La leyenda y su dimensi¨®n art¨ªstica
Reeditada y analizada la discograf¨ªa en pizarra del cantaor Manuel Torres
El segundo t¨ªtulo de la colecci¨®n Carlos Mart¨ªn Ballester, dedicado a la figura del cantaor Manuel Torres (Manuel Soto Leyton, Jerez, 1878 ¨C Sevilla, 1933), adem¨¢s de la continuidad de la serie, trae consigo una casi obligada complementariedad con su celebrado primer volumen, protagonizado por Don Antonio Chac¨®n: puede que la figura del primero se entienda mejor junto a la del segundo y viceversa. Estos artistas jerezanos, nacidos, por cierto, en el mismo barrio de San Miguel, y a escasa distancia, ?se erigen en s¨ªmbolos, dos modelos para describir una est¨¦tica de lo jondo?, como afirma Ram¨®n Soler D¨ªaz. En su car¨¢cter simb¨®lico, ellos reeditan la eterna dial¨¦ctica, intr¨ªnseca al arte, entre Apolo y Dionisos, dial¨¦ctica ante la que es necesario estar alerta, y no solo por el riesgo de simplificaci¨®n, sino por la ?sangrante y pertinaz polarizaci¨®n?, en palabras del editor, que la flamencolog¨ªa m¨¢s tradicional ha sometido a estos dos artistas. Es lo que Gamboa denomina ?extremismo polarizante?, que achaca a tendencias dicot¨®micas consustanciales a nuestro ser patrio. Si a esto a?adimos los movimientos pendulares de la historia y de la est¨¦tica, nos encontraremos con curiosos fen¨®menos de protagonismo o marginaci¨®n de uno u otro de los cantaores seg¨²n qu¨¦ tiempos: ahora apenas se canta a Torres, de la misma manera que hace a?os ocurr¨ªa con Chac¨®n, que s¨ª es muy interpretado actualmente.
En situar a estas figuras flamencas en su aut¨¦ntica dimensi¨®n art¨ªstica, superando clich¨¦s y vaivenes, puede que resida el principal valor de este tipo de libros, pero no el ¨²nico. La excelencia con que se presentan es otro, una excelencia que no solo afecta a la forma, sino que se extiende a los contenidos, tanto textos como registros sonoros, pues no en vano estamos hablando de un cantaor. Estas grabaciones hab¨ªan sido tradicionalmente puestas en cuesti¨®n, llegando a ser calificas de ?nefastas?, puede que porque no estuvieran a la altura de la leyenda de Torres, cantaor recordado por su capacidad de transmisi¨®n, provocadora de incontrolables emociones, esos ?ga?afones?, que escribi¨® Fernando de Triana. En este volumen, se defiende por el contrario la ?sorprendente regularidad interpretativa? de Torres en los cantes que impresion¨® y su depurad¨ªsima t¨¦cnica, de caracter¨ªsticas absolutamente personales, como es propio de un maestro de su estatura. Se re¨²nen un total de 49 cantes provenientes de 5 sesiones de grabaci¨®n: 1908, con la guitarra de Juan Gandulla ¡°Habichuela¡±; 1922, junto al Hijo de Salvador; 1928 y 1929, al lado de Miguel Borrull y la ¨²ltima, de 1030, con su paisano Javier Molina. Su fama de gran seguiriyero y soleaero viene avalada por 13 de las primeras y 9 de las segundas, pero tambi¨¦n hay tangos (6), saetas (5), cartageneras (3), tarantos (2) malague?as (2), fandangos (2), peteneras (2), buler¨ªas y buler¨ªa por sole¨¢, alegr¨ªas, campanilleros y farruca.
Prologa la obra de manera impecable Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, el editor Mart¨ªn Ballester realiza un minucioso y necesario rastreo por la trayectoria art¨ªstica y peripecia vital del cantaor, Ram¨®n Soler D¨ªaz analiza e ilustra magistralmente los cantes y Norberto Torres el toque, mientras que Jos¨¦ Manuel Gamboa estudia la trascendencia pasada y actual de Torres. El impecable dise?o es de Mar¨ªa Artigas.
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