Sin hero¨ªsmo, por favor
La 10? Bienal de Berl¨ªn bucea en el mundo decolonial por el que tanto transita el arte contempor¨¢neo alzando la voz de las minor¨ªas
Pocas veces la Bienal de Berl¨ªn deja indiferente a nadie. Salvo la para muchos m¨ªtica Of Mice And Men, de Massimiliano Gioni, Cattelan y Subotnick, en 2006, y What Is Waiting Out There, de Kathrin Rhomberg, en 2010, a esta cita internacional siempre le acompa?a cierto aire pol¨¦mico. En 2012, cuando Artur Zmijewski tension¨® la instituci¨®n hasta el l¨ªmite con un programa de urgencia activista, se la tach¨® de ingenua. En 2014, con Juan Gait¨¢n, volvi¨® al orden cl¨¢sico, excesivo se dijo, con un proyecto que quer¨ªa subvertir desde el arte el canon de las grandes narrativas coloniales y del imperio, ergo la tradici¨®n y el clasicismo. Hace dos a?os, la cosa dio una vuelta de campana y tir¨® del pos-Internet y posfuturo. El colectivo DIS dijo adi¨®s a esa bienal sobre la historia que mutaba edici¨®n tras edici¨®n, para hacer otra arraigada al presente. Parad¨®jico en una ciudad donde no hay una pulgada que no sea historia. Tuvo filias y fobias con lo moderno.
La edici¨®n de este a?o tampoco escapa de la controversia aunque su comisaria, Gabi Ngcobo, dice estar familiarizada con lo adverso. Nacida en Durban, Sud¨¢frica, tuvo que convencer a sus padres para estudiar Bellas Artes, siendo la primera en su familia en hacerlo. Eso fue en los noventa. Despu¨¦s se mud¨® a Ciudad del Cabo para trabajar en la National Gallery y la Plataforma de Cabo ?frica, antes de irse a Nueva York para formarse en lo curatorial. Es una de esas artista que trabaja como comisaria, un rol muy en alza en los ¨²ltimos a?os, que coincide con la cada vez m¨¢s el¨¢stica idea de lo expositivo. En esa dualidad dice ella ver ¡°una forma de ser desviada¡±, una idea que ha llevado hasta la base de esta Bienal de Berl¨ªn. Gabi Ngcobo lleva tiempo indagando en c¨®mo los diversos legados hist¨®ricos resuenan dentro del arte contempor¨¢neo, y eso es lo que ha hecho aqu¨ª. En un contexto de cambios pol¨ªticos y nuevas figuras hist¨®ricas como el actual, y en esta esfera global del arte tan eurocentrista, esta Bienal rechaza la idea de h¨¦roe reivindicando el alejamiento de narrativas que contribuyen a crear toxicidad.
La teor¨ªa, dec¨ªa, funciona, pero en cuanto pasamos a la pr¨¢ctica, la cosa patina. Es una Bienal intencionadamente elusiva, m¨¢s preocupada por plantear preguntas que por proponer respuestas
En t¨¦rminos de discurso, podemos decir que es una Bienal necesaria. Es feminista, con la mayor¨ªa de artistas mujeres. Habla de descolonizaci¨®n, tema que ya recorr¨ªa la ¨²ltima Bienal de S?o Paulo, tambi¨¦n en manos de Ngcobo, y apuesta por fortalecer el discurso de esas historias marginadas del arte, en especial las de ?frica. Para ello, ha formado un equipo curatorial 100% negro, experto en la escena local y en la di¨¢spora africana, entrando en otro de los temas de moda en lo art¨ªstico: la negritud. Gabi Ngcobo es de esp¨ªritu colaborativo, como dej¨® patente en su proyecto m¨¢s exitoso, el Center for Historical Reenactments (CHR), activo entre 2010 y 2014 en Johannesburgo. Fue esencialmente una ¡°instituci¨®n¡± que aglutin¨® una amplia red de pensadores y artistas para analizar las historias particulares, las posibilidades pol¨ªticas y el poder del arte. Toda su existencia se bas¨® en trabajar con personas de maneras inusuales. Incluso cuando Ngcobo escenific¨® la muerte del CHR en 2012, se hizo para permitir que el proyecto adoptara formas nuevas e inesperadas, una de las cuales se convirti¨® en su participaci¨®n en la 8? Bienal de Berl¨ªn.
