En busca de la nueva Lucia Berlin
El a¨²n palpitante ¨¦xito de ¡®Manual para mujeres de la limpieza¡¯ ha puesto a las editoriales espa?olas tras la pista de autoras anglosajonas de relatos cuya carrera se ha desarrollado en los m¨¢rgenes


Puede que todo empezara en 2013, cuando Alice Munro gan¨® el Nobel. Alice Munro, ¡°la Ch¨¦jov de Canad¨¢¡±. La Academia sueca se rend¨ªa por fin al g¨¦nero maldito, el del cuento. Y puede que en aquel momento, gabinetes de lectura de editoriales de todo el mundo, en realidad, lectores ¨²nicos de esas mismas editoriales, dirigidos por editores ¨¢vidos de dar salida por fin a un g¨¦nero considerado poco m¨¢s que ¡°veneno para la taquilla¡± hasta el momento, se pusiesen manos a la obra en busca de otras ch¨¦jovs, de ch¨¦jovs de todo tipo. As¨ª fue como un d¨ªa alguien levant¨® un tel¨¦fono en la editorial neoyorquina Farrar, Straus and Giroux y llam¨® a Lydia Davis para pedirle consejo. Le pregunt¨® si ten¨ªa en mente a alguna otra cuentista cuya obra jam¨¢s hubiese sido tratada como deb¨ªa. Ella contest¨®: ¡°Por supuesto, Lucia Berlin¡±. Qui¨¦n sabe, puede que Davis llevase demasiado tiempo queriendo que alguien le hiciese esa pregunta.
El resto es historia. En 2015, Farrar, Straus and Giroux publicaba Manual para mujeres de la limpieza, la antolog¨ªa definitiva de Berlin, diosa maldita de un realismo sucio poderosamente vivo, elaborada por Stephen Emerson, escritor y buen amigo de Lucia. Para entonces, el mundo, por fin, estaba a punto de descubrir que sus relatos no eran solo relatos, eran diamantes extra¨ªdos de la mina de su tormentosa existencia ¡ªinfancia n¨®mada, tres maridos, cuatro hijos, todo tipo de horribles trabajos, demasiado alcohol, una madre abominable, mudanzas, lavander¨ªas, autobuses, y una muerte en la m¨¢s absoluta miseria¡ª. El resultado del trabajo de Emerson, 43 relatos en los que la prosa ¡°el¨¦ctrica¡± de Berlin ¡°se abre camino a zarpazos en el papel¡±, hizo que el mundo entero se enamorase de la mujer que era a la vez Charles Bukowski, Raymond Carver y Francis Scott Fitzgerald.
100.000 ejemplares
Mar¨ªa Fasce, entonces editora de Alfaguara, fue, por casualidad, la primera en leer el manuscrito en Espa?a. ¡°Me lo llev¨¦ a casa aquel fin de semana, y me qued¨¦ hipnotizada. El lunes ya hab¨ªamos pasado una oferta. Nunca imaginamos el fen¨®meno¡±, cuenta. A d¨ªa de hoy, al a?o y medio de publicarse en Espa?a, Manual para mujeres de la limpieza ha vendido, seg¨²n la editorial, m¨¢s de 100.000 ejemplares en Espa?a y Latinoam¨¦rica. Y, desde entonces, sin prisa pero sin pausa, las librer¨ªas se han ido llenando poco a poco cuentos reunidos de todo tipo de autoras de las que no ten¨ªamos noticias hasta la fecha. Pensemos en la madre del neog¨®tico sure?o weird Joy Williams, en la siempre cruel, oscura y fascinante Angela Carter, en la l¨²cida chica de campo Edna O¡¯Brien, en la amante de las parejas infelices y las mujeres sonrientes Margaret Drabble. Y en las que coinciden estos d¨ªas en librer¨ªas: Edith Pearlman y su Visi¨®n binocular (que publica Anagrama despu¨¦s de que el a?o pasado AdN lanzase Miel del desierto); Andrea Barrett y los cuentos cient¨ªficos que contiene La fiebre negra (N¨®rdica); el icono de la literatura irlandesa Mary Lavin, que recibe al lector En un caf¨¦ (Errata Naturae). ?Se dir¨ªa que alguien est¨¢ buscando a la pr¨®xima Lucia Berlin?
