Kafka en Newark
Se acaba de morir alguien que sab¨ªa que en el sexo estaban todos los misterios de la pol¨ªtica
Philip Roth era un escritor tan inteligente, tan dotado para el conocimiento de la vida y las sociedades humanas que parec¨ªa estar por encima de la ordinariez de la muerte. Hab¨ªa en ¨¦l una altitud moral, una energ¨ªa apol¨ªnea capaz de enfrentar la sordidez de la vida. El autor de El lamento de Portnoy (1969) hab¨ªa dejado claro que iba a hacer de la literatura un sanatorio en donde exhibir la condici¨®n humana a las alturas de la segunda mitad del siglo XX. Ese ha sido su teatro de operaciones: la deriva existencial y colectiva de los seres humanos a partir de 1970 hasta la primera d¨¦cada del siglo XXI.
Todas las perturbaciones pol¨ªticas, sexuales, laborales, religiosas, de estos ¨²ltimos cincuenta a?os iban a pasar por la mirada de Roth. Una mirada que siempre me pareci¨® dura y a la vez serena. Por eso, la muerte de Roth tiene algo de debilidad incomprensible. Por una raz¨®n: Roth fue la gran inteligencia literaria americana, el n¨²mero uno a la hora de explicarnos qu¨¦ es la vida o qu¨¦ ha sido la vida en estas ¨²ltima d¨¦cadas. Sin duda, ha servido bien a los EE UU. Ha sido un gran int¨¦rprete de la sociedad americana. Y ha hecho algo trascendental: ha convertido la odisea de ser ciudadano estadounidense en un asunto universal.
En Pastoral americana se convirti¨® en un Homero de finales del siglo XX. Resulta imposible citar aqu¨ª la vasta obra literaria de Roth. Me gustar¨ªa recordar una novela excepcional, al menos en mi opini¨®n, y no de las m¨¢s citadas del novelista americano. Me refiero a El animal moribundo (2001), la historia de un hombre que no acepta su envejecimiento y se agarra al erotismo como una forma de salvaci¨®n que acaba en el horror. Roth nunca le hizo ascos a la representaci¨®n literaria del horror, del vac¨ªo, de la fatalidad, de la nada, de los sentimientos m¨¢s est¨¦riles y m¨¢s negativos. Busc¨® la disecci¨®n del horror, de lo insoportable. En Patrimonio. Una historia verdadera le plant¨® cara a la muerte y decrepitud de su propio padre. Vimos en Roth el uso en¨¦rgico de la literatura como arma para entender el fracaso e incluso hacerlo saltar en pedazos. Yo creo que esa es la lecci¨®n m¨¢s poderosa del autor de La mancha humana: el valor moral de la literatura para la representaci¨®n del vac¨ªo.
En mi opini¨®n, all¨ª reside su juda¨ªsmo, tan citado por sus cr¨ªticos y tan repudiado por el propio Roth. La ¨²ltima novela que le¨ª de Roth fue N¨¦mesis (2010), una exploraci¨®n de la enfermedad hecha con su bistur¨ª habitual y con esa sabidur¨ªa del novelista a la hora de que las historias narradas sean capaces de descargar toda una cr¨ªtica sobre la sociedad americana. La gran novela americana la ha escrito Philip Roth y se ha quedado, ir¨®nicamente, sin Premio Nobel de Literatura. Porque su obra es tambi¨¦n la cr¨ªtica del sue?o americano en tanto en cuanto este se convirti¨® en un anhelo o en un modelo de vida en el que toda la cultura occidental se vio inmersa. La sabidur¨ªa literaria de Roth era consciente de que EE UU iba a simbolizar la ¨¦pica de las sociedades occidentales cultas, de las clases medias que quer¨ªan analizarse y saber de s¨ª mismas. Roth abri¨® en canal la anatom¨ªa forense de las middle class americanas, cada vez m¨¢s intelectualizadas conforme iba pasando la segunda mitad del siglo XX, sabiendo que de la exhibici¨®n p¨²blica de esos ¨®rganos sal¨ªan tambi¨¦n tocadas y exhibidas todas las clases medias occidentales.
No quiero dejar de hablar de su aspecto f¨ªsico, que siempre me result¨® inquietante y perverso. Esa mirada peregrina y esa calva que se fue acentuando con el tiempo. Despu¨¦s de leer El animal moribundo recuerdo que cada vez que ve¨ªa el rostro de Philip Roth sent¨ªa hacia el escritor una rara mezcla de admiraci¨®n personal con una melancol¨ªa ¨¢spera y oscura.
Se acaba de morir alguien que sab¨ªa que en el sexo estaban todos los misterios de la pol¨ªtica. S¨ª, he dicho bien. Pol¨ªtica y sexo fueron lo mismo para Roth. Las fotos de Roth en la mediana edad siempre me parecieron las de un dandi no precisamente guapo, sino impasible y sereno. Un Clint Eastwood jud¨ªo de la literatura. La impasibilidad ante el mal como un argumento de la superioridad de la literatura. Pens¨¦ que la sabidur¨ªa sexual daba serenidad. El ¨²ltimo homenaje que Roth le hizo a la necesidad de espect¨¢culo que siempre tiene Estados Unidos fue su comunicado p¨²blico en el que anunciaba que dejaba de escribir. La negaci¨®n de la literatura era tambi¨¦n un espect¨¢culo moral y americano, digno de Hollywood. Philip Roth se ha ido en la era Trump. Parece una iron¨ªa jud¨ªa. Una iron¨ªa propia de un Kafka de Newark.
Babelia
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