Los arque¨®logos toman las trincheras
El ¨²ltimo libro del cient¨ªfico Alfredo Gonz¨¢lez Ruibal describe las nuevas posibilidades de conocimiento de la Guerra Civil a trav¨¦s de la arqueolog¨ªa
Los efectos de la sexta contraofensiva franquista sobre las posiciones republicanas en la orilla derecha del Ebro fueron decisivos. El joven ¡ªy capaz¡ª coronel Manuel Tag¨¹e?a, al mando de los 18.000 soldados del XV Cuerpo de Ej¨¦rcito, dirig¨ªa las operaciones de retirada republicana en esos d¨ªas de noviembre de 1938 y, tras la ca¨ªda de La Fatarella, centra el esfuerzo defensivo en la estrat¨¦gica l¨ªnea de Ra?mats. All¨ª se ubica la cota 562, y en una de sus trincheras, junto con sus compa?eros de la 15? Brigada, Charlie se prepar¨® para el inminente combate, consciente de que el futuro de los que cruzaban el r¨ªo depend¨ªa de su sacrificio. Era m¨¢s alto de lo habitual y tambi¨¦n un poco viejo a sus cuarenta y tantos a?os entre esos j¨®venes de la Quinta del Biber¨®n. Se cercior¨® de que llevaba su zurr¨®n bien provisto: las granadas polacas y munici¨®n para su fusil Mosin Nagant, y se qued¨® con unos pocos objetos personales: la escudilla para comer, una navaja, el cepillo de dientes y su tubo de pasta, una carta doblada cuidadosamente...
En la ma?ana de ese 15 de noviembre, la 82 Divisi¨®n de Franco, despu¨¦s de tres d¨ªas de bombardeo a¨¦reo sobre la zona, se lanz¨® r¨¢pida contra la cota 562. Charlie y sus compa?eros comenzaron a disparar; respondieron con sus bombas de mano. A su lado cay¨® una granada del enemigo y trat¨® de devolv¨¦rsela, pero no hubo tiempo. Le estall¨® en la mano de manera fatal. All¨ª mismo qued¨® sepultado por los soldados de la 82 que tomaron la cota. Gracias a la entrega de hombres como Charlie, el coronel Tag¨¹e?a pudo afirmar en sus necesarias memorias Testimonio de dos guerras (Planeta) que en el paso del Ebro, los franquistas no capturaron prisioneros ni material.
Si conocemos la historia final de Charlie, no es gracias al testimonio de alguien, o su aparici¨®n en alg¨²n documento o im¨¢genes de la ¨¦poca. Fue el mismo Charlie, 73 a?os despu¨¦s, quien nos trajo su historia y el canal que us¨® fue la arqueolog¨ªa. Desde 2006, Alfredo Gonz¨¢lez Ruibal, cient¨ªfico del CSIC y arque¨®logo especializado en el pasado contempor¨¢neo, investiga el paisaje de la Guerra Civil y la posguerra a lo largo y ancho de Espa?a y ha plasmado los resultados de estos a?os de trabajo de campo en Volver a las trincheras (Alianza Editorial). Se trata de una aportaci¨®n realmente atractiva para conocer la tragedia espa?ola del siglo XX desde el foco cient¨ªfico de la arqueolog¨ªa, tomando como base de partida los objetos encontrados en los campos de concentraci¨®n, las fosas comunes o los frentes de combate.
Historia cultural y vida cotidiana
?Qu¨¦ conocimientos pueden aportar esos objetos en un ¨¢mbito del que se ha escrito tanto y hay tanta documentaci¨®n? En declaraciones a este blog, el autor afirma que ¡°la arqueolog¨ªa puede, por un lado, simplemente contar las cosas de otra manera, poniendo m¨¢s el acento en lo material y en la experiencia vivida. Ese es quiz¨¢ el objetivo fundamental del libro. Pero tambi¨¦n puede documentar fen¨®menos de los que existe poca documentaci¨®n como la pr¨¢ctica de la violencia pol¨ªtica (c¨®mo se asesinaba a la gente). Tambi¨¦n puede llamar la atenci¨®n sobre aspectos que pueden estudiarse a trav¨¦s de otras fuentes, pero que han recibido poca atenci¨®n: la historia cultural, la de la vida cotidiana, que es la que nosotros recuperamos en las excavaciones y es un tipo de historia que ha sido poco practicada (frente a la pol¨ªtica, econ¨®mica o militar)¡±. Ciertamente, a trav¨¦s de la arqueolog¨ªa accedemos a aspectos hist¨®ricos que resultan imposibles de percibir por otros caminos. El investigador se enfrenta al pasado directamente, lo toca de manera no mediada. A trav¨¦s del registro arqueol¨®gico se teje un nuevo relato que no discrimina en funci¨®n de la importancia de la persona y aborda las vicisitudes, en este caso tr¨¢gicas, de la gente corriente, los olvidados de la historia hegem¨®nica, de todos y todo.
¡°El objetivo final del libro es, quiz¨¢, poner el acento en lo material y en la experiencia vivida¡±, afirma Gonz¨¢lez Ruibal
Con el cambio de siglo, las fosas comunes han despertado un enorme inter¨¦s social y numerosas asociaciones y colectivos trabajan para que los restos de los que fueron asesinados o murieron en la lucha sean recuperados y tengan un final digno elegido por sus familiares. En este proceso, la arqueolog¨ªa ha desempe?ado una tarea necesaria que ha contextualizado e interpretado como fueron los momentos que vivieron los que iban a ser asesinados, su identidad, c¨®mo se perpetr¨® el crimen. Un ejemplo estremecedor es el de la violencia que la sublevaci¨®n militar focaliz¨® hacia las mujeres, en particular las del sur de Espa?a, un colectivo que con la llegada de la Rep¨²blica comenz¨® a exigir en voz alta igualdad de g¨¦nero y emancipaci¨®n social.
