Muere Paco Camarasa, gran divulgador de la novela negra
Desde la librer¨ªa Negra y Criminal y la direcci¨®n de BCNegra fue esencial para que la novela policial alcanzara prestigio y difusi¨®n en Espa?a
Hoy el g¨¦nero negro y criminal llora una muerte que nadie va a investigar, una p¨¦rdida que no por previsible duele menos. El culpable est¨¢ identificado: c¨¢ncer, mieloma m¨²ltiple con cadenas de lambda ligeras, un veneno destructor que circulaba por la sangre de Paco Camarasa (Valencia, 1950) desde hace meses. Camarasa fue el visionario, o el loco, que mont¨® en 2002 junto a su inseparable Montse Clav¨¦ Negra y Criminal, una librer¨ªa especializada que durante 13 a?os fue el faro del g¨¦nero policial desde el marinero barrio de la Barceloneta. Era y fue durante muchos a?os la ¨²nica de ese tipo en Espa?a. Camarasa fue el comisario de BCNegra durante 12 ediciones y solo la enfermedad le apart¨® de su criatura. Pero Camarasa, Paco, fue ante todo el gran divulgador de la novela negra en Espa?a.
La conspiraci¨®n tiene su origen en un homenaje a Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n y cristaliza en 2005 cuando el Ayuntamiento recogi¨® el ¨®rdago lanzado por el periodista Sergio Vila-Sanjuan, el propio Camarasa y otros pocos y cre¨® la BCNegra en el marco del A?o del Libro. Ante su insistencia para aquella idea tuviera continuidad, Camarasa fue elegido comisario. Al frente de BCNegra supo sacar partido de la simiente plantada por los pioneros de la Semana Negra de Gij¨®n y aprovechar la fuerza de Barcelona para darle una proyecci¨®n internacional. Gracias a la creaci¨®n del Premio Pepe Carvalho, por el festival pasaron, entre otros, Henning Mankell y Maj Sj?wall como grandes representantes del n¨®rdico sueco, Ian Rankin del lado del tartan noir, Andrea Camilleri, Donna Leon o Petros M¨¢rkaris, maestros del noir mediterr¨¢neo y Dennis Lehane como despedida perfecta en 2017. Con la nueva direcci¨®n de Carlos Zan¨®n, la presencia este a?o de James Ellroy muestra el trabajo realizado por un hombre que cogi¨® las riendas del show cuando era algo para "cuatro gatos" y lo dej¨® con m¨¢s de 10.000 personas asistiendo a los actos de cada edici¨®n. ?
Desde aquel modesto local de la calle de la Sal, desde aquella librer¨ªa militante de la buena literatura, fue capaz de atraer a las grandes figuras internacionales del g¨¦nero, conspirar con las editoriales y darle presencia a un tipo de libros y a unos autores hasta entonces marginales y desprestigiados en Espa?a.
Sin la novela negra no se entiende a Paco Camarasa y viceversa. Cuando la enfermedad atac¨®, este lector impenitente comentaba que estaba aprovechando la di¨¢lisis para releer a McBain. Gracias a ¨¦l, miles de lectores conocieron al verdadero George Simenon, se enamoraron de la dureza de Jean Claude Izzo o supieron que hab¨ªa mucha novela negra m¨¢s all¨¢ de las pilas de libros ¡°trepidantes¡± que empezaban a poblar las grandes superficies.
¡°Ni un comisario ni un librero se jubilan nunca¡±, comentaba en una entrevista a este diario desde la cocina que ten¨ªa en la parte trasera de la librer¨ªa, refugio de amigos y escritores, festivo punto neur¨¢lgico desde el que reivindicar cada s¨¢bado, tras la presentaci¨®n de rigor y mejillones y vino mediante, un g¨¦nero que sal¨ªa poco a poco del ostracismo. Por aquella Negra y Criminal pasaron los mejores escritores vivos del g¨¦nero casi sin excepci¨®n. Camarasa recogi¨® todas esas vivencias en un libro heterodoxo y ¨²nico, un diccionario nada al uso, Sangre en los estantes (Destino), que se ha convertido pronto en una obra indispensable.
Sin embargo, fue precisamente el ¨¦xito del g¨¦nero, su presencia en las grandes superficies y en las listas de ventas y premios, lo que conden¨® su proyecto. El cierre de la librer¨ªa fue un trago amargo. ¡°Infidelidad no¡±, comentaba a este diario, ¡°el problema es la falta de lealtad, que es otra cosa. La infidelidad puede ser pasajera. No nos han puesto los cuernos, simplemente los ciudadanos han pasado a ser consumidores y la ciudad ha dejado de serlo para pasar a ser centro comercial. Y nosotros como centro comercial no tenemos nada que hacer¡±.
Alma prescriptora
Entrar en aquella librer¨ªa era pasar a otro universo, disfrutar de un museo del g¨¦nero, prepararse para compartir lecturas, caf¨¦s, vinos y conversaciones con el en¨¦rgico Paco y su voz rasgada que marcaba un discurso que no perdi¨® fuerza ni cuando ya le costaba ponerse de pie. Igual explicaba a un reci¨¦n llegado que la novela negra no era la novela enigma, que no hab¨ªa color, que cada cosa ten¨ªa que estar en su sitio, que se enfrascaba en una discusi¨®n sobre el ¨²ltimo valor del noir americano antes de pasar detr¨¢s de la caja para cambiar el disco de jazz. Sabio, apasionado y buen hombre, en el orden que se quiera.
Cr¨ªtico con aquello que no le gustaba, tambi¨¦n recurr¨ªa a los libros y a sus autores preferidos para pegar alg¨²n repaso. ¡°De la ciudad de Carvalho no queda nada. Han ganado las hordas de guiris y el turismo de masas¡±, aseguraba sobre su ciudad de adopci¨®n este valenciano que a lomos de un g¨¦nero ayud¨® a cambiar la faz cultural de Barcelona.
Cuando el pasado mes de noviembre se le concedi¨® la Medalla de Oro de Barcelona, el escritor Andreu Mart¨ªn record¨® las etapas de agitprop de Paco El Ciego, como se le conoc¨ªa entre los c¨ªrculos de opositores al franquismo, su condena a prisi¨®n, su olvidada etapa de comentarista deportivo, su inabarcable funci¨®n divulgadora que le llev¨® a tener bajo su tutela hasta ocho clubes de lectura, uno de ellos solo con mossos d¡¯esquadra. Seguro que all¨¢ donde est¨¦ ya est¨¢ montando otro y explicando a quien quiera escucharlo por qu¨¦ Petros M¨¢rkaris es el autor que mejor abraza o a qui¨¦n leer en la vida eterna.
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