El esc¨¢ndalo de abusos sexuales que la Academia del Nobel silenci¨®
Las denuncias p¨²blicas contra un influyente artista vinculado a la instituci¨®n escandalizan a Suecia, pa¨ªs s¨ªmbolo de la igualdad, y destapan filtraciones e irregularidades
Esa noche, en medio de la fiesta, sin mediar palabra, ¨¦l le meti¨® la mano entre las piernas, le apret¨® la vulva y trat¨® de introducirle los dedos. Gabriella Hakansson, impactada, le empuj¨® y le dio un bofet¨®n antes de que Jean-Claude Arnault desapareciese de la sala en la que conversaban escritores, pintores y otros artistas. Quienes les rodeaban en aquella velada cultural en casa de un editor en Estocolmo murmuraron que Arnault hab¨ªa perdido los papeles. Otra vez. Despu¨¦s, cuenta Hakansson, giraron la cabeza y siguieron con la soir¨¦e. La escritora recogi¨® sus cosas y se march¨®. Hab¨ªa escuchado rumores sobre Arnault, dramaturgo y fot¨®grafo y uno los hombres con m¨¢s poder del panorama art¨ªstico sueco por sus v¨ªnculos con la Academia de Suecia, prestigiosa instituci¨®n que elige cada a?o al Nobel de Literatura. ¡°Sab¨ªa que ten¨ªa cierta fama, pero jam¨¢s pens¨¦ que llegar¨ªa tan lejos¡±, comentaba Hakansson el jueves.
Con su caracter¨ªstica media melena y sus andares algo desgarbados, Arnault casi nunca se perd¨ªa una de esas veladas. Y escenas similares a las que vivi¨® la escritora Hakansson se repitieron antes y despu¨¦s de ese d¨ªa de hace casi una d¨¦cada. Nacido en Marsella, hace 71 a?os, Arnault est¨¢ casado con Katarina Frostenson, una de los 18 miembros de la Academia sueca. Adem¨¢s, hasta hace unos meses, dirig¨ªa F¨®rum, un potente centro cultural al que eran asiduos muchos integrantes de esa prestigiosa entidad. Tanto, que consideraban el regio s¨®tano en uno de los mejores barrios de Estocolmo ¡ªal que llamaban ¡°el club¡±¡ª como un anexo a la instituci¨®n. Y Arnault, orgulloso, se consideraba uno de ellos. Llegaba a presentarse a s¨ª mismo simb¨®licamente como ¡°el acad¨¦mico n¨²mero 19¡±.
Hoy, es tambi¨¦n el hombre que ha hecho tambalear los cimientos de la bicentenaria instituci¨®n. El pasado noviembre, 18 mujeres le acusaron p¨²blicamente en el diario Dagens Nyheter de acoso sexual, agresiones e incluso de violaci¨®n. Abusos cometidos entre 1997 y 2007 ¡ªalgunos de ellos en dependencias de la Academia o en uno de los lujosos apartamentos que la instituci¨®n tiene en Par¨ªs o Estocolmo¡ª y que, seg¨²n la mayor¨ªa de quienes ahora alzan la voz, muchos de la ¨¦lite cultural sueca conoc¨ªan o sospechaban. Sobre todo, en la Academia. ¡°Abusaba de su papel como l¨ªder art¨ªstico y de sus conexiones para explotar y humillar a mujeres, especialmente j¨®venes, tambi¨¦n para silenciarlas¡±, afirma Anna-Karin Bylund. Esta artista de mirada l¨¢nguida y que hoy est¨¢ en la cincuentena, sufri¨® los supuestos abusos del artista hace dos d¨¦cadas. Especializada en tejidos, sobre todo en lino, tuvo la oportunidad de exponer su obra en F¨®rum. All¨ª conoci¨® a Arnault, con el que, abrumada y presionada, termin¨® por mantener relaciones sexuales. Nunca se atrevi¨® a acudir a las autoridades, pero m¨¢s tarde mand¨® una carta al Consejo Cultural de Estocolmo y a la Academia, financiadores de su centro cultural, en la que alertaba del comportamiento del artista. Jam¨¢s tuvo respuesta.