El trabajo del equipo de Gonz¨¢lez Ruibal en las fosas confirma esta circunstancia con la descripci¨®n de lo encontrado: adornos femeninos, costureros, peinetas, un zapato de tac¨®n¡El trabajo de los arque¨®logos consiste en invocar fantasmas, y en el caso de la cercana Guerra Civil, con todas las consecuencias que trae consigo. Es por ello que desde sectores conservadores se les acusa de aprovecharse de la ley de memoria hist¨®rica y de estar ¡°politizados¡±. Sobre este asunto Gonz¨¢lez Ruibal discrepa de manera rotunda: ¡°Me atrever¨ªa a decir que los historiadores mezclan sus ideas pol¨ªticas con su pr¨¢ctica profesional de forma mucho m¨¢s evidente que los arque¨®logos. No hay m¨¢s que leer a Payne, Preston, Julius Ruiz o Espinosa, por citar a historiadores de ambos lados del espectro ideol¨®gico. Y no lo digo como una cr¨ªtica. Es que la historia contempor¨¢nea es as¨ª". Acerca de lo imposible de no tener un punto de vista pol¨ªtico, el autor cree que se debe aceptar finalmente que "la pol¨ªtica?y la ciencia no se pueden separar f¨¢cilmente. El problema es cuando se tergiversan los datos para defender una determinada perspectiva pol¨ªtica. Creo que esto es algo que sucede muy excepcionalmente en arqueolog¨ªa, si es que sucede¡±.
Las instituciones
?C¨®mo se est¨¢ gestionando el patrimonio que sale a la luz con el trabajo arqueol¨®gico? ?C¨®mo act¨²an las instituciones ante el gran inter¨¦s social por conocer mejor la Guerra Civil? Gonz¨¢lez Ruibal opina que los restos de la Guerra Civil todav¨ªa se encuentran "en un estadio muy incipiente de transformaci¨®n en patrimonio cultural. El riesgo es que con el creciente inter¨¦s social por este tema se generalicen las musealizaciones triviales y repetitivas, que no solo den una visi¨®n aburrida de la guerra, sino que adem¨¢s omitan las cuestiones pol¨ªticas (fundamentales en la Guerra Civil) para evitar problemas. El patrimonio de la guerra y la dictadura requiere un tratamiento cr¨ªtico, que haga reflexionar a los ciudadanos y plantearse las narrativas heredadas, y creativo, que permita ver el pasado de una forma distinta y atractiva¡±.
La arqueolog¨ªa contextualiza e interpreta como fueron los ¨²ltimos momentos de los que iban a ser asesinados, c¨®mo se perpetr¨® su crimen
Cuando queda poco m¨¢s de un mes para que se cumpla el 80? aniversario de la sublevaci¨®n militar contra la II Rep¨²blica son ya muy pocas las voces que a¨²n se pueden escuchar de los que vivieron la guerra. La arqueolog¨ªa puede ocupar ese espacio de la memoria que el testimonio oral ya no podr¨¢ llenar y Volver a las trincheras es una obra indispensable para entender lo realizado hasta ahora en esta nueva disciplina. El conocimiento cr¨ªtico y cient¨ªfico que proporciona debe recibir el trato digno que merece por parte de las instituciones, como en los pa¨ªses europeos de nuestro entorno, de manera que siga contribuyendo a la demanda social que exige comprender mejor nuestro pasado cercano.
Trabajo esclavo
Muy pocos de los dos millones de viajeros al a?o que se mueven por los pasillos del aeropuerto de Lavacolla, en Santiago de Compostela, saben c¨®mo se construy¨® ese aeropuerto. La nueva pista proyectada necesit¨® del trabajo esclavo de cientos de presos republicanos, que en condiciones extremas de hambre y muerte, fueron hacinados en una antigua f¨¢brica de curtidos, convertida hoy en restaurante. Este grupo de arque¨®logos ha fijado tambi¨¦n su atenci¨®n en esas c¨¢rceles, campos de concentraci¨®n y destacamentos penales donde malvivieron y murieron los m¨¢s de 370.000 presos pol¨ªticos del r¨¦gimen franquista, que forman parte de lo que denominan ¡°el paisaje totalitario¡±.
Como afirma el autor de Volver a las trincheras, esta compleja red que existi¨® hasta los a?os cincuenta se puede entender como "parte de la tecnolog¨ªa franquista para construir nuevos sujetos pol¨ªticos, d¨®ciles con el r¨¦gimen". La mayor¨ªa de los campos de concentraci¨®n se ubicaron en centros o edificios ya construidos pero en el caso de Castuera, en Badajoz, el contexto arqueol¨®gico se presentaba m¨¢s accesible ya que se trataba de un centro de nueva planta que no fue reutilizado despu¨¦s.
El equipo de Gonz¨¢lez Ruibal decidi¨® acometer su excavaci¨®n y una vez m¨¢s se vuelve a tocar el pasado, se regresa en el tiempo y son recuperados miles de objetos que hablan de la alimentaci¨®n, la higiene, las condiciones m¨¦dicas, la vigilancia, el castigo o la resistencia. Uno de ellos, una irrelevante tapa de olla, le fue mostrada a una anciana vecina del pueblo, a cuyos padres fusilaron al acabar la guerra. En ese momento su memoria recuper¨® el recuerdo de aquellas mujeres que pasaban por su casa y llevaban alimentos a sus seres queridos presos en el campo de Castuera.
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