Petrenko y Nelsons encumbran el podio de la cl¨¢sica
El futuro director de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn y el actual titular de la Sinf¨®nica de Boston comparten una jornada hist¨®rica en los Proms de Londres

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El director ruso Kirill Petrenko termin¨® su concierto en los Proms de Londres, el pasado domingo, escondido detr¨¢s de los m¨²sicos de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. El let¨®n Andris Nelsons opt¨®, el lunes, por finalizar mezclado entre los integrantes de la Sinf¨®nica de Boston. Ambos cerraron su segunda actuaci¨®n en el festival londinense con sendas interpretaciones excepcionales, respectivamente, de la S¨¦ptima sinfon¨ªa, de Beethoven, y de la Cuarta, de Shostak¨®vich. Pero los dos evitaron el recurso f¨¢cil de las propinas, a pesar de la insistencia de los prommers, que abarrotaban de pie la arena del Royal Albert Hall, y devolvieron todo el protagonismo a sus conjuntos sinf¨®nicos que les vitoreaban.
Algo parece estar cambiando en el podio de las orquestas. No me refiero tanto al final del silencio respecto a conductas impropias y abusos de algunos directores de orquesta, que deber¨¢n ser investigadas, como a un cambio general de paradigma. Se tambalea el famoso estereotipo que Elias Canetti cincel¨® en los a?os treinta del siglo pasado en Juego de ojos. Esa ¡°cuesti¨®n de poder¡±, inspirada por el director alem¨¢n Hermann Scherchen, que somet¨ªa con su autoritarismo tanto a los m¨²sicos como al p¨²blico. Ahora las grandes orquestas parecen ocupar el centro del tapete y ya no necesitan caras conocidas como reclamo comercial, sino l¨ªderes que les inspiren para hacer la mejor m¨²sica posible. El caso Gatti ha mostrado que una gran orquesta, como la del Concertgebouw de ?msterdam, prefiere prescindir de su director musical antes que ver comprometido su prestigio.
La Filarm¨®nica de Berl¨ªn tampoco tendr¨¢ director principal esta temporada. La salida de Simon Rattle, en junio pasado, y la incorporaci¨®n de Kirill Petrenko como nuevo titular, que no llegar¨¢ hasta agosto de 2019, ha provocado un curioso interregno. Pero no es un problema. El director ruso (Omsk, 1972) ha dirigido la apertura de esta temporada y la gira subsiguiente por los principales festivales, como Salzburgo y Lucerna, que acaba de terminar en los Proms londinenses. Y pocas veces se ha escuchado tocar a los Berliner a este nivel casi sobrehumano. ¡°Ha sido una gira de ensue?o. Hace a?os que la orquesta no estaba tan unida en todos los sentidos¡±, reconoce Joaqu¨ªn Riquelme, violista murciano de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, en declaraciones a EL PA?S. Sus compa?eros se deshacen en elogios hacia su futuro titular. ¡°Sabe perfectamente lo que quiere y c¨®mo conseguirlo. Es un tipo con magia¡±, a?ade el israel¨ª Amihai Grosz, antiguo miembro del Cuarteto Jerusalem y hoy primer viola de la orquesta. El violonchelista Olaf Maninger, en declaraciones a la BBC, dijo que Petrenko es un regalo para ellos: ¡°Un ser fascinante tan imbuido en la m¨²sica que fue obvio para nosotros elegirle como nuevo director principal despu¨¦s de tocar tan solo tres programas bajo su direcci¨®n¡±.
