No hay nada ¡®cool¡¯ en Pablo Escobar

Pablo Escobar se despierta en una cama circular. Se enciende un porro. Se viste y sale de la extravagante habitaci¨®n. Al otro lado de la cortina rosa est¨¢n sus sicarios. Limpian las armas, esnifan coca¨ªna, alimentan a los peces. Uno de ellos le muestra una noticia en el peri¨®dico. ¡°?Desapareciste los cuerpos?¡±, le pregunta. Su siervo asiente. El Patr¨®n sigue su camino en calma por la c¨¢rcel La Catedral, la que ¨¦l mismo construy¨® en 1991.

La secuencia pertenece a la serie Narcos de Netflix, que ha dedicado tres temporadas a recordar uno de los cap¨ªtulos m¨¢s oscuros de la historia de Colombia (la cuarta entrega se traslada a M¨¦xico). La producci¨®n, como la biograf¨ªa de Escobar, est¨¢ plagada de los detalles fetichistas que siguen construyendo el mito del hombre que dirigi¨® Colombia con la ley de plata o plomo desde finales de los ochenta hasta 1993, cuando fue asesinado. Este universo de excentricidades (en su finca N¨¢poles alberg¨® uno de los mayores zool¨®gicos de Am¨¦rica Latina) le report¨® a la plataforma m¨¢s de 60 millones de espectadores con las dos primeras entregas, seg¨²n cifras de la compa?¨ªa.

Pero esta es solo una versi¨®n de la historia. La otra cara, la que casi no se aprecia en Narcos, la cuentan y reclaman las miles de v¨ªctimas que dej¨® Escobar. Durante m¨¢s de 15 a?os, Medell¨ªn, la tierra del protagonista, lider¨® el lista de las ciudades m¨¢s peligrosas del mundo. En 1991, el mismo a?o que el narcotraficante se construy¨® una c¨¢rcel para evitar la extradici¨®n a Estados Unidos en connivencia con C¨¦sar Gaviria (el presidente en ese momento), en la ciudad se produjeron 6.349 homicidios, equivalente a una tasa de 381 asesinatos por cada 100.000 habitantes. La Catedral era, en realidad, una lujosa finca donde sigui¨® delinquiendo con el aval del Gobierno. Un ejemplo m¨¢s de la ignominia que rein¨® en el pa¨ªs.

Escobar pagaba unos 580 euros (al cambio actual) por cada polic¨ªa asesinado por uno de sus sicarios. As¨ª hasta sumar 550 uniformados muertos durante la ¨¦poca en que el cartel de Medell¨ªn, su organizaci¨®n, gobern¨® en Colombia. M¨¢s de 100 bombas estallaron en la ciudad entre septiembre y diciembre de 1991. Dej¨® un reguero de sangre de m¨¢s de 5.000 muertos entre 1989 y 1993. Las v¨ªctimas no consideran que esto queda reflejado en Narcos ni en las producciones que se han estrenado posteriormente.

La fascinaci¨®n que producen las leyendas en torno a Escobar encubre la masacre. De manera recurrente se recuerda que en un pueblo de Antioquia, la regi¨®n de origen del narco, est¨¢ la mayor concentraci¨®n de hipop¨®tamos fuera de ?frica, los que escaparon de su finca y no fueron trasladados a otro zoo del pa¨ªs. O la an¨¦cdota de uno de los cumplea?os de la hija del Patr¨®n: pidi¨® un unicornio y lo tuvo. Los empleados le cortaron las alas a un avestruz, consiguieron un cuerno y se lo clavaron a un poni; el animal sobrevivi¨® unos pocos d¨ªas. O esos partidos de f¨²tbol con jugadores de la selecci¨®n de Colombia. O esas fiestas con pi?atas llenas de d¨®lares.

Por las calles de Cartagena los vendedores ambulantes siguen haciendo caja con las camisetas con el DNI de Escobar. Los narcotours por Medell¨ªn, aunque en decadencia, siguen atrayendo a los turistas. Los hispanohablantes de fuera de Colombia han incorporado a su retah¨ªla de insultos los colombianismos que usaba el narcotraficante: ¡°malpar¨ªo, hijueputa, gonorrea¡±. En la Plaza de Sol de Madrid se recibi¨® la Navidad de 2016 con un pol¨¦mico anuncio de Netflix que hac¨ªa referencia a la coca¨ªna para promocionar la segunda temporada de la serie. La compa?¨ªa tuvo que retirarlo despu¨¦s de una queja del Gobierno de Colombia ante las autoridades espa?olas.

El dolor y la b¨²squeda de verdad y justicia de las v¨ªctimas de Escobar no pretende negar la realidad. Pablo Escobar lleg¨® a controlar el 80% del mercado mundial de la coca¨ªna. Casi tres d¨¦cadas despu¨¦s Colombia sigue siendo el principal productor de esta droga en el mundo. Los cultivos de coca crecen de manera exponencial cada a?o, m¨¢s de 170.000 hect¨¢reas sembradas seg¨²n datos de la ONU. El Clan del Golfo, el ¨²ltimo gran cartel del pa¨ªs, controla con sangre y fuego las regiones de frontera para mantener el negocio de la exportaci¨®n de estupefacientes. La ya exguerrilla de las FARC aun tiene que demostrar ante la Justicia que no se ali¨® con el Chapo Guzm¨¢n, el capo de la droga en M¨¦xico, para financiar una guerra de m¨¢s de medio siglo con las ganancias que recib¨ªan del control de las rutas del narcotr¨¢fico entre ambos pa¨ªses.

En 2016 Medell¨ªn sali¨®, por fin, del ranking de las 50 poblaciones m¨¢s violentas del mundo. La tasa de homicidios ha bajado a 22 por cada 100.000 habitantes en 2017, el ¨²ltimo registro oficial. ¡°Hagamos memoria. Que nunca se nos olvide el da?o que nos ha hecho el narcotr¨¢fico y la cultura de la ilegalidad¡±, repite Federico Guti¨¦rrez, alcalde de la ciudad.