El entonces secretario permanente de la instituci¨®n que otorga el Nobel, Sture All¨¦n, enterr¨® el testimonio de la artista en un caj¨®n. Despu¨¦s, reconocer¨ªa que no consider¨® importante la misiva en la que Bylund hab¨ªa derramado su alma. La Academia reconoci¨® el pasado viernes la existencia del escrito y lament¨® ¡°profundamente¡± haberlo ignorado. Tras d¨ªas de silencio, y en plena crisis interna, sus miembros niegan que los abusos fueran ¡°de conocimiento general¡± en la instituci¨®n. Y ese es un argumento que duele especialmente a Bylund. La artista dej¨® la escena cultural tras su experiencia en F¨®rum. Hoy es profesora.
Con los estertores del movimiento global contra el acoso, Me Too, el caso ha escandalizado a Suecia, considerado uno de los lugares m¨¢s igualitarios del mundo, un pa¨ªs que tiene un Gobierno feminista y que ha hecho de las pol¨ªticas de igualdad su bandera. El esc¨¢ndalo ha sido uno de los temas de conversaci¨®n en los corrillos del Foro de Igualdad de G¨¦nero de Estocolmo, que ha congregado estos d¨ªas a los agentes mundiales clave para la lucha por la equidad. Adem¨¢s, ha impactado en el coraz¨®n de uno de sus s¨ªmbolos: la entidad que otorga el Nobel desde 1901.
La instituci¨®n, que se apresur¨® a cortar todos los lazos con Arnault cuando salt¨® la noticia, ha mostrado ser una entidad opaca y patriarcal, en la que ha pervivido la cultura del silencio. No solo j¨®venes artistas, temerosas del poder del franc¨¦s y dependientes de la financiaci¨®n cultural para poder subsistir, han sido objeto de los supuestos abusos de quien sus v¨ªctimas describen como un ¡°depredador sexual¡±. Tambi¨¦n, esposas e hijas de miembros de la Academia y algunas empleadas han sufrido ese ¡°comportamiento inaceptable en forma de intimidad no deseada¡± por parte del artista, seg¨²n cont¨®, conmocionada, Sara Danius, secretaria permanente hasta hace unos d¨ªas de la instituci¨®n y la mujer que se empe?¨® en levantar las alfombras para airear una entidad que huele a cerrado.
Desde entonces, la mugre no deja de aflorar y la historia se asemeja a una novela negra. El in¨¦dito informe que encarg¨® Danius a un despacho de abogados tras saltar la pol¨¦mica ha destapado por el camino irregularidades. Como que Frostenson era socia del club que dirig¨ªa su esposo, que recibi¨® miles de coronas de financiaci¨®n de la instituci¨®n. Tambi¨¦n que Arnault filtr¨® en varias ocasiones el nombre del ganador del premio literario. ¡°Al artista le gustaba deslizar de vez en cuando en algunas de sus conversaciones con mujeres a las que trataba de presionar que ¨¦l conoc¨ªa todas las interioridades de la Academia. Y eso incluy¨® varias veces la identidad del Nobel¡±, comenta una fuente cercana a la instituci¨®n. El artista no ha atendido a las preguntas de este diario.
Aunque a¨²n es pronto para ver el verdadero impacto de lo sucedido en la Academia, el respeto por la entidad ha quedado da?ado."Ha quedado claro que mucha gente sab¨ªa algo. Hab¨ªa demasiados rumores durante demasiado tiempo; lo que todav¨ªa se desconoce es qui¨¦nes lo sab¨ªan y cu¨¢nto", apunta Matilda Gustavsson, la periodista que reuni¨® los testimonios de las 18 mujeres y destap¨® el esc¨¢ndalo. La periodista de Dagens Nyheter encuentra muchas similitudes entre el caso del poderoso artista vinculado a la Academia ¡ªa quien la mayor¨ªa de la prensa sueca por cuestiones legales denomina "la personalidad cultural"¡ª y el de Harvey Weinstein, el poderoso productor de Hollywood que ha ca¨ªdo tras las denuncias p¨²blicas de cientos de mujeres y que alumbr¨® el movimiento Me Too.