Se refiere Maninger a la sorpresa que suscit¨® el nombramiento de Petrenko como sucesor de Rattle, en junio de 2015. Un director apenas conocido fuera de Alemania, donde estaba al frente de la ?pera Estatal de Baviera, que no conced¨ªa entrevistas y apenas estaba interesado en grabar discos. Y, efectivamente, el director ruso tan solo hab¨ªa dirigido tres programas a la orquesta berlinesa. Tres a?os despu¨¦s ya son seis programas y con los dos ¨²ltimos acaba de debutar en los Proms londinenses el pasado fin de semana. Abri¨® su primer concierto con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, el s¨¢bado 1 de septiembre, con el ballet La Peri, de Dukas, precedida de su fanfarria. Una partitura ideal para mostrar la asombrosa paleta de colores y texturas impresionistas que extrae de la orquesta berlinesa. Pero tambi¨¦n de la precisi¨®n de sus movimientos sobre el podio y la intensidad que a?ade con sus gestos faciales. Precisamente, la editorial Schirmer / Mosel publica este mes un libro de fotograf¨ªas de Christoph Brech que recoge abundantes instant¨¢neas sorprendentes del director ruso de gira con su orquesta de la ?pera de Baviera.

Tras Dukas, Yuja Wang toc¨® como solista el Tercer concierto para piano, de Prok¨®fiev. Y la pianista china no s¨®lo destac¨® por el descollante virtuosismo del movimiento final, sino tambi¨¦n por la musicalidad que despleg¨® en las variaciones del segundo, como en la cuarta, andante meditativo. Aqu¨ª consigue, con la ayuda de la orquesta, que flote en el aire el sonido de su instrumento. En una entrevista, incluida en el programa de mano, Wang reconoc¨ªa la inspiraci¨®n que emana de Petrenko como director: ¡°Puedes vislumbrar los diferentes caracteres de la m¨²sica, aunque s¨®lo veas su espalda¡±. La pianista china toc¨® dos propinas con su br¨ªo habitual: el Preludio op. 23 n¨²m. 5, de Rajm¨¢ninov y, especialmente, las variaciones de Fazil Say y Arcadi Volodos sobre la popular Marcha turca mozartiana que hizo las delicias de los prommers.
Lo mejor del primer concierto fue, no obstante, la poco frecuentada Cuarta sinfon¨ªa, del austriaco Franz Schmidt. Petrenko adora esta obra fascinante desde sus a?os de estudio en Viena, donde el compositor la termin¨® en 1933 como una especie de r¨¦quiem por la muerte de su hija Emma durante un parto. La obra, que dispone de cuatro movimientos sin pausas, se ubica entre Bruckner, Mahler y la Segunda Escuela de Viena, aunque aderezada con la flexibilidad de un vals vien¨¦s. Lo mejor de la versi¨®n de Petrenko con los Berliner fue la marcha f¨²nebre del segundo movimiento que condujo magistralmente hasta ese golpe de tam tam que representa la pu?alada que le dio el destino.
El segundo concierto fue todav¨ªa superior al primero. Lo pudimos comprobar en el mismo arranque del poema sinf¨®nico Don Juan, de Richard Strauss, que Petrenko puso en marcha como accionando un resorte. Fue una versi¨®n antol¨®gica, llena de detalles obsesivos y mordiente sonoro, y con la exquisitez de los solos del obo¨ªsta Albrecht Mayer. Menos relevante fue Muerte y transfiguraci¨®n, a pesar del arranque admirable en pian¨ªsimo de la cuerda con un ritmo asim¨¦trico que representa la respiraci¨®n del moribundo. Pero lo mejor lleg¨®, una vez m¨¢s, en la segunda parte con una S¨¦ptima sinfon¨ªa, de Beethoven, que no es dif¨ªcil comparar con la proverbial ignici¨®n de un Carlos Kleiber. Fue una versi¨®n para el recuerdo, perfectamente cohesionada en sus cuatro movimientos, que tuvo su punto m¨¢s bajo en un allegretto, m¨¢s ligero y falto de magia, y su punto ¨¢lgido en el presto donde Petrenko dispuso unas gradaciones din¨¢micas inauditas, pero tambi¨¦n en el magm¨¢tico allegro con br¨ªo final. Y toda esta transparencia e intensidad sin acudir a nada relacionado con la interpretaci¨®n historicista. Petrenko tiene su propia f¨®rmula y la Filarm¨®nica berlinesa la realiza magistralmente.
