La alfombra roja nacida en la Sarajevo en guerra
El certamen cinematogr¨¢fico arranc¨® en 1995 en la cercada ciudad bosnia para reivindicar su valor y supervivencia
Cuando los periodistas, incr¨¦dulos, le preguntaban qu¨¦ sentido ten¨ªa organizar un festival en mitad de una guerra, Haris Pasovic respond¨ªa tirando de retranca: ¡°?Y qu¨¦ sentido tiene organizar una guerra en mitad de un festival?¡±. En pleno sitio de Sarajevo, el dramaturgo hab¨ªa decidido impulsar un certamen cinematogr¨¢fico bajo el lema M¨¢s all¨¢ del fin del mundo, en alusi¨®n al panorama apocal¨ªptico que se desplegaba en la capital bosnia.
En la Sarajevo cercada por las tropas proserbias, la resistencia iba mucho m¨¢s all¨¢ de lo meramente f¨ªsico: no se trataba solo de salvar el pellejo, sino tambi¨¦n de mantener, a toda costa, la propia humanidad y, con ella, la cultura como su manifestaci¨®n m¨¢s elevada. A lo que consideraban una agresi¨®n ultranacionalista, te?ida de primitivismo rural, los c¨ªrculos m¨¢s progresistas de Sarajevo opon¨ªan su mentalidad urbana y multi¨¦tnica, que gener¨® una escena cultural tan limitada en medios como vibrante.
Dentro de un festival celebrado en el Teatro Sarajevita de la Guerra, Susan Sontag acudi¨® a representar Esperando a Godot, de Beckett, en un entorno donde no quedaba claro si el mayor absurdo ten¨ªa lugar en el escenario o fuera de ¨¦l. Fue en este marco teatral donde Haris Pasovic puso en marcha su festival de cine que ten¨ªa asombrados a los periodistas internacionales por la determinaci¨®n de organizadores y p¨²blico. Las pel¨ªculas, suministradas por realizadores como Wim Wenders, Krzysztof Kieslowski o Francis Ford Coppola, llegaban en los mismos vuelos humanitarios que la comida y los medicamentos, y los asistentes acud¨ªan a la sala de proyecci¨®n esquivando bombas y disparos de francotiradores.
En la estela de esta iniciativa, una vez declarado el alto el fuego que pondr¨ªa fin a la guerra, el productor teatral Mirsad Purivatra impuls¨® la primera edici¨®n del Sarajevo Film Festival. Se trataba ya no solo de reivindicar la voluntad de supervivencia y el car¨¢cter urbano de Sarajevo, sino de mirar hacia adelante y retomar el pulso como una ciudad europea m¨¢s. Entre otras atracciones, esta edici¨®n pionera del festival recuper¨® para la ciudad el cine al aire libre, del que los espectadores pod¨ªan gozar al fin sin temer por la propia vida.
Con el paso de los a?os, el Sarajevo Film Festival fue ganando tanto espectadores como prestigio, un crecimiento al que no fue ajeno el primer Oscar conseguido por un director bosnio: despu¨¦s de adjudicarse el gran premio del festival, la pel¨ªcula En tierra de nadie, de Danis Tanovic, obtuvo el galard¨®n a la mejor pel¨ªcula extranjera otorgado por la Academia de Hollywood. Mediante esta comedia absurda de trincheras, donde los combatientes no logran ponerse de acuerdo ni siquiera en qui¨¦n inici¨® las hostilidades, Tanovic consigui¨® que el mundo del cine pusiese sus ojos en Bosnia.
Desde sus ya lejanos or¨ªgenes heroicos y de resistencia, el Sarajevo Film Festival se ha ido estandarizando hasta convertirse en un certamen cinematogr¨¢fico al uso, con alfombra roja donde las celebridades son aplaudidas por una claque, y fiestas de acceso restringido donde la concurrencia luce sus mejores galas. Igual que en el resto de festivales de cine que se celebran por todo el mundo, el negocio asoma detr¨¢s de la creaci¨®n art¨ªstica, como demuestran la interminable retah¨ªla de anuncios y las constelaciones de logotipos de patrocinadores que desfilan por la pantalla antes de cada proyecci¨®n.
