El escritor que ha le¨ªdo todos los libros
Narrador, ensayista y traductor, el peruano Luis Loayza es uno de los grandes prosistas de la lengua espa?ola. Los relatos de Otras tardes lo demuestran
Luis Loayza (Lima, 1934), Lucho para los amigos. La reciente edici¨®n de Otras tardes me induce a hablar de un autor al que siempre se califica de poco conocido, lo que hoy no se sostiene ya. En 2009 la lime?a Universidad de San Marcos public¨® Para leer a Luis Loayza, y en 2010 la Universidad Ricardo Palma recogi¨® en dos gruesos vol¨²menes su obra casi completa. Vargas Llosa, en 2011, escribi¨® en este peri¨®dico un espl¨¦ndido art¨ªculo sobre el segundo de ellos (Ensayos). Y una frase se me qued¨® grabada: ¡°Loayza es uno de los grandes prosistas de nuestra lengua y estoy seguro de que tarde o temprano ser¨¢ reconocido como tal¡±.
Una piel de serpiente (1964), la ¨²nica novela de Lucho, es su obra menos valorada. Se ha querido ver en ella la influencia del nouveau roman, pero en realidad, la novela, sencilla y clara, solo habla de la indecisi¨®n de unos muchachos que, sin mucha convicci¨®n, juegan a la pol¨ªtica. El protagonista dice una vez: ¡°Nos hemos dado el gusto de chillar un poco, de acuerdo. Pero no tenemos ning¨²n programa, nos lee poca gente, no somos peligrosos. En el fondo esto es un juego. Todo lo que arriesgamos es que la polic¨ªa se quede con el peri¨®dico y nos haga dormir mal una noche¡±.
La leyenda dice que Luis Loayza derrot¨® a Bobby Fischer, campe¨®n del mundo, y la leyenda es rigurosamente cierta: ocurri¨® el 21 de mayo de 1965
El avaro (1955) fue su primer libro de relatos publicado, en edici¨®n m¨ªnima, pero bast¨® para que Abelardo Oquendo y Vargas Llosa, sus grandes amigos, llamaran a Lucho ¡°el borgiano de Petit Thouars¡±. A m¨ª me encanta el humor del relato ¡®El h¨¦roe¡¯, el cual no dio muerte al monstruo, porque ¡°sucedi¨® que ¨¦l tambi¨¦n tuvo miedo y al retroceder violentamente se dio tal testarazo contra las piedras que se mat¨®¡±. Mi relato preferido de Lucho ha sido siempre el f¨²nebre ¡®Todas las flores¡¯. Fue el primero que le¨ª, en una ¨¦poca en que el texto aparec¨ªa en todas las antolog¨ªas y yo le tomaba el pelo diciendo que era ¡°el cuento m¨¢s antologizado de la literatura peruana¡±. Mi libro de ensayos favorito es El sol de Lima, que me parece tan importante como Lima la horrible, de Salazar Bondy, o Conversaci¨®n en La Catedral, de Vargas Llosa. El texto que da t¨ªtulo al volumen recoge a un antiguo caballo de batalla de Lucho: el peruano nunca ha sabido dar una imagen exterior satisfactoria de su identidad. Y en el interior del libro hay dos ensayos (sobre el Ulises de Joyce y sobre el Inca Garcilaso de la Vega) que me parecen absolutamente magistrales. En cuanto a los relatos de Otras tardes, para m¨ª lo mejor es una frase del que lleva el t¨ªtulo de ¡®La segunda juventud¡¯: ¡°Mi amor fue lime?o, mortecino y desesperado como la gar¨²a, y creo que ella tambi¨¦n sent¨ªa por m¨ª una peque?a pasi¨®n¡¡±.
Lucho fue traductor. Seguro que en los documentos de las Naciones Unidas hay p¨¢ginas sublimes, habida cuenta de que quienes las tradujeron fueron peruanos como Emilio Adolfo Westphalen, Ra¨²l Deustua, Am¨¦rico Ferrari o¡ Lucho. En el campo de la traducci¨®n estrictamente literaria, sus autores preferidos lo definen muy bien: Thomas de Quincey, Nathaniel Hawthorne, Arthur Machen, Paul Bowles¡ Y sus pr¨®logos demuestran una vez m¨¢s que traducir es la mejor forma de leer.
Muy importante: el ajedrez. La leyenda dice que Luis Loayza derrot¨® a Bobby Fischer, campe¨®n del mundo, y la leyenda es rigurosamente cierta: el 21 de mayo de 1965 Luis Loayza gan¨® a Fischer, que jugaba 26 partidas simult¨¢neas, en Nueva York. Hoy, sin embargo, Lucho no juega ya al ajedrez. En una carta de 1986 me dec¨ªa desde Ginebra: ¡°Jugu¨¦, con resultados relativos, un torneo open de ajedrez en el que la mayor¨ªa de los participantes pod¨ªan ser mis hijos y ten¨ªan una memoria, una concentraci¨®n y un killer-instinct que yo no he tenido nunca, no digo h¨¦las! ahora¡±.
Como traductor, tuve la suerte de compartir con Lucho, por lo menos, dos conferencias internacionales: la de la UNCTAD de 1972 en Santiago de Chile y la de los Pa¨ªses No Alineados en Cuba de 1979. En la primera, Chile estaba al borde del pinochetazo, aunque nadie pod¨ªa imaginarlo entonces. Luego me tom¨¦ la libertad de convertir a Lucho en personaje de mi novela Si vas para Chile (por suerte agotada) y se lo tom¨® muy bien. En la segunda descubr¨ª que ¨¦l no solo era un experto en ¡°valsesitos¡± peruanos, sino tambi¨¦n en el danz¨®n caribe?o, padre de todas las salsas. Como homenaje a Hemingway, nos sumerg¨ªamos en el Floridita de La Habana en daiquir¨ªs profundos.
Lucho ha sido siempre un gran escribidor de cartas (ah¨ª queda su correspondencia con Julio Ram¨®n Ribeyro). Yo le descubr¨ª a Thomas Bernhard, que ¨¦l iba absorbiendo al comp¨¢s de mis traducciones, y Lucho me convirti¨® a Robert Pinget (a ¨¦l lo hab¨ªa convertido Rachel, su esposa), y le¨ª, aplicadamente pero sin entender gran cosa, L¡¯inquisitoire.
Borges no se enorgullec¨ªa de los libros que hab¨ªa escrito sino de los que hab¨ªa le¨ªdo. Loayza no puede hacerlo porque los ha le¨ªdo todos. Sin embargo, ha conseguido convertir la lectura en un acto tan creador como la propia escritura. Yo le debo, entre muchas otras cosas, un respeto inmenso por la prosa de Corpus Barga y el convencimiento de que el ¨²nico libro en espa?ol que realmente vale la pena leer es Los cronistas del Per¨², de Ra¨²l Porras Barrenechea.
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Autor: Luis Loayza .
Editorial: Pretextos (2017).
Formato: tapa blanda (164 p¨¢ginas).
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