Las pasiegas ¡®millennials¡¯ de Guti¨¦rrez Arag¨®n
El acad¨¦mico describe en su ¨²ltima novela, 'El ojo del cielo', la necesidad de cuatro mujeres de adaptarse al siglo XXI
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
Cuando Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n (Torrelavega, 1942) sube a los valles pasiegos toma nota. Entre bosques, montes, r¨ªos, t¨²neles sin salida y quebradas ha situado algunas de sus mejores pel¨ªculas y, hasta ahora, dos novelas. Es su mundo perdido, su escondrijo y, desde hace tiempo, la cueva m¨¢s f¨¦rtil de su misterio. Tir¨® de ellos para La mitad del cielo y La vida que te espera. Tambi¨¦n para partes de su primera novela, La vida antes de marzo y ahora casi por completo para El ojo del cielo (Anagrama). Entre sus p¨¢ginas, cuatro mujeres de a¨²pa desgranan esa encrucijada entre lo at¨¢vico y lo tecnol¨®gico, perdidas a la fuerza en una caba?a del monte, pendientes a la vez de sus instintos, la capacidad de supervivencia y mecidas por ensue?os a la manera de Las mil y una noches.
¡°Me gusta gozar de las perversiones de ser autor¡±, confiesa Guti¨¦rrez Arag¨®n. Y entre estas, pueden preguntarse ustedes, cabe no s¨®lo el arte de haber creado un cuarteto femenino de madre y tres hijas verdaderamente magistral. Tambi¨¦n la sabidur¨ªa de enlazar y hacer cre¨ªble algo aparentemente tan dispar como Cantabria y las fiestas en la corte de Marruecos a trav¨¦s de algo t¨ªpicamente pasiego: el helado.
Clara, Bel y Valentina se llevan de aquella manera. Traen loca a su madre, Margarita, que sin blanca ha contratado como ayudante a un inmigrante marroqu¨ª: el moro Abderram¨¢n. Sobre todo para que le ayude en casa y orde?e. Su llegada detona una especie de inquietante explosi¨®n nuclear hormonal. Las chicas se desesperan porque no llega el wifi a la caba?a y sienten la intensidad vig¨ªa del ojo del cielo, un enorme radar del ej¨¦rcito que husmea el valle con intenciones poco fiables. Es algo de lo que se a¨ªslan contone¨¢ndose al ritmo de Beyonc¨¦ y reguet¨®n o discutiendo entre ellas.
¡°La comunidad pasiega ha persistido. No se ha sentido sometida por la iglesia o por la usura. Se ha zafado del dominio de los ricos y de los bancos, de la explotaci¨®n irracional de la naturaleza. Ese fr¨¢gil ecosistema cultural perdura"
Son pasiegas puramente mileniales. Con un ojo en la linde donde pace el ganado y un pie en la tecnolog¨ªa punta y las smart city, donde bajan a vender helados. "El mundo de los pasiegos, tan lejos de todo y tan cercano, a la vez, de mi ciudad natal, Torrelavega, fue un atractivo de mi infancia¡±, comenta Guti¨¦rrez Arag¨®n. ¡°Se contaban las m¨¢s extravagantes leyendas sobre los pasiegos: que si eran una tribu perdida de Israel, que si las pasiegas eran descendientes de moras cautivas¡ qu¨¦ se yo. Historias, mitos, cuentos¡±.
Entre las leyendas y el olor, preso de una infancia muy tocada por las excursiones a la zona que hac¨ªa con su padre veterinario y el deseo de que aquel mundo m¨¢gico resista la pedrada de la modernidad, el autor se est¨¢ convirtiendo en su notario y su cronista. ¡°La comunidad pasiega ha persistido a lo largo de los siglos, con sus costumbres y sus libertades. No se ha sentido sometida por la iglesia o por la usura. Se ha zafado del dominio de los ricos y de los bancos, de la explotaci¨®n irracional de la naturaleza. Ese fr¨¢gil ecosistema cultural perdura. ?Por cu¨¢nto tiempo? No lo sabe nadie. Antes era un insulto llamarle a uno pasiego, como sin¨®nimo de astuto o taca?o, ahora es un timbre de orgullo¡±.
La novela, advierte, no es antropol¨®gica: ¡°M¨¢s bien aborda la recreaci¨®n de un mito: unas mujeres que luchan, que resisten, en el fin del mundo¡±. Es la materia prima humana ¨Cpreferentemente femenina- la que le seduce. ¡°Valen, Bel y Clara, las tres hermanas, se llevan entre ellas regular. Tienen estrategias distintas. Yo no favorezco a una sobre otra. Ha habido d¨ªas en que he preferido a Bel y otros a Clara. Eso llega a afectar a los personajes. Unas veces le doy la raz¨®n a una y luego se la quito para d¨¢rsela a las otras. Las ayudo o las dejo desamparadas, seg¨²n¡±.
La novela tiene algo que ver con mi pel¨ªcula La vida que te espera. Pero no me copio a m¨ª mismo. En pantalla, los paisajes cobran vida por ellos mismos. En una novela, no dejan de ser una maldita descripci¨®n¡±.
Ah¨ª est¨¢... C¨®mo ¨¦l mismo confiesa: las perversiones de ser autor. Y de jugar con la iron¨ªa, el desprop¨®sito surrealista, la poderosa psicolog¨ªa y el lenguaje. Con di¨¢logos y mon¨®logos que encierran un car¨¢cter, una filosof¨ªa de vida, varios principios que se mueven entre la ambig¨¹edad de la supervivencia y la certeza de lo que depara el destino. Con paisajes sugeridos a trav¨¦s de las palabras, que nos conducen a vigentes im¨¢genes de su cine. ¡°S¨ª, la novela tiene algo que ver con La vida que te espera. Pero no me copio a m¨ª mismo. En pantalla, los paisajes cobran vida por ellos mismos. En una novela, no dejan de ser una maldita descripci¨®n¡±.
Dif¨ªcil escapar de los h¨¢bitos del gran mago de la c¨¢mara que ha sido y es: ¡°De vez en cuando sue?o en cine. Muy a menudo me despierto pensando que tengo que ir al rodaje. Sufro las cl¨¢sicas pesadillas. Que estoy filmando y me he olvidado el guion en casa o que me pierdo en la localizaci¨®n¡ Que no s¨¦ c¨®mo rodar la escena¡ En fin, todav¨ªa no he so?ado que me pierdo al escribir una p¨¢gina. Ya ves, esa la diferencia entre mi vida de cineasta y la de escritor: que sue?o diferente¡±.
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Autor: Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n.
Editorial: Editorial Anagrama S.A. (2018).
Formato: versi¨®n kindle y tapa blanda (256 p¨¢ginas)
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