Munici¨®n literaria para revivir la batalla de Stalingrado
Un pu?ado de interesantes novedades se suman con motivo del 75 ? aniversario a la bibliograf¨ªa existente sobre la gran derrota de Hitler
¡°Los rusos han cometido un error concentrando toda su fuerza en Stalingrado¡±. La frase, que no es ciertamente muy acertada, la pronunci¨® Adolf Hitler el 6 de septiembre de 1942 en el curso de una de sus charlas, en puridad soliloquios, con sus ¨ªntimos (Las conversaciones privadas de Hitler, Cr¨ªtica, 2004). El l¨ªder nazi ya empezaba a empecinarse con lograr una victoria decisiva en la ciudad cuya f¨¦rrea defensa por parte de los sovi¨¦ticos achacaba a que para ellos ¡°ser¨ªa de mal augurio¡± perderla llevando el nombre de Stalin. ¡°Por tal motivo, jam¨¢s permitir¨¦ que se le s¨¦ mi nombre o el de uno de mis compa?eros a un objeto amenazado por naturaleza, se trate de una ciudad o de un acorazado. Precisamente en tiempo de guerra es cuando el pueblo se muestra m¨¢s supersticioso¡±.
Hitler se las promet¨ªa muy felices por c¨®mo se desarrollaban las cosas en Stalingrado. De su perspicacia da buena fe otra conversaci¨®n, poco antes, en la que se felicitaba por la presencia de la Divisi¨®n Azul en su ej¨¦rcito luchando en el frente de Leningrado (la suerte libr¨® a la unidad espa?ola de acabar en Stalingrado como otras fuerzas rumanas, h¨²ngaras e italianas) y apuntaba: ¡°Cuando regrese a Espa?a, habr¨¢ que equipar a esa Legi¨®n (y de manera magn¨ªfica), darle parte del bot¨ªn y algunos generales rusos como trofeos. De esta manera har¨¢n su entrada triunfal en Madrid y su prestigio ser¨¢ invencible¡±. Como se ve, el F¨¹hrer pensaba que ya ten¨ªa Rusia en el bote. Tambi¨¦n a?ad¨ªa en esa entusiasta conversaci¨®n: ¡°?En conjunto la prensa espa?ola es de las mejores del mundo!¡±.
Finalmente, la batalla de Stalingrado, que durar¨ªa seis meses desde el inicio del ataque alem¨¢n que parec¨ªa irresistible hasta el total aniquilamiento de su punta de lanza, el Sexto Ej¨¦rcito (cercado en el Kessel, el caldero, en que se convirti¨® la ciudad para los alemanes y disuelto entre el fuego, el hielo y el hambre), fue una de las batallas m¨¢s feroces y sangrientas de la historia, una completa victoria de los sovi¨¦ticos y la derrota emblem¨¢tica del III Reich en la Segunda Guerra Mundial. Aunque hay historiadores, como Richard Overy, que juzgan que en puridad el enfrentamiento fundamental fue despu¨¦s, el verano de 1943, en Kursk, la gran batalla de tanques. Hubo en todo caso un antes y un despu¨¦s de Stalingrado. Y fue Stalin en ¨²ltima instancia el que captur¨® nada menos que 22 generales alemanes (y un mariscal de campo, Paulus) y los hizo desfilar en Mosc¨² como trofeos junto a otros 91.000 prisioneros, ca?ones y banderas arrebatados al enemigo. En total, 300.000 de los mejores soldados de Hitler nunca volvieron a casa. Murieron en el otro bando cerca de medio mill¨®n de sovi¨¦ticos, aunque algunos investigadores elevan la cifra a un mill¨®n.
La tremenda historia de la batalla de Stalingrado nos la han contado directa o indirectamente libros (ensayos, memorias y novelas) y pel¨ªculas -las fundamentales Enemigo a las puertas y la alemana de 1993 Stalingrado, de Joseph Vilsmaier, sin menospreciar la reciente (2013) y espectacular rusa de mismo t¨ªtulo de Fedor Bondarchuk-. El 75 ? aniversario del final de la batalla, que se cumple el 2 de febrero, cuando ces¨® la ¨²ltima resistencia alemana (Paulus se rindi¨® el 31 de enero, tras haber recibido la noche antes de Hitler el nombramiento de mariscal y el recordatorio de que nunca un mariscal alem¨¢n hab¨ªa sido hecho prisionero, como fina invitaci¨®n al suicidio), nos trae ahora un pu?ado de novedades editoriales y adem¨¢s nos invita a repasar la bibliograf¨ªa y la cinematograf¨ªa sobre aquel tit¨¢nico choque de voluntades y acero. Stalingrado, la ciudad que derrot¨® al Tercer Reich (Galaxia Gutenberg), es la publicaci¨®n m¨¢s destacable que llega a las librer¨ªas. En ella, el historiador alem¨¢n Jochen Hellbeck (Bonn, 1966) revisa la batalla sobre todo del lado sovi¨¦tico recuperando una serie de sensacionales testimonios de primera mano de combatientes: las denominada transcripciones de Stalingrado. Se trata de una colecci¨®n de 215 entrevistas realizadas justo al acabar la batalla por un grupo de historiadores moscovitas en el marco de un proyecto documental a gran escala (la Comisi¨®n de Historia de la Gran Guerra Patri¨®tica).