En la S¨¦ptima destacaron las intervenciones del flautista Emmanuel Pahud, aunque los solistas de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn tuvieron su propio concierto promenade en el Cadogan Hall, ayer 3 de septiembre. En esta matin¨¦ estrenaron una composici¨®n de la joven compositora eslovena Nina Senk y rindieron tributo a Lili Boulanger y Claude Debussy en el centenario de sus respectivos fallecimientos. Pero lo mejor del recital fue la obra final, Introducci¨®n y Allegro, de Ravel, una especie de concierto camer¨ªstico para arpa con flauta, clarinete y cuarteto de cuerda. Admirable actuaci¨®n de la arpista Marie-Pierre Langlamet, pero tambi¨¦n del clarinetista Wenzel Fuchs o del violonchelista Bruno Delepelaire, aunque Pahud gobern¨® el conjunto desde la flauta.
Este a?o la semana final de los Proms ha incluido dos orquestas invitadas de lujo en un mismo d¨ªa. Aparte del segundo concierto de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, el domingo 2 de septiembre por la tarde, hubo otro concierto matinal ese mismo d¨ªa. Lo protagoniz¨® la Sinf¨®nica de Boston en el arranque de una nueva gira europea con su titular, Andris Nelsons (Riga, 1978). La obra escuchada no pod¨ªa ser m¨¢s ideal para un d¨ªa soleado en Londres y con Hyde Park plagado de gente tumbada en la hierba. Pero las m¨¢s de 5500 localidades del Royal Albert Hall volvieron a llenarse otra vez para escuchar la naturalista Tercera sinfon¨ªa, de Mahler. No fue una versi¨®n memorable. Nelsons se preocup¨® m¨¢s de la filosof¨ªa que de la naturaleza, de Schopenhauer y Nietzsche m¨¢s que del dios Pan. Hubo momentos maravillosos como el desarrollo del extenso primer movimiento que se inicia con un cl¨ªmax y termina con una tormenta. La intervenci¨®n de la mezzosoprano Susan Graham, como solista en el cuarto movimiento cantando un fragmento del As¨ª habl¨® Zarathustra nietzcheano, fue excelente. Tambi¨¦n despunt¨® el quinto movimiento con la participaci¨®n de las mujeres y ni?os del Coro de la City of Birmingham Symphony Orchestra. Pero Nelsons no consigui¨® terminar de elevar el movimiento final que dirigi¨® m¨¢s lento y fragmentado de lo habitual.
El segundo concierto de la Sinf¨®nica de Boston, ayer d¨ªa 3 de septiembre, y ya en horario normal, fue completamente diferente. Se abri¨® con un homenaje al centenario de Leonard Bernstein, al incluir su Serenata basada en ¡°El banquete¡± de Plat¨®n para viol¨ªn, cuerda y percusi¨®n como primera parte. La violinista Baiba Skride fue de menos a m¨¢s como solista, aunque elev¨® especialmente Agat¨®n, ese bello canto al poder del amor. La segunda parte se centr¨® en una versi¨®n sensacional de la Cuarta sinfon¨ªa de Shostak¨®vich, incluso m¨¢s intensa y honda que la registrada recientemente por los mismos int¨¦rpretes para Deutsche Grammophon. Nelsons sabe iluminar como nadie el conjunto de esta fascinante obra que el compositor ruso termin¨® en 1936 y que descans¨® m¨¢s de veinticinco a?os en un caj¨®n. La orquesta norteamericana actu¨® concentrada y motivada en todas sus secciones, tal como demostraron en la extensa exposici¨®n del primer movimiento y, en especial, con esa fuga alocada en la cuerda. El intermedio central adquiri¨® un exquisito tono oto?al. Pero lo mejor lleg¨®, en el movimiento final, con ese coral sostenido sobre el acorde de do menor, al que se suman al final la trompeta y la celesta en un final absolutamente sobrecogedor. Treinta segundos de silencio absoluto que compartimos m¨¢s de cinco mil personas fue el colof¨®n ideal a tres d¨ªas de conciertos maravillosos.
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