La goyesca de Ronda, en su soledad
Cayetano y Roca Rey salen a hombros ante nobil¨ªsimos y muy blandos toros de Juan Pedro Domecq
Los tendidos estaban llenos, s¨ª, pero no rezumaban la alegr¨ªa de anta?o; ni siquiera las calles aleda?as a la hist¨®rica plaza luc¨ªan abarrotadas como en ¨¦pocas pasadas. Dec¨ªa un reportero gr¨¢fico de la competencia que la goyesca ya no es lo que era desde que muri¨® la duquesa de Alba. Ser¨¢ verdad, pero tambi¨¦n es cierto que no lo es desde que entidades p¨²blicas y privadas han dejado de financiar la estancia de personajes populares, que costar¨ªan un ri?¨®n, pero daban luz y color a una corrida rebosante de sabor.
Se les echa de menos, es verdad; como se podr¨ªa a?orar al cabo de los a?os a Pedro Romero, en cuya memoria se cre¨® este festejo en 1954, con motivo del segundo centenario de su nacimiento; se nota tambi¨¦n la ausencia de Antonio Ord¨®?ez, gestor y fundador de esta corrida; y la de Paquirri, fiel continuador, y la de tantas figuras como han dejado su huella art¨ªstica en esta arena. Mantienen el sello familiar Rivera Ord¨®?ez Paquirri, como empresario, y Cayetano, integrante del cartel de 2018, pero ya nada es lo mismo. Falta, quiz¨¢, el embrujo envolvente de la fiesta de los toros de las d¨¦cadas setenta y ochenta, faltan los rostros famosos, la alegr¨ªa del ayer¡
DOMECQ / MORANTE, CAYETANO, ROCA
Toros de Juan Pedro Domecq, -el tercero, devuelto-, correctamente presentados, muy blandos y nobil¨ªsimos.
Morante de la Puebla: dos pinchazos y estocada (ovaci¨®n); estocada baja (ovaci¨®n).
Cayetano: estocada en la suerte de recibir (dos orejas); -aviso- media estocada (ovaci¨®n).
Roca Rey: -aviso- estocada (dos orejas); media estocada _aviso_ (oreja).
Plaza de toros de Ronda. 1 de septiembre. 62? corrida goyesca. Feria de Pedro Romero. Lleno de 'no hay billetes'.
Sin duda, la corrida goyesca de Ronda seguir¨¢ siendo un festejo emblem¨¢tico, pero parece que se ha diluido el brillo que la hizo grande.
El espect¨¢culo comenz¨® con quince minutos de retraso porque Cayetano tuvo que ser atendido en la enfermer¨ªa de la lesi¨®n de costillas que se produjo el pasado 12 de agosto en Pontevedra. Momentos antes, solo tres carruajes tirados por caballos adornaron el pre¨¢mbulo; poco ornamento para la grandeza que en a?os anteriores representaban un manojo de j¨®venes ronde?as, numerosos y elegantes equinos bellamente enjaezados y a?ejos y costosos coches de ¨¦poca.
Comienza el pase¨ªllo y la estrella es Morante, tan escrupuloso este a?o a la hora de aparecer en una plaza, y lo hace vestido por la dise?adora Vicky Mart¨ªn Berrocal con un traje goyesco verdoso claro, larga redecilla en la cabeza, elegante chaquetilla, pomposo corbat¨ªn marr¨®n y anchas calzonas.
Suenan los clarines y se inicia la parte seria. Los toros de Juan Pedro -no pod¨ªan ser de otro encaste- est¨¢n elegidos para ocasi¨®n tan se?alada; elegidos y dise?ados para el triunfo de los artistas. Correctamente presentados para plaza de tercera, muy justos de fuerza y exuberantes de clase y bondad
Tan compasivos y sensibles que hasta al propio Morante le cost¨® emocionar a la parroquia. Con el capote de seda con el que hizo el pase¨ªllo lance¨® a su primero a la ver¨®nica con apreturas, inici¨® la faena de muleta por alto, y cerr¨® la tanda con un molinete con tal ¨ªmpetu que perdi¨® la verticalidad y qued¨® en la arena a manos de su oponente sin m¨¢s consecuencias que el susto. Un quej¨ªo flamenco surgido en el tendido hizo callar a la banda de m¨²sica, pero la labor del torero no pas¨® a mayores. Y todo se diluy¨® ante el cuarto, inv¨¢lido desde que salt¨® al ruedo, m¨¢s muerto que vivo, con el que solo pudo esbozar detalles sueltos.
Calidad suprema y exquisita suavidad fueron las cualidades sobresalientes del primer toro de Cayetano con el que se luci¨® en la faena de muleta en una labor que fue premiada con las dos orejas despu¨¦s de que cobrara una vistosa y fulminante estocada en la suerte de recibir.
Lo intent¨® de veras ante el quinto, sin fuelle, falto de raza y de fortaleza. La m¨²sica trat¨® de animar una labor con m¨¢s voluntad que brillantez, y todo qued¨® en una cari?osa ovaci¨®n. Iv¨¢n Garc¨ªa, subalterno de su equipo, demostr¨® su torer¨ªa con el capote y las banderillas.
Para Roca Rey, un aut¨¦ntico cicl¨®n que arrasa all¨¢ por donde va, la goyesca fue un entrenamiento con p¨²blico; se le vio sobrado, valiente, como siempre, inteligente, arrollador y ese aire triunfante que transmite a los tendidos. Muy lucido ante su primero, emocion¨® de verdad al final del trasteo en unas ce?id¨ªsimas bernadinas -cita al toro en la corta distancia y balancea la muleta hasta el punto de que parece imposible que el animal pueda pasar sin arrollarlo- en las que se jug¨® el tipo de verdad.
Ante el sexto, manej¨® el capote con soltura y variedad, brind¨® la faena a los dos hermanos Rivera, y comenz¨® con un pase cambiado por la espalda que hizo albergar una esperanza que no se hizo realidad, aunque lo premiaran con una oreja. El toro, como toda la corrida, era un muermo -este, de menos clase- y as¨ª no es f¨¢cil que brote la emoci¨®n.
Acab¨® el festejo con la misma tristeza del inicio. La corrida goyesca sigue viva, pero se le nota tristona. Ojal¨¢ sea un mal pasajero¡
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