Las entrevistas (que se presentan en espa?ol por primera vez) fueron relegadas al olvido en la URSS por considerarse demasiado espont¨¢neas, y Hellbeck las recuper¨® considerando que muestran c¨®mo y porqu¨¦ lucharon en realidad los sovi¨¦ticos. Entre los entrevistados hay simples soldados pero tambi¨¦n personajes como el mism¨ªsimo Zaitsiev, el c¨¦lebre francotirador (explica las risas que provoc¨® a sus camaradas cuando dispar¨® con tanta pericia a un cocinero militar alem¨¢n que consigui¨® que cayera muerto dentro de su propia olla) y testimonios en verdad impresionantes. El de la sargento Lina Kokorina, que cuenta como tuvo que volverle a meter los intestinos en el vientre a una fusilera de su regimiento (nunca han luchado tantas mujeres en una batalla como en Stalingrado) .O el del comandante Gavrilovich, de los primeros en entrar en el Cuartel General alem¨¢n para aceptar la rendici¨®n y que describe la ¡°incre¨ªble suciedad¡± que reinaba en el lugar, con ¡°mugre hasta el pecho junto con excrementos humanos y qui¨¦n sabe qu¨¦ otras cosas¡±. Los alemanes hab¨ªan usado los pasillos de letrinas por miedo a salir.
En su libro, Hellbeck polemiza con Antony Beevor, autor de la que sigue siendo la gran historia popular de referencia de la batalla, Stalingrado (Cr¨ªtica, 2000) y el mejor libro si hay que escoger solo uno para adentrarse en el drama militar y humano del enfrentamiento Afirma que Beevor (que destap¨® la masiva presencia de sovi¨¦ticos en uniforme alem¨¢n integrados en el ej¨¦rcito hitleriano) se equivoca al subrayar la crueldad con la que las autoridades sovi¨¦ticas empujaron a resistir a los suyos y opina que en realidad no hubo tanta coacci¨®n ni castigos sumarios y que la defensa de Stalingrado fue verdaderamente una causa popular. Hellbeck usa artiller¨ªa pesada y llega a reprocharle a Beevor ¡°hacerse eco de clich¨¦s originados en la propaganda de la era nazi¡±, alabar a los oficiales de la Wehrmacht, y hasta deleitarse en la imagen de, y cita, con bastante mala baba, ¡°artilleros alemanes en pantal¨®n corto, con sus torsos bronceados y musculados de levantar proyectiles¡±.
En su libro, Hellbeck usa artiller¨ªa pesada y llega a reprocharle a Beevor ¡°hacerse eco de clich¨¦s originados en la propaganda de la era nazi¡±
El otro libro a destacar como novedad en este aniversario, que se celebra con la natural pasi¨®n en la actual Volvogrado, incluyendo jornadas de reenactment del club patri¨®tico Pekhotinets y homenajes en el Mamayev Kurgan, es A las puertas de Stalingrado (Ediciones Desperta Ferro, 2017), el primer volumen (la ofensiva alemana) de la monumental Tetralog¨ªa de Stalingrado del historiador militar David M. Glantz considerado el mayor experto mundial en el Ej¨¦rcito Rojo y el frente del Este durante la Segunda Guerra Mundial. Coronel retirado del ej¨¦rcito de EE UU, Glantz considera necesario volver a la batalla (?!) en la consideraci¨®n de que ha quedado mucho por explicar de ella y que es preciso para entenderla trazar una panor¨¢mica m¨¢s amplia que la de la propia ciudad. El historiador utiliza fuentes poco tenidas en cuenta y nuevas para realizar un minucios¨ªsimo relato de los acontecimientos. El resultado (la obra completa se ir¨¢ publicando progresivamente) es historia militar pura y dura para hacer las delicias de los buenos y verdaderos aficionados, con m¨¢s atenci¨®n a los movimientos de los panzer y a las t¨¢cticas o, por ejemplo, al n¨²mero de T-34 y T-70 en el XIII Cuerpo de Tanques sovi¨¦tico que a la dimensi¨®n humana de la guerra y el sufrimiento de los combatientes y civiles. Claro que para eso siempre podemos volver a Beevor y al gran Vasili Grossman, del que Galaxia Gutenberg edita ahora bajo el oportuno t¨ªtulo de Stalingrado sus cr¨®nicas de la batalla extra¨ªdas de su libro A?os de guerra.
Del propio Grossman, por supuesto, tenemos la gran novela Vida y destino (tambi¨¦n Galaxia) en la que se narra la batalla a trav¨¦s de las vicisitudes de la familia Sh¨¢poshnikov. Desde la trinchera de enfrente, Las ben¨¦volas, de Jonathan Littell (RBA, 2007) contiene en su parte central las vivencias en Stalingrado de su protagonista, el SS Max Aue, entre ellas observar casos de canibalismo y recibir un balazo en la cabeza de un francotirador ruso. A?adamos dos memorias imprescindibles para adentrarse en Stalingrado, las de Paulus (Stalingrado y yo, La Esfera de los Libros, 2017) y las de Zaitsiev (Memorias de un francotirador en Stalingrado, Cr¨ªtica, 2014). ?Lo que le hubiera gustado al segundo tener en su mira al mariscal! Tanto en Las brujas de la noche, sobre las aviadoras sovi¨¦ticas, como en Los ¨¢ngeles vengadores, sobre las francotiradoras, la historiadora Lyuba Vinogradova aborda extensamente la batalla de Stalingrado (ambos libros en Pasado & Presente).
Por ¨²ltimo, al que quiera revisitar la batalla le resultar¨¢n muy ¨²tiles los dos estupendos n¨²meros (Stalingrado I y II) que ha dedicado la revista Desperta Ferro (de la misma editorial), con extraordinarios mapas, diagramas, dibujos y fotos, am¨¦n de art¨ªculos de grandes especialistas. Con todo eso vamos bien pertrechados para regresar a la martirizada y valiente ciudad que no deja de arder a orillas del Volga.
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