Si no puedes cambiar el mundo, prod¨²celo
La pol¨ªtica nunca hab¨ªa usado tanto los objetos y referencias culturales
Nunca la pol¨ªtica hizo tanto uso de objetos y referencias culturales. Arquitectura, moda, showbiz, series de TV, reality show, nada escapa a este cambio de imagen de lo pol¨ªtico por parte de la subcultura de masas.
Tres ejemplos de la actualidad: Matteo Renzi, Emmanuel Macron y Donald Trump. Cuando era alcalde de Florencia, Renzi hizo del patrimonio art¨ªstico de su ciudad el coraz¨®n de su marca personal, reescrita en la neolengua del marketing. Su libro Stil novo tiene como subt¨ªtulo La revoluci¨®n de la belleza de Dante a Twitter. Renzi traslada la estetizaci¨®n de la pol¨ªtica a la era del marketing y las redes sociales. Reivindica una nueva belleza que mezcla los c¨¢nones del viejo y del nuevo mundo, las ¡°curiosidades¡± de la historia del arte y los beneficios del turismo, el Ponte Vecchio y el Ferrari, como aquella Cabalgata Ferrari que organiz¨® en 2013 en un Ponte Vecchio cerrado al p¨²blico. Los cap¨ªtulos de su libro hablan por s¨ª mismos Michelangelo y el servicio p¨²blico, Brunelleschi y la meritocracia, Amerigo Vespucci y la fuga de cerebros... Es la neolengua de la ¡°belleza¡± de los gestores, fruto del encuentro entre las industrias culturales y las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n.
Macron fue a¨²n m¨¢s expl¨ªcito. En su campa?a, cuando le preguntaron por su programa, no tuvo miedo de decir: ¡°Es un error pensar que el programa es el coraz¨®n de una campa?a electoral... La pol¨ªtica es m¨ªstica, es un estilo, es magia¡±. La noche de su victoria apareci¨® solo, caminando lentamente en la noche hasta la Pir¨¢mide del Louvre al son del Himno a la alegr¨ªa, el himno de la Uni¨®n Europea. El Patio Napole¨®n para la historia, la pir¨¢mide del Louvre para la modernidad. Macron no ha cesado de hacer de los palacios de la Rep¨²blica los elementos de un cambio de marca al servicio de la naci¨®n start-up. Del monarca al actor. De la funci¨®n a la ficci¨®n presidencial. Del Estado estratega a la ¨¢gil start-up. No dud¨® en patentar la marca ¡°Presidencia de la Rep¨²blica¡± en el Instituto de Propiedad Industrial como otra marca comercial para obtener nuevos recursos con la venta de productos derivados. Ya no se trata solo de apropiarse de la cultura, sino de vender lo p¨²blico (res publica) como cualquier otra mercanc¨ªa de la industria cultural.
Trump ha demostrado que conoce y domina las leyes de la telerrealidad. Trump se ha convertido en una figura de la basura de lujo que triunfa bajo el signo de lo vulgar, de lo escatol¨®gico y de la burla. Antes de su investidura, Newt Gingrich, su colaborador en la emisi¨®n The Apprentice, afirm¨® que Trump iba a ser el productor ejecutivo de algo llamado Gobierno de Estados Unidos y el responsable del gran espect¨¢culo televisivo Liderar el mundo. El pol¨ªtico se presenta cada vez menos como una figura de autoridad y m¨¢s como algo para consumir e incluso devorar. Se presenta a s¨ª mismo menos como una autoridad leg¨ªtima que como un producto de la subcultura de masas, un artefacto, como cualquier personaje de serie o juego televisivo. Obama parece haber controlado esa evoluci¨®n. Acaba de llegar a un acuerdo con Netflix para producir pel¨ªculas, series y documentales.
?Ya que no podemos cambiar el mundo, produzc¨¢moslo! Creemos series en las que podamos creer, ¡°ficciones en las que podamos creer¡±.
Christian Salmon, escritor, es autor del ensayo Storytelling.
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