El ¡°fot¨®grafo amateur¡± que hac¨ªa poes¨ªa con su Leica
Una monogr¨¢fica de 160 im¨¢genes recupera la delicada obra del valenciano Gabriel Cuallad¨® a los 15 a?os de su fallecimiento
Algo tan complicado como sacar belleza de lo cotidiano fue el logro de Gabriel Cuallad¨®, quiz¨¢s uno de los autores menos populares de su generaci¨®n, la que cambi¨® la fotograf¨ªa espa?ola a finales de los a?os cincuenta del pasado siglo para situarla al nivel europeo. Cuando se van a cumplir 15 a?os de su fallecimiento, el 30 de mayo de 2003, una exposici¨®n monogr¨¢fica con 160 de sus fotos, en la Sala Canal Isabel II, en Madrid, recupera la obra del que es considerado "un maestro, un referente en Espa?a" por fot¨®grafos como Joan Fontcuberta y Juan Manuel Castro Prieto. Todo un legado, en blanco y negro, de alguien que no se dedic¨® profesionalmente a la imagen (en su tarjeta de visita se anunciaba como ¡°fot¨®grafo amateur¡±), sino que dirigi¨® la empresa de transportes de su t¨ªo a partir de 1949.
Gabriel Cuallad¨® naci¨® en 1925, en Massanassa (Valencia), autodidacto pero no precoz, supo crear en sus im¨¢genes una atm¨®sfera en muchas ocasiones inquietante, un mundo de personajes que transmiten soledad en claroscuros, pero sin artificios, desde la sencillez. Como ha recordado hoy, viernes, su hijo Gabriel en la presentaci¨®n de la exposici¨®n: "Luch¨® para que la fotograf¨ªa fuera reconocida como un arte". Lo hizo primero formando parte, en 1957, del grupo Afal, el que impulsaron desde Almer¨ªa Carlos P¨¦rez Siquier y Jos¨¦ Mar¨ªa Artero, y al que se unieron Ram¨®n Masats, Ricard Terr¨¦, Oriol Maspons, Gonzalo Juanes, Paco G¨®mez, Xavier Miserachs, Leopoldo Pom¨¦s, Alberto Schommer¡ para arrumbar el "salonismo" y dar paso a una fotograf¨ªa moderna, de est¨¦tica neorrealista.
Varios de ellos formaron su aparte en el colectivo que Masats bautiz¨® como La Palangana, a partir de 1959. ¡°Los recuerdo en casa hablando de sus ideas y sus trabajos durante horas¡±, se?al¨® Cuallad¨® hijo, aunque otras de aquellas reuniones consist¨ªan en citarse por la ma?ana en un bar a tomar ca?as y luego salir a hacer fotos. De todos ellos, con quien forj¨® ¡°una profunda y leal amistad¡±, como dijo el propio Cuallad¨®, fue el navarro Paco G¨®mez, fallecido en 1998. A ¨¦l le dedic¨®, poco antes de su muerte, como homenaje, la serie Va por ti, uno de los apartados de la exposici¨®n Cuallad¨® esencial, abierta en la Sala Canal Isabel II, en Madrid, hasta el 29 de abril.
Quiz¨¢s porque su vida estaba dedicada a esos camiones que circulaban por las carreteras de Espa?a con su apellido en el lateral, Cuallad¨® dec¨ªa, con modestia, que su obra cab¨ªa en una caja de zapatos. Era m¨¢s una forma de decir que tiraba pocas fotos. Entre esos negativos destaca su serie de El Rastro madrile?o, desarrollada durante a?os, en la que opt¨®, fiel a su estilo, por huir del bullicio para fijarse en los gestos, como las dos ancianas que parecen estar haci¨¦ndose confidencias o el tipo apoyado en la pared con el torso desnudo. Cuallad¨® sac¨® partido a ese silencio entre sombras en otro mercado, el de Les Halles, durante un viaje a Par¨ªs de diez d¨ªas con otros fot¨®grafos en 1962.
Esa serie fue la excepci¨®n en un fot¨®grafo "cuya obra era su mundo diario¡±, como record¨® su hijo. Su familia, con magn¨ªficos retratos a sus padres e hijos y el que, seg¨²n el comisario de la exposici¨®n, Antonio Tabernero, es su ¡°fotograf¨ªa cumbre¡±, Hija de Jes¨²s, realizada en G¨¹exes (Asturias), en 1963. La de una ni?a con la cara en sombra, de lado y sobre fondo negro.
Precisamente. los ni?os fueron materia habitual en los trabajos de Cuallad¨®, siempre desde la ternura y la humanidad, posando o distra¨ªdos, pero con el misterio que caracteriza su obra y que se ve en im¨¢genes como Hombre con sombrero (1957), en la que el fotografiado mira de lejos al fot¨®grafo, separados ambos por la luna delantera de un coche, en una composici¨®n salida del mejor cine negro.
De esa forma tan especial de encuadrar, de c¨®mo contraven¨ªa la ortodoxia, con los personajes a punto de salirse de los bordes, se habla en la pel¨ªcula sobre su vida y obra que acompa?a la exposici¨®n. En ella se ve en varias ocasiones a un hombre prematuramente calvo, corpulento y con unas grandes manos y dedos de los que parece que se va a caer en cualquier momento su Leica.
Las exposiciones que revisaron su obra no llegaron hasta mediados de los a?os ochenta, en Bilbao y Madrid, y la p¨®stuma en 2003 en Valencia. Antes, obtuvo el reconocimiento del primer Premio Nacional de Fotograf¨ªa, el que el Ministerio de Cultura concedi¨® en 1994.
Su ¨²ltimo trabajo, el que abre la exposici¨®n, fue Puntos de vista (1993-1994), una propuesta suya al Museo Thyssen, de Madrid, para fotografiar a los visitantes en las salas. Entre esas tomas llama la atenci¨®n la de una mujer de espaldas contemplando a la de La habitaci¨®n, de Edward Hopper, el pintor que, como Cuallad¨®, transmiti¨® la melancol¨ªa de personas sin rostro.
Babelia
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