La aventura espa?ola de James Baldwin, ¡°un furibundo invertido¡±, seg¨²n la censura
El escritor negro, reivindicado en los EE UU de Trump, fue jurado del Premio Formentor y amante de Gil de Biedma
¡°No soy pesimista, sigo vivo¡±, dice James Baldwin (1924-1987) en el documental I Am Not Your Negro, de Raoul Peck, en el que el escritor y activista afroamericano recuerda los asesinatos de sus amigos Malcom X, Medgar Evers y Martin Luther King, acribillados a balazos antes de que cumplieran los 40. Baldwin vive desde hace dos a?os un espectacular revival en los EE UU de las mentiras sistematizadas de Trump y del rencor racista derivado de la crisis, del triunfo de Obama y de la ansiedad de saber que en dos generaciones la poblaci¨®n blanca ser¨¢ minoritaria. El 9 de septiembre el Festival de Toronto acogi¨® con elogios If Beale Street Could Talk, la adaptaci¨®n que Barry Jenkins, ganador del Oscar al mejor filme con Moonlight, ha hecho de la quinta novela de Baldwin, una historia de amor de una pareja atrapada en la telara?a de la violencia policial y la injusticia institucionalizada.
Hoy, como ayer, la narrativa estadounidense no puede entenderse sin haber le¨ªdo a Baldwin o Ralph Ellison, el Kafka negro. Y las editoriales espa?olas tambi¨¦n se han apuntado a la recuperaci¨®n de Baldwin con nuevas traducciones de sus libros. La ¨²ltima, Otro pa¨ªs, en Tres Puntos.
El escritor conoci¨® Espa?a, cuando, autoexiliado en Par¨ªs desde 1948, viaj¨® al pa¨ªs en 1954 huyendo de sus deudas, aunque la visita que le dej¨® m¨¢s huella ocurri¨® en 1962. Fue invitado por la editorial Grove a participar como jurado en los premios que los principales editores internacionales engag¨¦s conced¨ªan en Formentor (Mallorca), una idea de Jaime Salinas que Carlos Barral r¨¢pidamente llev¨® a cabo. El a?o anterior, el premio hab¨ªa significado el punto de inicio de la carrera del hasta entonces desconocido Borges.
Talentos
En 1962, el hotel mallorqu¨ªn acog¨ªa una impresionante reuni¨®n de talento: Moravia, Calvino, Henry Miller, Octavio Paz, Hans Magnus Enzensberger, Jean Paulhan, Roger Caillois, Gabriel Ferrater, Michel Butor¡ Baldwin no pudo llegar el d¨ªa de la inauguraci¨®n, el 29 de abril, porque hab¨ªa sido invitado por Kennedy a una cena en la Casa Blanca de homenaje a los premios Nobel. Faulkner excus¨® su asistencia: ¡°No voy a hacer miles de millas s¨®lo para comer¡±.
Cuando por fin lleg¨® a Formentor, a¨²n con la excitaci¨®n de la cena presidencial, improvis¨® una breve y entusiasta loa al libro Ship of Fools, de Katherine Anne Porter, con quien hab¨ªa coincidido en la Casa Blanca. Miller defend¨ªa a John Cowper Powys y le molest¨® que Baldwin no le secundara. Hubiera sido in¨²til porque Moravia impuso el premio a La edad del malestar de Dacia Maraini (su nuevo amor, tras Elsa Morante), con el esc¨¢ndalo de los jurados del norte de Europa, no acostumbrados a las componendas latinas. El premio Internacional fue para Uwe Johnson, que bati¨® por 5 a 2 a Reloj sin manecillas, de Carson McCullers. ¡°Est¨¢ por escribir la historia de las deliberaciones mantenidas en Formentor¡±, explica Basilio Baltasar, art¨ªfice de la resurrecci¨®n del galard¨®n, que la pr¨®xima semana recibir¨¢ en Mallorca el escritor rumano Mircea Cartarescu. ¡°Bajo sus buenas y cultas maneras, los editores y miembros del jurado batallaban ferozmente por sus candidatos. John Rechy cree que su libro (La ciudad de la noche, postulada por Grove Press) fue maltratado por ¡®el editor espa?ol¡¯. Es probable que Carlos Barral expresara sus temores ante la posibilidad de presentar a la censura la epopeya literaria de un joven chapero¡±.
Aunque se ha escrito que Baldwin conoci¨® en Formentor a Jaime Gil de Biedma, no fue as¨ª. ¡°No recuerdo a Jaime aquel a?o¡±, dice Montserrat Sabater, ayudante de Barral. En sus diarios, el poeta fija su primer encuentro el 14 de mayo, en Barcelona: ¡°La vida, desde el lunes, en que conoc¨ª a Jimmy Baldwin, ha sido tan agitada que hoy me encuentro en un estado de verdadero agotamiento moral y f¨ªsico, agravado por la torpeza intelectual que trae consigo un r¨¦gimen alcoh¨®lico como el que he venido siguiendo¡±.