Tras salir a la luz los abusos, ocho mujeres acudieron a las autoridades. Solo una de esas denuncias ha progresado, el resto de los casos han prescrito o no han reunido evidencias suficientes. Sin embargo, pueden llegar m¨¢s, comenta Hakansson, mujeres que como ella decidan dar el paso y denunciar. El esc¨¢ndalo crece y la Academia trata de salir del paso. Mientras, la sociedad sueca reclama una renovaci¨®n y controles para que casos como el que amenazan el prestigio de su Nobel de Literatura no vuelvan a ocurrir.
¡°La lucha por la igualdad contin¨²a cada d¨ªa¡±
El esc¨¢ndalo de abusos sexuales que ha sacudido a la Academia Sueca ha derivado en una cascada de dimisiones, entre ellas, la de Sara Danius, la primera mujer secretaria permanente de la instituci¨®n. Danius decidi¨® salir a cambio de la renuncia de Katarina Frostenson, esposa del supuesto agresor y quien, al parecer, incurri¨® en conflictos de inter¨¦s. La situaci¨®n es tal que la Academia est¨¢ paralizada. No hay quorum para trabajar y decidir,? por ejemplo, el nuevo Nobel de Literatura.
El prestigio de la instituci¨®n ha quedado tan seriamente da?ado que el rey Carlos XVI Gustavo, garante de la entidad, se ha visto obligado a intervenir para anunciar una reforma de sus estatutos. Se cambiar¨¢n las normas que tienen dos siglos para permitir, por ejemplo, dimitir. Algo que hoy no se contempla. Los sillones de miembros en esta instituci¨®n independiente son vitalicios.
"Se ha revelado que la Academia est¨¢ fuera de la realidad. Es como un grupo de amigos que se protegen entre s¨ª y que se consideran intocables", criticaba el pasado jueves Christine Westerlund, de 78 a?os, en una concentraci¨®n a las puertas de la instituci¨®n en el centro hist¨®rico de Estocolmo. Como otras cientos de personas, esta profesora jubilada luc¨ªa una blusa que se ata con una lazada como las que usa Danius. Una prenda que se ha convertido en s¨ªmbolo de solidaridad hacia una mujer que, explica Bj?rn Wiman, responsable de Cultura del diario Dagens Nyheter, se ve como la ¨²nica que ha tratado de resolver lo ocurrido. "Tristemente, la mayor¨ªa de la Academia creen que el acoso sexual no es importante", apunta Wiman.
La ministra de Cultura, Alice Bah-Kuhnke, cree que a¨²n es pronto para ver el impacto de lo ocurrido en el prestigio de Suecia. Bah-Kuhnke, ministra adem¨¢s de Democracia, tambi¨¦n ha mostrado su solidaridad con Sara Danius, miembro de la Academia desde 2013. "Su dimisi¨®n debe verse con perspectiva, ligada a los testimonios de miles de mujeres a ra¨ªz del movimiento MeToo. Para m¨ª, es un recordatorio de que la lucha por la igualdad de g¨¦nero contin¨²a cada d¨ªa", comenta a EL PA?S.
La ingeniera Ulrika Wahlberg no perdona que la Academia no investigase los rumores y las alertas de abusos de Jean-Claude Arnault: "Hemos trabajado muy duro para tener una sociedad igualitaria y estos casos son imperdonables. No puede ser que en Suecia, uno de los pa¨ªses mas transparentes del mundo, exista una instituci¨®n con normas de hace dos siglos".
Babelia
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