C¨®mo afecta al Nobel de literatura el esc¨¢ndalo sexual en el entorno de la Academia
Crisis en la instituci¨®n sueca tras la dimisi¨®n de tres acad¨¦micos y las acusaciones de filtraciones en una semana decisiva para el premio
El Premio Nobel de Literatura se falla cada a?o en octubre pero tiene en abril uno de sus momentos decisivos. Es en este mes cuando la Academia Sueca estudia entre 15 y 20 nombres para ganar en oto?o. Estas semanas culmina un periodo de selecci¨®n que comienza en septiembre, cuando el Comit¨¦ Nobel ¨Cuna comisi¨®n de cuatro acad¨¦micos- env¨ªa 700 cartas a personas e instituciones invit¨¢ndolas a proponer candidatos. El Comit¨¦ deja la larga lista resultante en una veintena de escogidos y en abril los presenta al pleno de la Academia, que cuenta oficialmente con 18 miembros (la mitad, mujeres). En mayo quedan cinco finalistas y entre junio y septiembre todos leen y debaten la obra de los elegidos. Un mes despu¨¦s lo anuncian al mundo.
Este a?o, sin embargo, las acusaciones de acoso sexual y las sospechas de filtraci¨®n en el pasado reciente del nombre de alguno de los ganadores sacude los cimientos de una corporaci¨®n de 230 a?os de antig¨¹edad y que desde 1901 otorga el galard¨®n m¨¢s influyente de las letras universales. La reciente dimisi¨®n de tres acad¨¦micos no ha hecho m¨¢s que ahondar en la herida. En el ojo del hurac¨¢n est¨¢ Katarina Frostenson, acad¨¦mica desde hace 26 a?os, miembro asociado del Comit¨¦ Nobel y esposa del dramaturgo y fot¨®grafo franc¨¦s Jean-Claude Arnault. Ambos son los promotores de F¨®rum, un centro cultural vinculado a la Academia Sueca que se convirti¨® en piedra de esc¨¢ndalo cuando, en noviembre pasado, y con el impulso del movimiento #MeToo, Arnault fue acusado de abusos sexuales por 18 mujeres. A ello se a?adi¨® la sospecha de que el origen de la filtraci¨®n de los galardones concedidos a los franceses J. M. G. Le Cl¨¦zio en 2008 y a Patrick Modiano en 2014 fue el propio Arnault.
Se trata de un gran esc¨¢ndalo que ha motivado una escisi¨®n muy fuerte Vargas Llosa
La Academia rompi¨® su vinculaci¨®n con F¨®rum y abri¨® una investigaci¨®n que se cerr¨® sin conclusiones por falta de pruebas. No obstante, la instituci¨®n someti¨® a votaci¨®n la posibilidad de censurar la conducta de Katarina Frostenson, cuyo puesto, como el del resto de sus compa?eros, es vitalicio. Ganaron sus partidarios por un estrecho margen y a principios de abril, en desacuerdo con la decisi¨®n, presentaron su renuncia Klas ?stergren, Peter Englund y Kjell Espmark. Este ¨²ltimo, el segundo acad¨¦mico m¨¢s veterano, presidente del Comit¨¦ durante 17 a?os ¨Centre 1988 y 2005¨C y autor de la historia can¨®nica del Nobel de Literatura, acus¨® a sus compa?eros ¨Cen un comunicado difundido por la prensa sueca¨C de ¡°anteponer la amistad a la responsabilidad y la integridad¡±.
Aunque Espmark se refugia en la confidencialidad propia de la instituci¨®n que acaba de dejar para no dar m¨¢s detalles, el traductor espa?ol Francisco J. Uriz, que vive a caballo entre Estocolmo y Zaragoza, es amigo personal suyo y prepara estos d¨ªas un n¨²mero de la revista Crisis dedicado a la Academia Sueca, interpreta las tres renuncias como ¡°una maniobra¡± para forzar la salida de Frostenson. Se tratar¨ªa de sumar al sector cr¨ªtico a dos acad¨¦micas que podr¨ªan compartir sus posturas: la actual secretaria permanente y encargada de anunciar al Nobel, Sara Danius, y Sara Strindberg, elegida hace dos a?os. Su ¨¦xito pasar¨ªa por la aplicaci¨®n estricta de los estatutos de la Academia, que tanto para incorporar nuevos acad¨¦micos como para elegir al nuevo Premio Nobel de cada a?o, exigen un qu¨®rum de 12 miembros. Hoy por hoy quedan 13, ya que a los tres dimisionarios recientes hay que sumar las bajas de las escritoras Kerstin Ekman y Lotta Lotass. La primera renunci¨® en 1989 por la falta de apoyo de sus colegas a Salman Rushdie, amenazado de muerte por la fetua del ayatol¨¢ Jomeini. La segunda, por desacuerdo con la vida social que impone la instituci¨®n.
