Francisco Javier Sancho Mas es escritor y periodista.
Babelia
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