El reloj de los raperos
Vince Staples y Tyler The Creator lo consultaron, Migos no y cancel¨® su presencia en el Primavera Sound como cabeza de cartel
Un reloj. Un reloj es lo que necesitan Migos, el estelar tr¨ªo de trap de Georgia que cancel¨® su presencia en el Primavera como cabezas de cartel y gran reclamo para el p¨²blico m¨¢s joven. Y es que perdieron el avi¨®n. Con la de ¡°pelucos¡± dorados enormes que hay en el mercado, casi tan grandes como un helipuerto, y van ellos, que son tres, y no tienen uno. O si lo tienen no lo miran, que para el caso es lo mismo. Como tampoco lo hizo Lauryn Hill en un CruI?lla de Cultures, festival en el que mont¨® un l¨ªo tremendo hace tres a?os actuando con notable retraso, o como tambi¨¦n hizo en el Primavera del a?o pasado Frank Ocean, otra sonada cancelaci¨®n de un festival que ha asumido que debe correr el riesgo de que muchos artistas de hip-hop, trap o rhythm and blues grandes en su mercado, Estados Unidos, olviden mirar su reloj para atender un compromiso que probablemente ven tan lejano como Julio Iglesias un concierto en Uagud¨².
El caso es que el Primavera vive con ese doble sentimiento. Por un lado puede sacar pecho de proponer el debut en Espa?a de grandes figuras negras de Estados Unidos y por otro conoce los riesgos de contratar artistas que no tienen reloj. Los beneficiados fueron dos. Por un lado Los Planetas, que actuaron en uno de los escenarios tama?o Hulk cuando su concierto sorpresa estaba previsto en uno liliputiense, y por otro Skepta, que se sum¨® al cartel de la jornada final habida cuenta de la baja de Migos. S¨®lo cabe esperar que la organizaci¨®n del festival no pierda la moral y porf¨ªe por regalar a los aficionados del festival la presencia de artistas que tanto cuesta ver por aqu¨ª.
Pero por fortuna no todos los artistas de hip-hop viven en su limbo. Tanto el concierto de Vince Staples el jueves como el de Tyler The Creator el viernes colmaron las expectativas de la multitud que se congreg¨® frente a sus escenarios. Staples se mostr¨® en solitario, sin un disc-jockey que le robase protagonismo. ?l solo, deambulando por escena, s¨®lo apoyado por proyecciones y por su micro, reforz¨® con esta soledad la imagen de predicador que siempre ronronea en torno a los recitadores de hip-hop. Lo asombroso es que se suele tratar de artistas, como Staples, con un carisma que hundir¨ªa el Titanic de colisionar con ¨¦l. Aplomo, seguridad, potencia y descaro. Es el caso de Staples, que ya en el segundo tema lanz¨® un tema f¨¢cil y directo como Big Fish que puso a la multitud a botar. Un espect¨¢culo, la multitud convertida en arena sacudida por un terremoto cuyo coraz¨®n eran ritmos saltarines, de raigambre electr¨®nica. Piezas como BagBak, Norf Norf o Prima Donna azotaron el fen¨®meno tel¨²rico, que no precis¨® de una voz rasposa o dura, ya que Staples tiene una voz distinta, suave, nada rugosa, incluso amable podr¨ªa decirse, con una dicci¨®n serena, no impelida por la urgencia o el enfado. Un concierto estupendo, prueba del poder que la palabra rimada mantiene como azote de multitudes.
Ya en la noche del viernes se repiti¨® la ceremonia con Tyler The Creator, como Staples otro repetidor del Primavera. En el caso del miembro de Odd Future, lo hizo cerrando uno de los escenarios mastod¨®nticos del festival, y tarde, obligado as¨ª moralmente a dejar el list¨®n arriba, a los borrachos y alterados en una ¨®rbita a¨²n m¨¢s alta y a los durmientes bien despiertos y activos. Y vaya que si lo logr¨®, aunque usando armas distintas a Vince Staples. Tambi¨¦n apareci¨® solo en escena, vestido con un chaleco reflectante de esos que se usan cuando el coche te deja tirado en la carretera o cuando trabajas de gestor de residuos ¡ªlo que antes se llamaba basureros¡ª. Una enorme tarima hac¨ªa las veces de plataforma/p¨²lpito, y sin m¨¢s presencia que ¨¦l abri¨® con Where This Flowe Blooms,?dando pistas de lo que iba a hacer. Y es que Tyler tiene una voz gruesa, un punto rasposa, de dicci¨®n r¨¢pida aunque no epil¨¦ptica, que usa en composiciones con fondo soul y de rhythm and blues, incluso balad¨ªstico, que de repente se aceleran imprimiendo velocidad tanto al ritmo como a su cuerpo. Es, para entendernos, una especia de sube y baja cuyos cambios de intensidad siempre pillan por sorpresa. Cortes como 911, The Lonely, IFHY o 48 sembraron la sonrisa en todo el p¨²blico, y particularmente en las primeras filas, ocupadas por una chavaler¨ªa que ya enloqueci¨® cuando apareci¨® A$ap Rocky para cantar con Tyler, como en el disco, un Who Dat Boy oscuro y a toda velocidad.
Y metidos en arena electr¨®nica y bailable, s¨®lo rese?ar la excelente actuaci¨®n de Jlin el jueves en el Primavera Bits, espacio que ha crecido una enormidad. Lo que hace esta artista norteamericana se llama footwork, que traducido significa ¡°unos siete ritmos percusivos superpuestos, no dejo que se acabe de desarrollar ninguno, cuando has pillado una pauta te la deshago y te hago un nudo en las piernas que tardar¨¢s d¨ªas en deshacer¡±. A¨²n con todo hab¨ªa personas que bailaban, pero cada cual interpretaba qu¨¦ ritmo o apunte de ritmo era el patr¨®n en aquel collage de oscuras propuestas. M¨¢s f¨¢cil fue la actuaci¨®n de Arca, que ejerci¨® no como artista que presenta un show, tal y como hizo en el S¨®nar, sino como sumo sacerdote de la fiesta. Luciendo un chaleco y una minifalda, el venezolano mont¨® una atropellada batidora de ritmos en el que cupo de todo: desde ritmos latinos ¡°?d¨®nde est¨¢n los sudacas?¡±, grit¨® estimulando su respuesta, a rock duro, pasando por tech-house o pop. Una locura tambi¨¦n dif¨ªcilmente bailable pero harto disfrutable.
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