El escritor y editor sueco de origen h¨²ngaro Gabi Gleichmann, gran difusor de la literatura n¨®rdica, confirma alarmado la posibilidad de bloqueo pero matiza que la renuncia de Danius podr¨ªa limitarse a su cargo de secretaria permanente. No obstante, acusa a Arnault de ¡°jactarse de haber sido el art¨ªfice de los premios para Le Cl¨¦zio y Modiano¡± y sugiere que la soluci¨®n pasa, primero, por la ¡°renuncia voluntaria¡± de la esposa de Arnault, Katarina Frostenson, y, despu¨¦s, por una reflexi¨®n profunda del resto de los acad¨¦micos. ?La situaci¨®n actual podr¨ªa llevar a la desaparici¨®n tanto de la Academia como del Nobel de Literatura? ¡°S¨ª, pero no es probable¡±, responde Gleichmann. ¡°Tienen demasiado prestigio. Posiblemente se arreglar¨¢ cambiando las reglas e incorporando a nuevos miembros. Aunque es un proceso lento¡±.
Fuentes de la Academia Sueca confirman que la reforma es la v¨ªa para el desbloqueo. Hasta ahora, el car¨¢cter vitalicio de cada elecci¨®n se aplicaba de modo sibilino: si un acad¨¦mico dimit¨ªa la Academia, que no se daba por aludida, consideraba simplemente que hab¨ªa dejado de acudir a los plenos. Desde 2016, explican, existe una ley en Suecia que prevalecer¨ªa sobre los estatutos de la corporaci¨®n y que impide que se obligue a permanecer en una instituci¨®n a alguien que no quiere pertenecer a ella: ¡°Los que renuncien pueden ser reemplazados¡±. Las mismas fuentes, que reconocen que este viernes es el d¨ªa se?alado para la decisiva selecci¨®n de candidatos de abril, niegan ¡°categ¨®ricamente¡± que el Premio Nobel de Literatura est¨¦ en peligro. Por un lado, existe el mecanismo de renovaci¨®n de los sillones. Por otro, queda ¡°mucho tiempo¡± para elegir al ganador de 2018.
El ganador de 2010, Mario Vargas Llosa, consultado por EL PA?S, es consciente de que ¡°se trata de un gran esc¨¢ndalo que ha motivado una escisi¨®n muy fuerte¡±. Tambi¨¦n son conscientes, explica, los acad¨¦micos suecos con los que ha comentado el caso. Pero a?ade: ¡°Con ser terrible, creo que se trata de un asunto local. Y los premios Nobel no son locales. La divisi¨®n ha sacado a la luz rivalidades que existen en todas las instituciones. Sobre las denuncias, al parecer muy fundamentadas, debe pronunciarse la justicia, pero el esc¨¢ndalo no deber¨ªa afectar a una instituci¨®n que siempre ha gozado de un respeto y una audiencia universales. Han servido para reconocer la importancia de cient¨ªficos fundamentales para la Humanidad y para hacer que la gente leyera a autores que no conocer¨ªamos si no fuera por los premios. Quienes estamos afuera debemos pedir que se haga todo lo posible para que tanto los premios como la Academia no se vean afectados¡±. ?Not¨® ¨¦l esas rivalidades cuando acudi¨® a Estocolmo a recoger su medalla? ¡°En absoluto, como es normal: los de la entrega son d¨ªas de fiesta. Lo que me contaron fue algo que me entristeci¨®: el primer a?o que se entreg¨® el finalista fue Tolst¨®i, pero lo gan¨® este poeta franc¨¦s que ya no lee nadie ?Prudhomme? Creo que al decirlo no desvelo ning¨²n secreto... Los suecos tambi¨¦n son humanos¡±. En las pr¨®ximas semanas sabremos hasta qu¨¦ punto lo es tambi¨¦n, humano, el divino premio Nobel de Literatura.
Esc¨¢ndalos y secretos
En octubre de 2008, apenas d¨ªas despu¨¦s de abrir la famosa puerta blanca de la Academia Sueca para anunciar que el Premio Nobel hab¨ªa reca¨ªdo en J. M. G. Le Cl¨¦zio, el entonces secretario de la instituci¨®n, Horace Engdahl, reconoci¨® que alguien hab¨ªa filtrado la noticia y, de paso, beneficiado a los que apostaron por el franc¨¦s en las casas de apuestas. Una de ellas, la c¨¦lebre Ladbrokes, que cada a?o se utiliza como term¨®metro oficioso del inminente premio, lleg¨® a cerrar su ventana dedicada al Nobel de Literatura ante la sospechosa subida en el r¨¢nking de Le Cl¨¦zio. Engdahl, que trabaj¨® en los servicios secretos suecos antes de convertirse en catedr¨¢tico de lenguas n¨®rdicas, se propuso investigar en el peque?o c¨ªrculo de los conocedores del secreto. Descartados los encargados de traducir a varios idiomas, como cada a?o, la biograf¨ªa del premiado y los motivos de la Academia, el secretario puso el foco en los tel¨¦fonos y correos electr¨®nicos de los posibles implicados. ?l hab¨ªa sido el que introdujo la costumbre de llamar a los candidatos por un nombre en clave durante las deliberaciones, cuyo contenido debe permanecer en secreto durante 50 a?os: Le Cl¨¦zio, por ejemplo, era Ch?teabriand. Una d¨¦cada despu¨¦s de aquella filtraci¨®n la particular novela de esp¨ªas de la Academia Sueca mantiene el final abierto.
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