Chicha Mariani
Cada abuela tiene su historia demoledora y compleja
Sospecho que ustedes, lectores, saben que durante la ¨²ltima dictadura militar argentina hubo un plan sistem¨¢tico de robo de beb¨¦s encabezado por los represores. Se explica f¨¢cil: despu¨¦s de asesinar a los integrantes de las organizaciones armadas revolucionarias, los militares se llevaban a sus hijos, en general muy peque?os, y los entregaban a familias que o bien no sab¨ªan del origen de los ni?os o estaban en complicidad con los secuestradores. Estos ni?os, hoy adultos, crecieron sin saber su verdadera identidad y los militares, en un pacto de silencio que mantienen con atroz disciplina, jam¨¢s han dado informaci¨®n sobre sus paraderos. Si muchos aparecieron ¡ªson unos 400¡ª es por el trabajo de b¨²squeda de Abuelas de Plaza de Mayo, las mujeres m¨¢s admirables de mi pa¨ªs.
Cada abuela tiene su historia demoledora y compleja. Siempre, sin embargo, se destac¨® la de Chicha Mariani y su nieta, Clara Anah¨ª. Chicha era profesora de colegio secundario: su hijo y su nuera eran militantes y en 1976 estaban clandestinos en una casa de la ciudad de La Plata. La casa fue atacada en un operativo espectacular: cientos de miembros del ej¨¦rcito y la polic¨ªa la rodearon y mataron a todos los militantes. Clara Anah¨ª estaba ah¨ª: ten¨ªa tres meses.
Su abuela siempre crey¨® que se la llevaron con vida y que fue entregada. No era la esperanza desesperada de una mujer que perdi¨® a su familia: uno de los represores responsables del operativo, Miguel Etchecolatz, varias veces dijo saber d¨®nde estaba la beb¨¦. Nunca dijo d¨®nde ni lo dir¨¢. Y jam¨¢s se lo dir¨¢ a ella porque Chicha acaba de morir a los 94 a?os. Parec¨ªa que se manten¨ªa viva solo para encontrar a su nieta. Ella lo dec¨ªa: ¡°No puedo darme el lujo de morirme¡±. Desde 1989 Chicha ya no integraba Abuelas y segu¨ªa la b¨²squeda con su propia Fundaci¨®n. Recuerdo una Nochebuena muy extra?a, en 2014: las redes y los portales de noticias se incendiaron con la noticia de que hab¨ªa aparecido Clara Anah¨ª. Hasta el presidente felicit¨® a Chicha. La alegr¨ªa dur¨® poco: un segundo estudio de ADN descart¨® la existencia de un v¨ªnculo filial entre ellas. ?Qu¨¦ habr¨¢ sentido Chicha? Creo que estaba preparada para la decepci¨®n pero, a los 90 a?os, seguro quiso creer.
Crec¨ª cerca en La Plata, cerca de la casa de donde se llevaron a Clara Anah¨ª. Ahora es un lugar de memoria que conserva los disparos en la fachada. Conozco a otra ni?a que vivi¨® ah¨ª, clandestina, con su madre. Se llama Laura Alcoba, es escritora y narr¨® su experiencia infantil en un libro hermoso que se llama La casa de los conejos. Laura vive en Francia y Chicha la ayud¨® a volver a esa casa, a entender su historia. Reci¨¦n le¨ª a una hija de desaparecidos, tambi¨¦n escritora, Raquel Robles, que posteaba: ¡°No tengo fuerza para decir que no vamos a aflojar, que vamos a seguir buscando a Clara Anah¨ª. Hoy no. Ma?ana, la semana que viene. Hoy lo que m¨¢s quisiera es acompa?ar a Chicha all¨¢ en la muerte. Compartir la derrota¡±. Me gusta que diga ¡°derrota¡±, que nombre el duelo y la injusticia con desolaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.