Andreu Jaume, editor de los diarios y las cartas del poeta, dice que Gil de Biedma aloj¨® a Baldwin en su s¨®tano de la calle Muntaner, ¡ª¡°m¨¢s negro que mi reputaci¨®n¡±, lo defin¨ªa¡ª y vivieron siete d¨ªas fren¨¦ticos junto con Luis Marques¨¢n. Seg¨²n cont¨® este al bi¨®grafo Miguel Dalmau, fueron a los merenderos de Montju?c, donde vieron el paisaje de la miseria, las chabolas en desorden por la falda de la monta?a, pero pas¨® algo m¨¢s. La semana ebria con el novelista culmin¨® en el poeta una crisis larvada en los ¨²ltimos meses que entraba en una fase virulenta. ¡°Por qu¨¦ huyo y de qu¨¦, creo que lo ignoro¡±, escribe. ¡°Quiz¨¢ ¡ªse responde¡ª de alguna decisi¨®n moral: en el fondo de mi conciencia parece serpear la insinuaci¨®n de que soy un cobarde. Y no puedo decir si es verdad¡±.
Gil de Biedma hab¨ªa le¨ªdo en ingl¨¦s El cuarto de Giovanni, el segundo libro de Baldwin, donde afrontaba la aceptaci¨®n de su bisexualidad, una cuesti¨®n que torturaba al poeta. ¡°Un chico bajito, feo, negro, nacido en Harlem, y homosexual, que tiene que trabajar de ni?o para alimentar a su familia¡± era la historia de Baldwin. Gil de Biedma, burgu¨¦s ilustrado e izquierdista, se arrodillaba llorando enternecido ante el activista.
El 24 de mayo, Gil de Biedma escribi¨® un poema dedicado a Baldwin que se hab¨ªa ido el 20 a Lisboa, de vuelta a EE UU: ¡°Todo fue hace unos minutos: dos amigos/ hemos visto tu rostro terriblemente serio/ queriendo sonre¨ªr¡±. Y el 20 de junio prosigue: ¡°A solas con tu imagen, / cada cual se conoce por este sentimiento/ de cansancio, que es dulce ¡ªcomo un brillo de l¨¢grimas/ que empa?a la memoria de estos d¨ªas, / esta extra?a semana¡ª Y el mal que nos hacemos, / como el que a ti te hicimos¡±.
En los archivos de Baldwin no hay menci¨®n a Gil de Biedma ni cartas entre los dos. Dalmau dice que en la biblioteca del poeta hay un ejemplar de la biograf¨ªa de Baldwin Talking at the Gates, de James Campbell, publicada en 1991. Juan Mars¨¦ comenta que conoci¨® a Baldwin en Par¨ªs por medio del traductor Coindreau. ¡°Le¨ª ¡ªdice¡ª El cuarto de Giovanni y Jaime hablaba a menudo de la obra de Baldwin como la de un buen escritor¡±.
Baldwin era negro y gay. ?Hubo en la izquierda prejuicios? Mars¨¦ cree que no, aunque a Gil de Biedma le fue negado el carnet del partido comunista por ser homosexual y una conferencia de Pasolini en Barcelona fue silenciada porque ¡°no conviene que al partido le identifiquen con los maricas¡±, contaba Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo. Por otra parte, los intelectuales ten¨ªan bula para contratar los servicios sexuales de menores de edad de pa¨ªses subdesarrollados.
Gabriel Ferrater conoci¨® a Baldwin en Formentor. Seg¨²n Jordi Cornudella, que acaba de publicar una edici¨®n cr¨ªtica de Les dones i els dies, Ferrater comenta en la solapa de Nadie sabe mi nombre, ensayos de Baldwin que tradujo para Lumen, que El cuarto de Giovanni es una ¡°novela mediocre¡±.
Jordi Cornell¨¤-Detrell ha documentado la censura franquista a las obras de Baldwin, que impidi¨® que fuera bien le¨ªdo en Espa?a. Entre las perlas: ¡°La obra es un aut¨¦ntico engendro propio para el solaz y recreo de mentalidades psicop¨¢ticas¡± o ¡°el autor es un furibundo invertido¡±. Las ediciones argentinas que llegaban a Espa?a no contribuyeron a que ganara lectores. ¡°Take a lean¡± (orinar) era convertido en ¡°tomar una copa¡±. No s¨®lo se suprim¨ªan los ¡°shit¡±, ¡°motherfucker¡±, etc., sino que frases tan expl¨ªcitas como ¡°She ever gave you a blowjob?¡± se convert¨ªan en un inveros¨ªmil ¡°?Nunca te ha enga?ado?¡±.
Franco, ejemplo de criminal impune
James Baldwin repite en varias de sus novelas personajes que hablan de Espa?a como su pa¨ªs ideal para vivir, si no fuera por su pobreza. ?l hab¨ªa visto a la polic¨ªa pol¨ªtica interrogar en Formentor de madrugada a los editores Giulio Einaudi y Carlos Barral.
En Another Country (1962), uno de los personajes tilda de ingenua la idea de vivir en la "ex¨®tica" Espa?a sin contar con lo que representa la dictadura de Francisco Franco.
¡°Ah, Franco es gilipollas, no cuenta¡±, responde el aludido y la r¨¦plica es tajante: ¡°?Crees que todos los uniformes que ayudamos a pagar a Franco se pasean por Espana s¨®lo por placer? ?Crees que no hay balas de verdad en la pistola?¡±.
A?os despu¨¦s James Baldwin pondr¨ªa a Francisco Franco como ejemplo del criminal que no fue llevado ante ning¨²n tribunal moral de Occidente.
Babelia
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