Talavante y L¨®pez Sim¨®n, por la puerta grande
El primero triunf¨® con una perita en dulce y el segundo protagoniz¨® una tarde ¨¦pica
Del Cuvillo / Bautista, Talavante, Sim¨®n
Toros de N¨²?ez del Cuvillo ¡ªel tercero, devuelto¡ª, muy justos de presentaci¨®n, desiguales en los caballos; el segundo, nobil¨ªsimo y dulz¨®n; quinto y sexto, bondadosos. Sobrero del Conde de Mayalde, bien presentado, manso y noble.
Juan Bautista: casi entera (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (ovaci¨®n).
Alejandro Talavante: estocada (dos orejas); media, pinchazo y estocada (ovaci¨®n).
L¨®pez Sim¨®n: gran estocada (oreja); estocada (oreja).
Plaza de Las Ventas. D¨¦cimo octavo festejo de la Feria de San Isidro. 25 de mayo. Lleno. (22.636 espectadores, seg¨²n la empresa).
Se acabaron las penas. La feria de San Isidro ya tiene la foto del triunfo: dos toreros por la puerta grande. ?Viva la tauromaquia!
Y se confirma el peor pron¨®stico: la plaza de Madrid ha perdido el norte; inutilizada la exigencia, desaparecido el toro bravo y encastado y menospreciado el torero heroico, se imponen el p¨²blico farandulero, el torete artista y el diestro de inspirada concepci¨®n.
Pero ah¨ª queda para la historia la gesta de un Talavante embrujado y un L¨®pez Sim¨®n vapuleado, en una tarde tormentosa y lluviosa, que no hizo m¨¢s que aumentar la generosidad extrema de unos tendidos bondadosos.
Pero las cosas como son: Alejandro Talavante ¡ªque estuvo ausente con el capote toda la tarde¡ª es due?o de unas mu?ecas prodigiosas, posee un alt¨ªsimo sentido del temple, una muy notable inspiraci¨®n art¨ªstica y derrocha embrujo, creatividad, personalidad.
Su comienzo por bajo, al segundo de la tarde, la rodilla flexionada, arrastrando la muleta en cada encuentro, largo y templad¨ªsimo cada uno de ellos, y el toro embebido en el enga?o, fue todo un monumento a la torer¨ªa.
A continuaci¨®n, un par de redondos y, por sorpresa, un cambio de manos sin soluci¨®n de continuidad del que apareci¨® un natural milagroso, a paso de palio, eterno, circular, sobrenatural¡ Y hubo dos tandas m¨¢s con la zurda, una de ellas a pies juntos, de alta tensi¨®n. Mat¨® de una estocada y el pase¨® las dos orejas.
El problema es que hubo un peque?o detalle que no debe pasar inadvertido: el toro era un animal justito de trap¨ªo, manso en el caballo y que despleg¨® en la muleta una bondad infinita, como un corderito, de docilidad perruna. No hubo sensaci¨®n de riesgo en momento alguno y a¨²n no se sabe por qu¨¦ este p¨²blico tan dadivoso no pidi¨® el indulto.
En dos palabras, para que haya toreo debe haber un toro. Y la conjunci¨®n de un animal que imprima respeto y torero poderoso y artista es el germen de la emoci¨®n profunda que este viernes no ha existido. El quinto, otra pera almibarada, pero el toreo del extreme?o fue de baja tensi¨®n.
L¨®pez Sim¨®n lleg¨® a su segundo compromiso en esta feria en horas bajas, y ha tenido las agallas de cambiar el curso de su carrera. A cambio se llev¨® dos volteretas impresionantes, pero ha recuperado la confianza.
Inseguro, precipitado y con las ideas poco claras se le vio al inicio de faena al noble sobrero del Conde de Mayalde. Un pase cambiado a mitad de su labor fue la antesala de la mejor tanda de redondos de toda su actuaci¨®n; y, a continuaci¨®n, con la muleta en la izquierda, una voltereta inesperada y una tremenda paliza de la que sali¨® conmocionado. Con el p¨²blico a favor, pasional y un poco alocado el torero, a¨²n traz¨® estimables redondos antes de volcarse materialmente en el morrillo del toro y conseguir una gran estocada de la que sali¨® otra vez por los aires.
Otro torete bueno fue el sexto y L¨®pez Sim¨®n vio entreabierta la puerta grande. Animoso y templado fue el inicio por bajo y aprovech¨® las excelentes condiciones del animal para protagonizar una irregular y deslavazada labor, quiz¨¢, con m¨¢s cantidad que calidad, pero emotiva y entregada. Mat¨® bien y pase¨® el pasaporte del ¨¦xito. Si al torero le sirve para encaminar el futuro, bienvenido sea, pero tampoco fue lo suyo de puerta grande.
Y Bautista interesa poco, esa es la verdad. Le sobra el oficio, pero su toreo es mudo. Cayeron las primeras gotas durante el ¨²ltimo tercio del primer toro y la gente no le hizo ni caso. Una tromba de agua le acompa?¨® en el cuarto, intent¨® captar la atenci¨®n de los espectadores, pero el agua era abundante y la torer¨ªa ins¨ªpida.
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