¡°Es muy probable", dice Maria Fasce, hoy al frente de Lumen. ¡°?Yo misma estoy buscando a la pr¨®xima Lucia Berlin!¡±, admite. Las coordenadas est¨¢n claras: autora anglosajona de relatos que haya crecido en los m¨¢rgenes ¡ªesto es, que haya sido injustamente tratada a¨²n por p¨²blico y cr¨ªtica¡ª, una rara orqu¨ªdea que se hubiese abierto camino en el duro asfalto, y de la que poco o casi nada se supiese. Como las anteriormente mencionadas, entre las que podr¨ªamos a?adir el t¨ªmido rescate de Ann Beattie ¡ªlos ¨²nicos dos cuentos reunidos en Paseando con hombres (Gatopardo)¡ª o la reedici¨®n integral de Grace Paley (Anagrama). ¡°Berlin ha facilitado que al librero le d¨¦ menos miedo el relato, y eso ha hecho que nos d¨¦ menos miedo a nosotros¡± dice Diego Moreno, de N¨®rdica, que admite que un d¨ªa, ¡°haciendo indagaciones por Internet¡± dio con una autora "de relatos" que hab¨ªa ganado el National Book Award en 1996, y que no pod¨ªa creerse que siguiera ¡°libre¡±. Est¨¢ hablando de Andrea Barrett. Barrett es de Boston, tiene 63 a?os, y escribe sobre todo tipo de familias, obsesionadas, de una manera u otra, con la ciencia. ¡°Es una apasionada de la ciencia, que mezcla ficci¨®n con conocimiento¡±, dice Moreno, que confiesa que, de momento ¡ªy es un momento muy corto, el libro se public¨® a principios de febrero¡ª, la acogida est¨¢ siendo "buen¨ªsima¡±.
Superwoman de los 60
Enrique Redel, de Impedimenta, confirma que, sin duda, ¡°ha llegado el momento del relato en Espa?a¡±. ?l no hace distinci¨®n de sexo, pues tan bien le funcionan los relatos completos de Kingsley Amis como los de Angela Carter (de los que ha vendido m¨¢s de 10.000 ejemplares). Tampoco de nacionalidad, pues, afirma, los cuentos de Jon Bilbao ¡°han tirado estupendamente¡±. Eso s¨ª, nadie se ha puesto a¨²n a buscar autoras espa?olas e hispanoamericanas de relatos que hayan crecido en los m¨¢rgenes. O se est¨¢ haciendo disimuladamente. En lo que a nuestra lengua se refiere parece que la apuesta es en firme por lo que se escribe hoy. Pensemos en la editorial especializada P¨¢ginas de Espuma, en los nombres de Sara Mesa, Mariana Enr¨ªquez, Samantha Schweblin o Paulina Flores y en el Nacional de Narrativa que Cristina Fern¨¢ndez Cubas gan¨® en 2016 por un libro de relatos (La habitaci¨®n de Nona, Tusquets).
En cualquier caso, Redel se muestra sorprendido de que Margaret Drabble, la hermana peque?a de A. S. Byatt, est¨¦ aguantando el tir¨®n como lo est¨¢ haciendo. Redel public¨® el a?o pasado una colecci¨®n de cuentos suya titulada Un d¨ªa en la vida de una mujer sonriente. ¡°?Qu¨¦ tiene de especial Drabble? Que habla del s¨ªndrome de la superwoman de los 60 y 70, porque pertenece a la generaci¨®n del baby pill brit¨¢nica, y habla de las primeras mujeres que se incorporaron al trabajo y de c¨®mo fue el cambio de rol, de sus enormes contradicciones¡±, dice. Sin embargo, Fasce no cree que el camino para encontrar a la pr¨®xima Lucia Berlin pase por el cuento. ¡°El fen¨®meno de Berlin tiene mucho m¨¢s que ver con el de Angelika Schrobsdorff [que triunf¨® en 2016 con T¨² no eres como otras madres] y el de [Karl Ove] Knausgard, porque lo que est¨¢s leyendo es una vida¡±. A fragmentos. Pero una vida.
Maestras de las distancias cortas
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Cuentos escogidos, de Joy Williams (Seix Barral). Es la madre de un muy especial realismo m¨¢gico, del que esta colecci¨®n da buena cuenta.
Un d¨ªa en la vida de una mujer sonriente, de Margaret Drabble (Impedimenta). Sus protagonistas se van de luna de miel con hombres que aborrecen y tratan de retomar el control de sus, a ratos, tristes, vidas.
En un caf¨¦, de Mary Lavin (Errata Naturae). Sus cuentos reconstruyen una vida, la suya, en la dura campi?a irlandesa.
Visi¨®n binocular, de Edith Pearlman (Anagrama). En sus historias hay ni?as perdidas y matrimonios obsesionados con abrigos. Hay iron¨ªa, clase media y encrucijadas existenciales.
La fiebre negra, de Andrea Barrett (N¨®rdica). Apasionada de la ciencia, convierte peque?as an¨¦cdotas en toda una lecci¨®n tambi¨¦n de historia.
Objeto de amor, de Edna O'Brien (Lumen). Maestra de lo fr¨¢gil y a la vez alguien capaz de diseccionar, de forma cruel, sentimientos como el amor.
Paseando con hombres, de Ann Beattie (Gatopardo). Se usa a s¨ª misma, y su historia con tipos no del todo adecuados, para contar c¨®mo fue vivir, siendo una aspirante a escritora, en Nueva York en los setenta.
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