Con una asistencia anual de m¨¢s de 100.000 espectadores, el Sarajevo Film Festival constituye una historia de ¨¦xito, algo nada habitual en Bosnia, pero, como cualquier evento popular, tambi¨¦n cuenta con sus detractores. Para buena parte de la poblaci¨®n bosnia, cuyos ingresos apenas alcanzan para llegar a fin de mes, el Sarajevo Film Festival es la apoteosis de una clase social muy concreta: la progres¨ªa bienestante de Sarajevo, que aprovecha estos d¨ªas para codearse con las estrellas m¨¢s prestigiosas. Hasta la fecha, el Coraz¨®n de Sarajevo, premio honor¨ªfico del festival, ha sido entregado, entre otros, a Angelina Jolie, Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, John Cleese y Robert de Niro, deshechos en elogios hacia la ciudad que les acog¨ªa.
En la Bosnia-Herzegovina de posguerra, donde bosnios, serbios y croatas mantienen relaciones tormentosas, existen pocas iniciativas que consigan traspasar las fronteras del pa¨ªs. Por ese motivo abunda la reclamaci¨®n de que se cuenten historias positivas, relatos inspiradores cuya proliferaci¨®n, como por encanto, permitir¨ªa superar una realidad dividida. Aunque se trata de un pensamiento m¨¢gico consecuencia de la frustraci¨®n acumulada, lo cierto es que estos casos de ¨¦xito suponen no solo un peque?o b¨¢lsamo, sino tambi¨¦n la confirmaci¨®n de que algunas cosas pueden cambiar.
Durante la celebraci¨®n del Sarajevo Film Festival, el contexto pol¨ªtico queda en segundo t¨¦rmino y el certamen insufla a la ciudad una energ¨ªa de la que normalmente carece. Como los viejos cl¨¢sicos que forjaron la leyenda de Hollywood, se trata de una mentira bella pero pasajera, que todo el mundo se deleita en creer para evadirse de sus penurias: mientras no asoman los t¨ªtulos de cr¨¦dito y se encienden las luces de la sala, los ciudadanos se entretienen con peque?os mundos de fantas¨ªa en los que olvidan, siquiera por un rato, la grisura de su realidad.
Un m¨²sico polaco y su cantante
A la espera de la secci¨®n competitiva del festival, que dirimir¨¢ un jurado presidido por el realizador iran¨ª Asghar Farhadi, el certamen se abri¨® con la proyecci¨®n de Cold War, de Pawel Pawlikowski, un viejo conocido de la ciudad. Mientras la guerra atronaba en Bosnia, el director polaco retrat¨® a los sitiadores de Sarajevo en el documental Serbian Epics, resumido con mordacidad por Lazar Stojanovic, su mano derecha en el rodaje: "Solo hace falta darles una cuerda lo suficientemente larga y ellos solos se ahorcar¨¢n".
Convencidos de que ser¨ªa beneficioso para su causa, Radovan Karadzic y sus incondicionales se dejaron filmar exponiendo teor¨ªas hist¨®ricas delirantes, empalando corderos desollados mientras trasegaban aguardiente y entonando cantares ¨¦picos sobre la batalla de Kosovo, en un fresco demoledor de su mentalidad ultramontana. Serbian Epics tambi¨¦n incluye unas perturbadoras im¨¢genes en las que el escritor ruso Eduard Limonov pone a prueba su punter¨ªa disparando como francotirador a los habitantes de Sarajevo.
Cold War, la nueva pel¨ªcula de Pawlikowski, galardonada con el premio a la mejor direcci¨®n en Cannes, narra el periplo de un m¨²sico polaco y su disc¨ªpula cantante, unidos por una pasi¨®n fatal, una sucesi¨®n de encuentros y desencuentros a ambos lados del Tel¨®n de Acero en la Europa de la Guerra Fr¨ªa. Antes de la proyecci¨®n, Pawlikowski record¨® su v¨ªnculo con Sarajevo y afirm¨® sentirse honrado de presentar una pel¨ªcula sobre la historia en una ciudad que desborda de ella.
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