La teor¨ªa, dec¨ªa, funciona, pero en cuanto pasamos a la pr¨¢ctica, la cosa patina. Es una Bienal intencionadamente elusiva, m¨¢s preocupada por plantear preguntas que por proponer respuestas. Y eso, claro, acarrea un dilema. Aparte del lugar com¨²n que supone instalarse en la duda, destilar una pr¨¢ctica curatorial compleja e interesada en formas de conocimiento que permitan las contradicciones no es una tarea f¨¢cil ni que haga justicia del todo. El t¨ªtulo de los programas p¨²blicos es revelador: No soy quien piensas que no soy, una doble negaci¨®n que pretende decir que todo es un poco m¨¢s complicado de lo que uno piensa. Y eso se filtra en todo. Es cierto que hay un trabajo por presentar otros nombres a los habituales en todas las bienales, y se agradece esa nueva audiencia, aunque tambi¨¦n la etiqueta. ?Tiene eso sentido para un grupo de comisarios que quiere cambiar las etiquetas preescritas y escapar de las expectativas?
Todo lo reunido en la ZK/U?- Center for Art and Urbanistics est¨¢ lleno de cabos sueltos. Cuesta coger el hilo. La exposici¨®n funciona mejor en el KW, gracias al trabajo de Okwui Okpokwasili, Sitting On A Man¡¯s Head (2018), una performance colaborativa basada en los cantos protesta de las mujeres nigerianas. De lo mejor de la Bienal. Dineo Seshee Bopape tambi¨¦n habla de la victimizaci¨®n del cuerpo de la mujer negra con una instalaci¨®n que ya pas¨® por el Palais de Tokyo. La versi¨®n de la Bienal en la Akademie der K¨¹nste es mucho m¨¢s formal aunque ?scar Murillo intente trastocarla con su instalaci¨®n a base de pan duro y una gran cadena simb¨®lica de cuerpos con forma de tracto intestinal. Cuesta digerirlo, como todo lo suyo. Los dibujos de Ana Mendieta suplen lo sublime aqu¨ª, as¨ª como el trabajo de Johanna Unzueta, Belkis Ay¨®n y Minia Biabiany. Hay enfoques, como el de Zuleikha Chaudhari y Firelei Baez, que se centran concretamente en Berl¨ªn y Alemania. Los comisarios han elegido deliberadamente no utilizar palabras como ?frica, poscolonial y diversidad, aunque procesar el legado colonial es un tema importante en Berl¨ªn. El Museo Etnol¨®gico se ha enfrentado a demandas de devoluci¨®n de patrimonio africano y el Foro Humboldt tambi¨¦n est¨¢ abordando expl¨ªcitamente el problema.
Recapitulemos. Berl¨ªn, la Bienal, en un momento sociopol¨ªtico en Alemania con la llegada de un gran n¨²mero de refugiados y el surgimiento de partidos pol¨ªticos de la derecha. En ese clima, los comisarios dicen que ¡°We do not need another hero¡±, como la canci¨®n de 1985 de Tina Turner utilizada en la banda sonora de Mad Max 3: m¨¢s all¨¢ de la c¨²pula del trueno. Si la pel¨ªcula muestra a unos personajes hastiados en un mundo que se pregunta si la civilizaci¨®n es civilizada, la Bienal parece hablar de un esp¨ªritu social asediado, ca¨®tico y empantanado por una locura fren¨¦tica que pone en duda lo civilizadas que son nuestras vidas. Tal vez la clave est¨¦ en las ¨²ltimas notas de Tina: ?Brillar¨¢ nuestra historia como la vida? ?Acabar¨¢ en la oscuridad?
We Don¡¯t Need Another Hero. 10? Bienal de Berl¨ªn. Hasta el 9 de septiembre.
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