Ni un atisbo de emoci¨®n en Las Ventas
Ochoa, Marcos y Peseiro, de vac¨ªo ante una descastada novillada de Fernando Pe?a
Los dos principales actores de la tauromaquia actual tienen un serio problema: no emocionan. Eso, siendo generosos. Si fu¨¦ramos completamente sinceros dir¨ªamos que, no s¨®lo no emocionan, sino que aburren hasta la saciedad. Y, aunque parezca una contradicci¨®n, esto ocurre, en gran medida, por abusar de la perfecci¨®n. Es tal la t¨¦cnica que poseen hoy en d¨ªa los toreros, que en su labor no hay espacio para el sentimiento ni la improvisaci¨®n. De igual forma, la selecci¨®n del toro de lidia se ha llevado hasta tal extremo que su comportamiento ha perdido todo atisbo de sorpresa e imprevisibilidad.
La lidia ha quedado pr¨¢cticamente reducida al ¨²ltimo tercio, el de muleta. Las faenas son eternas e id¨¦nticas. ?Y el toro? Ese animal otrora salvaje y temible ahora es tan noble y obediente que apenas despierta la m¨¢s m¨ªnima emoci¨®n en los espectadores. El resultado: las tardes de toros se hacen largas y aburridas. ¡°Como en la ¨®pera¡±, apuntaba un joven aficionado en el tendido. ¡°Los cantantes actuales tienen tanta t¨¦cnica que son fr¨ªos, no conmueven¡±. Y s¨ª, como la ¨®pera o el teatro, el toreo es -o deber¨ªa ser- emoci¨®n.
Ni un atisbo de ese sentimiento surgi¨® en la novillada nocturna celebrada este viernes en Las Ventas. Una m¨¢s, pese a que el certamen de novilladas nocturnas de promoci¨®n celebrado durante el mes de julio finaliz¨® la semana anterior. Ni el encierro de Fernando Pe?a ni los tres novilleros estuvieron a la altura de las circunstancias. Los de Pe?a, feos de hechuras, se defendieron en el caballo y, salvo el buen segundo, que tuvo movilidad y cierta transmisi¨®n, no demostraron ni casta ni clase en el ¨²ltimo tercio. La terna, por su parte, como buenos aprendices de las figuras actuales, ejecut¨® decenas de muletazos, todos ellos carentes de sabor y pureza.
PE?A / OCHOA, MARCOS, PESEIRO
Novillos de Fernando Pe?a, correctamente presentados aunque de feas hechuras, mansos, nobles, sosos y descastados, salvo el buen segundo, con movilidad y transmisi¨®n; y un sobrero (primero bis) de El Sierro, justo de presentaci¨®n, muy terciado, noble y blando.
Carlos Ochoa: estocada algo trasera _aviso_ y dos descabellos (saludos); estocada (saludos con protestas).
Marcos: estocada trasera y atravesada, un descabello _aviso_ y otro descabello (saludos con protestas); estocada corta muy baja y atravesada, un descabello _aviso_ y otros dos descabellos (silencio).
Diego Peseiro, que se presentaba en Madrid: dos pinchazos y estocada ca¨ªda (silencio); pinchazo hondo, tres descabellos y el novillo se echa (silencio).
Plaza de toros de Las Ventas. Viernes, 10 de agosto. Novillada nocturna. Algo menos de un cuarto de plaza (7.179 espectadores, seg¨²n la empresa). Andr¨¦s Revuelta salud¨® tras banderillear al cuarto.
Y es que, si no fuera porque cada uno de ellos vest¨ªa un terno diferente, no habr¨ªa sido f¨¢cil distinguirlos. Primero, frente a un noble y blando sobrero de El Sierro -que sustituy¨® a un inv¨¢lido de la ganader¨ªa titular- y despu¨¦s ante otro utrero tan noble como soso y descastado, Carlos Ochoa demostr¨® saber el oficio, pero apenas dijo nada. Con este tipo de animales, o te la juegas en cada embestida, o eres un artista bendecido por los dioses. Con ser uno m¨¢s no basta.
Tampoco es suficiente tener buenos padrinos, como Marcos. Desangelado y vulgar, anduvo por debajo de las opciones del primero de su lote y pareci¨® contagiarse de la soser¨ªa del quinto.
Al menos, con actitud se present¨® en Madrid el portugu¨¦s Diego Peseiro, que anduvo vistoso con el capote, clav¨® banderillas con m¨¢s voluntad que acierto y se mostr¨® acelerado con la muleta, especialmente en la faena al sexto, que le toc¨® el enga?o en repetidas ocasiones. La juventud tambi¨¦n tiene un precio.
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